domingo, 21 de noviembre de 2021

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

HECHO EN MÉXICO

Durante estos casi dos años ha habido cambios en la economía nacional.  Los consumidores hemos ido aprendiendo habilidades que en otras circunstancias  no habríamos descubierto.   México ha virado en su mercado de trabajo, se ha internacionalizado, en tanto el mercado local busca alternativas para salir adelante.  Las grandes compañías continúan, en ocasiones dentro de una atmósfera de incertidumbre, como es el caso de CFE frente a la Reforma Energética.

Dentro del ámbito doméstico, les cuento: Veo poca televisión; cuando lo hago lo disfruto enormemente.  La enciendo cuando estoy a punto de acostarme; me da una sensación de acompañamiento.  No puedo hacerlo con un libro, pues la necesidad de usar lentes para leer terminaría en catástrofe, con las armazones torcidas.

Hace algunas noches, dentro de mi ritual, llegué a la cama, encendí la televisión y descubrí que no había señal.  A la siguiente mañana, probé encender los dos aparatos de televisión de casa, y nada, no había señal.  Recurrí a redes sociales para revisar IZZI, mi proveedor. Me solicitaron detalles de mi tipo de contrato, imágenes de los televisores encendidos, y finalmente me dijeron “le hace falta un decodificador”.  Me molestó mucho enterarme de esta grosera manera, cuando mis pagos –domiciliados—se llevan a cabo puntualmente.  Me proporcionaron tres números locales que  marco y nadie contesta o están ocupados.  Un buen amigo me facilitó un número 800 de la misma compañía.  Llamé, mencioné mi problema y de ahí me derivaron a otro 800 que, luego de varios intentos, me indicó que no podía atenderme por no ser contrato empresarial.  Me remitió al 800 inicial y ahora me señalaron que estaban en mantenimiento y que volviera a llamar en una hora… Ahí estamos justo ahora, cuando mi obligación periodística semanal  reclama su espacio, como lo ha hecho durante 46 años.

Lo anterior ocurre en una semana en la que confluyeron tres eventos similares. Un poco por seguir en confinamiento, y otro tanto por apoyar a la industria nacional, compré en línea un par de zapatos ecológicos de una empresa chiapaneca.  Hace tres semanas me mandaron un correo con el número de mi pedido y el mensaje de que ya venía en camino. Ayer me comuniqué para preguntar por mis zapatos, temiendo que hubieran cobrado vida propia y se tomaran otra ruta.  Me contestaron que llegan esta semana.  Y ya para acabarla, hice mi pedido mensual de café veracruzano, esta vez agregué dos productos de temporada, mismos que llegaron equivocados.

No es que esté alterada porque se juntaron tres situaciones problemáticas en unos cuantos días.  Me pregunto por qué los mexicanos somos así, como productores, como proveedores, poco aspiracionistas, con un: “Total, qué más da”.   Como que no siempre estamos muy dispuestos a dar ese “plus” de calidad en nuestro trabajo.  O bien, pareciera que a quien exige de manera altisonante las cosas lo atienden primero y mejor, que a quienes intentamos mostrar empatía frente al productor o proveedor que nos atiende.  

Vuelvo a un término que manejé hace un par de columnas, de labios del escritor Luis Jorge Boone y fue iluminador como un gran sol de mediodía en el verano: “Pacto social”.  No se aplica precisamente al tema que traigo hoy a colación, pero en el fondo sí tiene que ver con la actitud que mantenemos unos con otros: Productores, industriales, intermediarios, proveedores y clientes.  Todos tenemos la obligación moral de actuar de la mejor manera a favor de nuestro país.  Yo apuesto por una sociedad en donde las cosas se hagan bien hechas, cumpliendo estándares de calidad internacionales; donde se atienda al usuario o al comprador de la mejor manera; donde nosotros, desde este lado de la línea, mantengamos una conducta civilizada, respetuosa y apegada a la norma.  Un país donde deje de anteponerse la violencia al cumplimiento de lo que debe ser; donde las leyes se respeten sin estados de excepción discrecional.  Un México de piso firme, y ese piso firme igual para todos.

