domingo, 27 de febrero de 2022

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 ¿CÓMO AYUDAR A UCRANIA?


La nota de la semana ha sido la invasión de tropas rusas en Ucrania, y las repercusiones económicas y sociopolíticas que implica, amén de la posibilidad, lejana pero real, de una Tercera Guerra Mundial.

Gracias a Internet, en fracciones de tiempo sabemos lo que ocurre del otro lado del mundo. Nos asomamos vía digital para conocer las condiciones en que las familias ucranianas sufren dispersión, fragmentación y pérdida de su patrimonio al salir de manera precipitada de su país. Nos enteramos también de la inclusión de mascotas en la evacuación, algo que con seguridad no se presentó en anteriores conflictos bélicos. Lo más terrible, la retención de varones adultos entre 18 y 60 años para servir en la defensa de su país.

Probablemente lo que leímos de conflictos armados en el pasado lo asimilamos por cierta narrativa bien escrita y un puñado de fotografías blanco y negro, que daban cuenta de los hechos. Hoy, sin embargo, a través de la comunicación digital, participamos de forma directa en el centro del conflicto, visualizamos, escuchamos y hasta sentimos en la piel, en tiempo real, lo que esos ciudadanos están sintiendo en la frontera entre Rusia y los países de la ex Unión Soviética, libres desde hace 30 años.

De este lado del mundo nos corresponde estar enterados. Entender de buena fuente qué es lo que sucede, por qué ocurren y cuáles son las consecuencias que puede llegar a tener el conflicto en caso de que escale. Pero nada más. Mantenernos pegados a la pantalla viendo una y otra vez los videos que dan cuenta de la tragedia, no aportan nada a su solución. Llorar y sufrir por lo que ocurre, tampoco ayuda. Desde el Papa Francisco la Iglesia Católica pide oración por los ucranianos, lo que constituye una forma de participación en el problema. Otro tipo de medidas se antojan inviables. En el planeta hay estructuras que dictan el orden internacional, como es el caso de la ONU, la OTAN o el BM. En este punto cabe aclarar que una gran desventaja para Ucrania es que no forma parte de la OTAN, y no puede acogerse a los beneficios que la misma ofrece, lo que la sitúa en franca desventaja frente a las naciones inscritas en dicho Tratado.

Incluso a los internacionalistas sorprendió la intempestiva iniciativa bélica de Putin. Muchos se preguntan qué hay de fondo. Se habla de querer recuperar a Ucrania para el Bloque Soviético, e intentar en un segundo tiempo hacer lo correspondiente con otras repúblicas, como sería el caso de Bielorrusia y Moldavia, situadas geográficamente próximas a la frontera oriental de Rusia. Una realidad de la que no podemos deslindar el conflicto armado es la beligerancia que priva en el mundo. Entre naciones como entre pobladores de un mismo país. Entre practicantes de una convicción religiosa frente a los de una distinta; entre miembros de un partido político y los de uno distinto. No tenemos que ir lejos para ilustrarlo. México en estos últimos años viene sufriendo una polarización extrema, con su cuota lógica de violencia. Se dan diferencias de pensamiento entre amigos, compañeros, hermanos, padres e hijos, que llegan a dividir para siempre a estructuras fundacionales de la sociedad.

A la luz de lo anterior, y ya que no podemos acceder a Ucrania, como tampoco hay muchos puentes hacia el conflicto que se viene desarrollando en Siria, vamos comprometiéndonos a hacer algo por sanear el ambiente que respiramos aquí, en nuestro propio país, entre nuestra gente. Podemos comenzar por ser más cordiales entre nosotros. Respetar las creencias de unos y otros. Invitar al razonamiento para tratar de explicar el por qué de mis propias convicciones. Y lo más difícil, aprestarme a escuchar lo que el otro quiere decir. Entender que él tiene el mismo derecho para expresarse que tengo yo, y enfocar ese foro de intercambio de opiniones como un posible espacio de enriquecimiento mutuo. A ratos no nos percatamos de que esa polarización que se ha venido promoviendo, logra su objetivo por diversas vías: Nos contrapuntea a unos frente a otros en lugar de conducir a sumarnos en un esfuerzo común a favor de México.

Las redes sociales funcionan para el intercambio de opiniones y participación ciudadana. Cuando cada internauta ofrece una sugerencia o un punto de vista útil para todos. Decir: ¡Pobrecito! O pontificar lo que otros deben hacer o dejar de hacer, es trabajo inútil. Ningún conflicto se ha resuelto recurriendo a lugares comunes en redes sociales. Para que éstas funcionen, deben dar a conocer aportaciones reales, factibles y que puedan reproducirse. Ahora recuerdo cómo funcionaron durante el sismo del 19 de septiembre del 2017, cuando cumplieron cabalmente una labor humanitaria.

