domingo, 8 de marzo de 2020

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Uno tiene trazado un camino, una meta, decidido que hacer hasta el final de su vida. Se puede ver a futuro,  imaginar lo que será, sin detenerse mucho a pensar en que en el camino las cosas pueden cambiar de manera drástica de un momento a otro.

De repente nos vemos forzados a tomar decisiones que nunca contemplamos, a cerrar círculos que nunca pensamos que se cerrarían antes del fin de nuestra vida.

Y cuando parecía que estábamos en la recta final, ya en el carril que seguiríamos hasta llegar a la meta, hay que cambiar hasta de pista y reconocer otro terreno. Hay que adaptarse a otra rutina, sortear obstáculos cuando ya se había allanado el camino.

Habrá que enfrentar el reto, vencer los miedos, y aceptar,  que si bien podemos tener una agenda muy programada, la única cita que tenemos segura es la muerte y ni siquiera se nos concede saber la fecha ni la hora. Reconocer que somos tan solo coautores del libreto de nuestra historia, y que nuestra vida es entretejer nuestra voluntad con adaptabilidad a aquellos sucesos que son ajenos a ella, destino, designios de Dios. Acontecimientos, situaciones que suceden sin que podamos pronosticarlos ni evitarlos.

Cambiar la dirección de la marcha, dejar el camino andado, quemar las naves, y emprender el viaje 
con fe, con esperanza, con la experiencia de lo vivido. Llenando en las arcas los mejores recuerdos, los afectos cosechados, los logros alcanzados. Con agradecimiento por todo ello, con nostalgia quizá, mas no con tristeza, llevando en el alma la paz del deber cumplido, y en la mente la actitud de reconquistar y volver a hacer propio un territorio ajeno,

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