domingo, 1 de agosto de 2021

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

LEER POR PLACER

Cada semana algo me atrapa, con fuerza suficiente como para generar un texto.  En esta ocasión fueron las palabras de Marx Arriaga, director de materiales educativos de la SEP.  Afirmó que leer  por placer es un acto capitalista (entiéndase reprobable, en la línea del gobierno morenista). Ello ha generado diversas reacciones, tanto entre los grupos de intelectuales como entre los fieles seguidores de los preceptos de la 4T.

A propósito de leer por placer, estoy terminando un hermoso libro de Emmanuel Carrѐre intitulado: “Yoga”.  A través de sus líneas comparte la experiencia transformadora que ha vivido como ser humano y como escritor, y muy en particular el papel que ha tenido el yoga en todo ello. A propósito de esta disciplina expresa una frase que me cautivó, y que perfectamente se puede aplicar al hábito de la lectura. Dice el autor francés: “El yoga enseña a habitar ese yo inhabitable”.  Me pareció de lo más iluminador, en particular en estos tiempos cuando nuestro yo llega a volverse a ratos un espacio difícil de habitar.  Surgen los trastornos emocionales menores y mayores.  Mucho depende su aparición de nuestro temperamento, estilo de vida y elementos de nuestro entorno personal.  La incertidumbre respecto al futuro y el de nuestros seres queridos; el confinamiento; la desesperación de no poder retomar las actividades habituales fuera de casa.  La cuestión se agrava cuando una persona cercana a nosotros ha enfermado o ha fallecido y no sólo por COVID.  A ratos la fantasía me lleva a imaginar que las enfermedades han organizado una conflagración; buscan que la especie humana pague el mal que ha hecho con la suma de sus acciones.  Claro, es mi loca fantasía, en esos ratos cuando siento que estamos en medio de un doble ataque en un juego de ajedrez. La luz al final del túnel desaparece, y otra vez, todo luce perdido.

Volviendo al pecado de leer por placer.  Dice Santa Teresa: “Lee y conducirás.  No leas y serás conducido”. Sabemos que, a nivel mundial, México cuenta con uno de los índices de lectura más bajos del mundo. Dentro del material que se lee, una gran mayoría corresponde a lecturas escolares obligatorias.  La SEP, en coordinación con diversas dependencias, ha trabajado por conformar círculos de lectura, que promuevan el disfrute de leer. Si sentamos a un niño frente a un texto en español antiguo, sin facilitarle su lectura, tendremos una fórmula para el fracaso.  El alumno estará en el aula cabeceando, o en el mejor de los casos memorizando, sin disfrutar en absoluto.  Equivale a si a mí, como adulto, me sientan frente a un texto escrito en cirílico. No habrá poder humano que consiga que le tome el gusto a su lectura, partiendo del principio de que no estoy entendiendo nada.

Dentro de los escritores latinoamericanos del siglo veinte, Jorge Luis Borges es uno de los más grandes.  Nunca recibió el Premio Nobel, pero, hay que decirlo, su literatura trasciende en  tiempo y  espacio para  colocarlo como uno de los escritores más importantes en lengua española.  Así de grande, no deja de sorprenderme su sencillez: Si acaso buscaba ser reconocido, no era por lo que escribía sino por lo que leía.

En torno a un libro hay mucho qué conocer: En primer término, a su autor, para tratar de descubrir por qué escribe como lo hace; cómo ha llegado al punto donde está; cuál es su proceso creativo y cuáles los escritores que han influido en él.  Más delante, conocer sus obras previas al libro que tenemos entre las manos.  Es como andar un sendero con una ruta crítica que facilita la marcha.  Finalmente, conocer la obra en sí.  Descubrir qué nos quiere decir a nosotros como lectores; por qué razón necesita hacerlo, y de qué modo trabaja para conseguirlo.  Ir acompañando su proceso creativo para convertirnos en coautores, a través de la lectura  que podemos darle, desde nuestra perspectiva particular.

Leer por placer es como viajar por placer: Es darnos el gusto de conocer algo más allá de nuestra propia persona; es explorar, disfrutar lo que vamos descubriendo; es tejer memorias.  Mientras lo hagamos de manera lícita, sin daño a terceros, ¡estamos en todo nuestro derecho!  Los libros entrañables son como los amigos auténticos.  Están allí para cuando decidamos acercarnos a ellos, dispuestos a  pasar un rato agradable en su compañía.

En comparación a la primera mitad del siglo veinte, fomentar el hábito de la lectura es un gran reto frente a los contenidos visuales, que a ratos se antojan más accesibles. Evitan el “trabajo” de  zambullirse en un océano de palabras para conocer, primero la historia, y a mayor profundidad el mensaje vital que el autor nos comparte.

Leer activa procesos de pensamiento que nos convierten en ciudadanos críticos y proactivos, que México tanto necesita.

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