Ucrania: Preocuparnos no. Ocuparnos sí. Aquí y ahora.

Esperanzador CARTÓN por Luy

 


Pablo Casals interpreta a JS Bach (video documental)

Casals interpreta el solo No. 1, BWV 1007 de J.S. Bach

POESÍA de Marguerite Yourcenar



EN EL UMBRAL DE UNA PUERTA OSCURA

En el umbral de una puerta oscura,
A la derecha, corre bajo un álamo
El agua del olvido.

A la izquierda brota la corriente de la memoria,
Helado cristal como un licor frío.
El agua de la memoria se estanca en mi corazón.

De allí beben mi alegría y mi zozobra;
En su ribera acampan los sabios;
Yo les diré: tengo miedo de morir.

La imagen derramada del tiempo
Se refleja en mi memoria;
Su hermoso espejo no está agrietado.

Soy hija de la tierra negra
Pero también del cielo constelado
¡Abridme la puerta de la gloria!

Tomado de Ciudad Seva


Cerebro, nuestro mejor aliado contra el estrés. Marian Rojas-Estapé

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Alguna vez de niña vi una película donde los dioses del Olimpo, se entretenían jugando con el destino de unas embarcaciones. Apenas logro recordarla, sin embargo y guardando las respetuosas distancias que ameritan, ya que esto es mitología, es curioso como en la vida real uno puede sentir a veces que su Dios le jugó una broma. 

Hace un mes, me encontraba yo en Bellas Artes, si ahí, donde ni en sueños alguna vez pensé llegar, con mis compañeros de coro, para participar en ese escenario magnífico. Meses de preparación, emoción y nervios. Por fin estábamos a punto de entrar al escenario. Solo faltaba un coro antes de nosotros, y cada grupo tenía una actuación de 7 minutos aproximadamente. En ese momento, uno de los niños del coro al cual, debo decir, quiero especialmente por tener un corazón enorme y por ser carismático, talentoso y siempre dispuesto a ayudar, súbitamente se sintió mal. Sus labios palidecieron en extremo. alguien me llamó, y al verlo, era claro que se sentía muy mal. Salimos del grupo, lo acompañe y lo dejé entrar al baño, lógico al de hombres, así que yo quedé afuera, y sin poder tener acceso a lo que pasaba claramente, No había nadie más a quién pedirle se hiciera cargo de él, a excepción de un hombre de edad avanzada que realizaba el aseo y a través del cual me enteraba del estado de mi compañerito. 

Oí pasar al otro coro a escena y dentro de mi sentía la angustia de cual era la decisión correcta: Dejarlo, al fin y al cabo no era nada grave, y en unos minutos después de cantar, regresar, o permanecer a su lado, porque tampoco era claro qué es lo que le estaba pasando ni si iba a empeorar. Minutos que se convirtieron en un tiempo de conflicto, de no saber qué decisión tomar. De renunciar a algo tan deseado,  de sentirme inhumana por dejar a alguien en ese trance. En ese momento en que yo me debatía en que era o no lo correcto, o lo que iba yo a hacer, mi querido cantor salió ya recuperado. El color le había regresado a la piel y aunque todavía advertía en él cierto malestar, me dijo que podía continuar. Al paso más acelerado que pude, lo tomé de la mano y nos encaminamos de nuevo a tomar fila para entrar, pidiendo a Dios que todo saliera bien. Justo en ese momento nos estaban anunciando. 

Mi querido compañerito se sobrepuso y pudo cantar e interpretar la flauta como siempre lo hace, con todo el corazón. Creo haber disfrutado doblemente ese momento que parecía no querer llegar. Al salir, ya una vez libre del estrés, la emoción, el conflicto de decidir, tuve la sensación de que definitivamente Dios desde algún rincón del teatro me observaba y reía, ¡me había jugado una broma! 

Hasta ahorita, siendo sincera, no sé que hubiera decidido, ¿hubiera sido más fuerte mi vocación de servicio como médico, o el cumplir un sueño tan acariciado como era el estar cantando en Bellas Artes? A veces es bueno no haber tenido que tomar una decisión equivocada.

(Reciclado por valioso)

Recorrido turístico por Kiev, Ucrania

 
Lo que nuestros hermanos ucranianos han perdido en esta semana: Una ciudad capital esplendorosa, un bagaje cultural único, pero sobre todo la paz y el orden que construyeron en 30 años. Oremos por ellos.