LEER POR PLACER
Cada semana algo me atrapa, con fuerza suficiente como para
generar un texto. En esta ocasión fueron
las palabras de Marx Arriaga, director de materiales educativos de la SEP. Afirmó que leer por placer es un acto capitalista (entiéndase
reprobable, en la línea del gobierno morenista). Ello ha generado diversas
reacciones, tanto entre los grupos de intelectuales como entre los fieles
seguidores de los preceptos de la 4T.
A propósito de leer por placer, estoy terminando un hermoso
libro de Emmanuel Carrѐre intitulado: “Yoga”.
A través de sus líneas comparte la experiencia transformadora que ha
vivido como ser humano y como escritor, y muy en particular el papel que ha
tenido el yoga en todo ello. A propósito de esta disciplina expresa una frase
que me cautivó, y que perfectamente se puede aplicar al hábito de la lectura.
Dice el autor francés: “El yoga enseña a habitar ese yo inhabitable”. Me pareció de lo más iluminador, en
particular en estos tiempos cuando nuestro yo llega a volverse a ratos un
espacio difícil de habitar. Surgen los
trastornos emocionales menores y mayores.
Mucho depende su aparición de nuestro temperamento, estilo de vida y
elementos de nuestro entorno personal.
La incertidumbre respecto al futuro y el de nuestros seres queridos; el
confinamiento; la desesperación de no poder retomar las actividades habituales fuera
de casa. La cuestión se agrava cuando
una persona cercana a nosotros ha enfermado o ha fallecido y no sólo por
COVID. A ratos la fantasía me lleva a
imaginar que las enfermedades han organizado una conflagración; buscan que la
especie humana pague el mal que ha hecho con la suma de sus acciones. Claro, es mi loca fantasía, en esos ratos
cuando siento que estamos en medio de un doble ataque en un juego de ajedrez. La
luz al final del túnel desaparece, y otra vez, todo luce perdido.
Volviendo al pecado de leer por placer. Dice Santa Teresa: “Lee y conducirás. No leas y serás conducido”. Sabemos que, a
nivel mundial, México cuenta con uno de los índices de lectura más bajos del
mundo. Dentro del material que se lee, una gran mayoría corresponde a lecturas
escolares obligatorias. La SEP, en
coordinación con diversas dependencias, ha trabajado por conformar círculos de
lectura, que promuevan el disfrute de leer. Si sentamos a un niño frente a un texto
en español antiguo, sin facilitarle su lectura, tendremos una fórmula para el
fracaso. El alumno estará en el aula
cabeceando, o en el mejor de los casos memorizando, sin disfrutar en absoluto. Equivale a si a mí, como adulto, me sientan
frente a un texto escrito en cirílico. No habrá poder humano que consiga que le
tome el gusto a su lectura, partiendo del principio de que no estoy entendiendo
nada.
Dentro de los escritores latinoamericanos del siglo veinte,
Jorge Luis Borges es uno de los más grandes.
Nunca recibió el Premio Nobel, pero, hay que decirlo, su literatura
trasciende en tiempo y espacio para colocarlo como uno de los escritores más
importantes en lengua española. Así de
grande, no deja de sorprenderme su sencillez: Si acaso buscaba ser reconocido,
no era por lo que escribía sino por lo que leía.
En torno a un libro hay mucho qué conocer: En primer
término, a su autor, para tratar de descubrir por qué escribe como lo hace;
cómo ha llegado al punto donde está; cuál es su proceso creativo y cuáles los
escritores que han influido en él. Más
delante, conocer sus obras previas al libro que tenemos entre las manos. Es como andar un sendero con una ruta crítica
que facilita la marcha. Finalmente, conocer
la obra en sí. Descubrir qué nos quiere
decir a nosotros como lectores; por qué razón necesita hacerlo, y de qué modo
trabaja para conseguirlo. Ir acompañando
su proceso creativo para convertirnos en coautores, a través de la lectura que podemos darle, desde nuestra perspectiva
particular.
Leer por placer es como viajar por placer: Es darnos el
gusto de conocer algo más allá de nuestra propia persona; es explorar, disfrutar
lo que vamos descubriendo; es tejer memorias.
Mientras lo hagamos de manera lícita, sin daño a terceros, ¡estamos en
todo nuestro derecho! Los libros
entrañables son como los amigos auténticos.
Están allí para cuando decidamos acercarnos a ellos, dispuestos a pasar un rato agradable en su compañía.
En comparación a la primera mitad del siglo veinte, fomentar
el hábito de la lectura es un gran reto frente a los contenidos visuales, que a
ratos se antojan más accesibles. Evitan el “trabajo” de zambullirse en un océano de palabras para conocer,
primero la historia, y a mayor profundidad el mensaje vital que el autor nos
comparte.
Leer activa procesos de pensamiento que nos convierten en
ciudadanos críticos y proactivos, que México tanto necesita.