Alguien me anima a que exija a gritos un servicio que se me interrumpió a la brava y por el que me están cobrando.  No es mi estilo, debo decirlo.  Echo mano de las herramientas que tengo a mi alcance para hacer valer mis derechos.  Me niego a caer en la paradoja de decir una cosa y actuar de modo contrario.

“Hecho en México” una consigna frente a la cual habrá  que estar a la altura.  El país necesita reactivación, creatividad, imaginación y apoyo; sobre todo requiere  nuestro compromiso personal.  Hacer las cosas de la mejor manera por patriotismo, pero, antes que nada, por cumplir con uno mismo cada día, en todo. Hacerlo, antes que nada, por la propia satisfacción personal y como ejemplo para hijos y nietos.

p.d. Me acaban de tomar la llamada. ¡Bravo!

EL CARTÓN DE LUY

Un honor y un placer contar, a partir de ahora, con la participación de Óscar Manuel Rodríguez Ochoa, quien se firma como Luy.  Es artista gráfico de talla mundial, acreedor de importantes reconocimientos a nivel internacional, que ha ocupado prestigiosos cargos en el mundo de la caricatura y la ilustración. Gustoso accede a la propuesta de colaborar en este espacio de manera periódica. 



Hania Rani y Dobrawa Czocher - Tak tak to ja

POESÍA de Cristina Peri Rossi, poeta uruguaya, ganadora del Premio Cervantes 2021



"Y el psiquiatra me preguntó:
-¿A qué asocia el nombre de Alejandra?-
El dulce nombre de Alejandra
el olor de los pinos y cipreses
casas rojas castillos medioevales
una dama en el umbral
muebles púrpuras
la prodigiosa simetría de los parques
una hoja siempre en blanco
delante del ojo que acaricia
la falta de sonido
las lilas de los muros
un dolor enfermizo por casi todo
el muelle gris
las cosas que sólo existen en jardines
para decir cuyos nombres
es necesario empezar por Alejandra
la antigüedad de algunas piedras
respiración entrecortada
la dificultad
para hacer amigos,
en fin, medianoches fatales
en que todo nos falta
especialmente
un amigo
una amiga
inolvidables".

Un mundo sin etiquetas | Wendy Ramos | TEDxLima

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez





El amor puede ser entregado a la persona equivocada, pero nunca resultará ser en si mismo un error. 

Amar engrandece a la persona, le convierte en su mejor versión, le hace entregar lo mejor de si mismo y lograr ser feliz a través de la felicidad que le prodiga al otro. 

Nunca será un error amar, aún cuando nuestro amor sea traicionado, aun cuando termine siendo incomprendido, lastimado, desdeñado, haber alojado en nuestro corazón ese sentimiento siempre habrá valido la pena.

Siempre será mejor haber amado y resultar desilusionado que vivir tras un escudo contra tan sublime sentimiento y vivir ajeno a experimentarlo para no correr el riesgo de sufrir.

Amar nunca podrá ser equivocado, nadie se equivoca al amar, el error es de aquéllos que no pudieron descifrarlo o percibirlo y fueron incapaces de corresponderlo.

Nunca te arrepientas de haber amado. El corazón que ama siempre podrá recuperarse aun cuando lo sintamos literalmente roto, mantenerlo a salvo y retirarse a tiempo, cuando lo vemos amenazado por la indiferencia o el maltrato.

Bien vale la pena tener cicatrices en el corazón, si éstas fueron huella de un verdadero amor. A reconstruirlo y seguir la vida. Nadie en esta vida se muere de amor, nadie debe morir sin haber amado.

VIDEO DIVERTIDO: Bebés en fuga

 
No pueden activarse subtítulos en español, pero en realidad no se necesitan.