DESPUÉS DEL #9M
No puedes
esperar construir un mundo mejor sin mejorar a las personas
Marie Curie
Desde que tengo memoria, han sido
pocas las ocasiones cuando una movilización ha reunido tantas expectativas,
como la de mañana, 9 de marzo, fecha en que
las mujeres buscamos resignificarnos.
El movimiento denominado #9M está pensado para expresarnos, a través de
una especie de huelga de brazos caídos, para demostrar cómo funcionaría el país
si la mitad de su población se ausentara.
De este modo, patentizando qué sucedería si continúa violentándose al
sexo femenino como hasta ahora.
Para explicar la violencia contra
las mujeres, hay elementos antropológicos, así como factores económicos y políticos,
que actúan a manera de telón de fondo. Evidencian
la
desventaja que muchas de mis congéneres viven cada vez que salen a la
calle. En el peor de los casos, ellas son
violentadas dentro del hogar, habitualmente por su pareja, en ocasiones hasta
la muerte. Otros escenarios hablan de
hostigamiento sexual en la vía pública, acoso laboral o escolar,
discriminación… agresiones dirigidas contra alguien por el simple hecho de ser
mujer.
Ciertos grupos buscan
desacreditar el #9M argumentando que en México mueren muchos más hombres que
mujeres. Este es un dato duro que no podríamos negar, en lo relativo a muerte
violenta, por cada 4 hombres muere 1
mujer. La diferencia es que a esos hombres
los matan otros hombres, y lo hacen en contextos de asaltos, delincuencia
organizada, enfrentamientos callejeros, quizás asociados al consumo de alcohol
o drogas. En el grupo de féminas la
muerte violenta la provocan los hombres, y la razón fundamental se relaciona
con su condición como mujeres.
La normalización de la violencia
en nuestro país ha llevado a un cambio terrible en los patrones de ataque contra niñas y adolescentes. Los casos –dolorosos cada uno de ellos—por
desgracia se vuelven cada vez más frecuentes.
Pequeñas violentadas y tal vez
asesinadas de manera atroz, como si sobre su pequeña figura se descargara todo
un mundo de crueldad.
La idea de un día sin mujeres en
los centros de trabajo, escuelas, comercios, vía pública y redes sociales no es
un día de campo, de ninguna manera. Es
una forma de “ser no siendo”, como diría Lin Yutang. Crear conciencia del valor de una mujer a
partir de su ausencia.
En torno al concepto original
iniciado por el grupo veracruzano “Las brujas del mar”, como una gran
atarraya ha ido sumando voluntades, se
han tejido nuevas historias y se han insertado elementos distintos al sentido
original del movimiento. Hay abortistas como antiabortistas; hay chicas que se descubren
el torso para mostrar su inconformidad, como hay otras mesuradas. Hay mujeres violentadas en su persona o en su
familia, como hay activistas que dan voz a las que no están en condiciones de
hablar. La cuestión es hallar el punto
común que nos une a todas, y que –alejadas de cualquier afán separatista, de los que hoy tanto
abundan—elevemos una voz común. El
domingo 8 en las marchas, a todo pulmón; el lunes 9 desde la contundencia de
nuestro silencio.
Es difícil adivinar el futuro y saber qué pasará hoy o mañana. En lo personal, debido a lo que se ha visto
en experiencias previas, me preocupa que en las marchas convocadas para este
día ocurra la infiltración de grupos de choque dedicados a generar vandalismo y
violencia, con el fin de desvirtuar el sentido original de la manifestación. Por
desgracia las redes sociales nos llevan fácilmente a dejarnos encender por las
voces más convincentes, para volcarnos a favor de una causa u otra. No dudo que haya intereses encaminados a
distorsionar el sentido original del #9M, para restarle fuerza. De hecho, empresarios que originalmente
expresaron su apoyo para las trabajadoras de su planta laboral, han cambiado de
opinión, como se señala en boletines
internos de sus empresas, en los que advierten que día no trabajado, será
descontado.
Uno de los escenarios más
dolorosos en nuestro país, que cualquiera de nosotras como mujeres podría vivir, corresponde al sistema de justicia
penal acusatorio. En caso de violación hay
careos; se desestiman pruebas; surgen argumentos
para culpar a la mujer; carpetazos; indolencia o corrupción; amparos; liberación temprana
después de una sentencia, con riesgo de muerte para la parte acusadora. Uno por uno, todos ellos son golpes que
atentan contra la libertad y la vida de una mujer, que confió en el sistema
para su salvaguarda. ¿Vamos a continuar tolerando situaciones como ésta? ¿O
de una vez por todas nos unimos en una misma voluntad?...
Después del #9M queremos un
México mejor, más justo, libre, sin discriminación. Un México en el cual veamos surgir la paz
como la consecuencia lógica del respeto
y la solidaridad.