domingo, 25 de junio de 2023

MINUSCULE - Aventuras de abejas

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

ALAS Y VIENTO

Por segunda ocasión en los últimos meses, las integrantes del Taller de Historia de Piedras Negras disfrutamos de una espléndida charla motivacional presentada por el General Brigadier Fidel Mondragón Rivera, comandante  de la 47 Zona Militar con base en la ciudad.  Sus dotes como docente destacan desde el  momento en que se coloca frente al público, en esta oportunidad  para abordar el tema del liderazgo. Nos presentó  una amplia revisión de  los elementos con los que se construye esta función de líderes, tan necesaria en toda organización. Habló de moral como punto de partida, para, más delante, ir diferenciando los componentes que  llevan al ser humano al desarrollo de una  conciencia propia.  Dejó muy en claro  conceptos como  conocimiento y experiencia; valores y virtudes, que llevan a alcanzar un estado de maestría, que él denomina “mentoría”.  Esto es, la amplia experiencia del ser maduro  puesta al servicio de quienes vienen detrás.

De entrada, lanzó una pregunta: ¿Cuántas de ustedes  creen que los valores ya no existen, que se han perdido? De ese punto partió su desglose de elementos que van conformando los valores en el individuo, comenzando por la casa con el ejemplo de los padres y la comunicación que –idealmente—debe de haber entre padres e hijos para que la ecuación funcione.  De una forma muy original el General Mondragón combinó filosofía aristotélica que postula a  la experiencia como fuente del conocimiento, con el pensamiento de Immanuel Kant acerca de la individualidad y la autonomía, y las ideas revolucionarias de Arthur Schopenhauer sobre la reflexión, hasta venir a aterrizar en autores de actualidad, como  Jorge Bucay o Paulo Coelho.  Sin lugar a duda –enfatizó-- en la vida las cosas cuestan, algunas cuestan mucho, pero finalmente todo esfuerzo habrá valido la pena en el logro de un ideal.

Al referirse a las relaciones dentro de la familia narró una experiencia muy personal  que vivió con su esposa y sus hijos.  Durante una sobremesa  preguntó a sus dos hijos  cómo lo veían a él como padre.  Su hijo Eduardo respondió con una frase así de poética como de profunda: “Eres el viento de nuestras alas”. Frente a esta concepción podríamos sentarnos horas enteras a reflexionar.  Revela que los hijos tienen voz propia.  Que han crecido en un clima de respeto hacia sus  opiniones, de libertad para experimentar y así crecer, midiéndose en distintos escenarios hasta descubrir de qué tanto son capaces.   Implica un merecido reconocimiento hacia la figura paterna que ha estado ahí para impulsarlos, con la confianza puesta en ellos, en que sabrán tomar decisiones.  Como todo en la vida, hay riesgo de que alguna  no sea la mejor decisión, pero es solamente a través de la confianza parental que los anima, que se lanzarán a probar por uno u otro camino hasta dar con el indicado.

“Eres el viento de nuestras alas”: Tú confías en nosotros y nos permites volar.  Así pues, lo hacemos en la confianza de que, como padre, nos das el impulso necesario para emprender el vuelo.  ¡Qué satisfacción tan maravillosa para un padre!  Verificar que su  misión como formador se ha cumplido, y que, de todos modos, seguirá estando ahí  siempre, para apuntalarlos, escucharlos, animarlos en las horas difíciles que lleguen a enfrentar.

De toda la plática del General me quedo con estas palabras tan iluminadoras.  Me llevan a meditar acerca de mi escucha como madre: ¿Es suficiente? ¿Es efectiva? ¿Está cubriendo las necesidades de comunicación que sienten mis hijos?   Por desgracia estamos viviendo unos tiempos en los que priva el individualismo por encima de muchas otras esferas del ser humano.  En buena medida lo hacemos de modo irreflexivo: no nos detenemos a razonar nuestro propio desempeño como integrantes de una comunidad, llámese familiar, laboral o ciudadana.  Tal vez estemos muy obsesionados con el  celular en la  mano, aislados del resto del mundo. O atendemos a los demás a medias, volviendo la mirada de manera intermitente a la pantalla, sin plena concentración en lo que la otra persona quiere decirnos.  Así vamos perdiendo contacto con la realidad, con esos seres que son tan importantes para nosotros, pero que a la vuelta de tantas distracciones se sienten abandonados.  No les ponemos la debida atención, lo que ellos podrían interpretar como que no les estamos dando suficiente importancia como personas.

El hogar  representa el origen de toda sociedad. Una vez abandonado porque ha cumplido su función formadora, verá  regresar  a los hijos por placer gozoso o en busca de algún consejo, o en apoyo de sus mayores.  

Formar hijos orientados al bien colectivo, preparados para conocerse. Para reconocer las necesidades de otros, y ser felices con atenderlas, es hacer política. Y de la buena.

CARTÓN de LUY

 


NIÑO PRODIGIO de la MARIMBA, Samuel Palacios

REFLEXIÓN de la página de Alfredo Torres Zambrano

 

Todos necesitamos ser escuchados por un buen amigo que no nos juzgue al serle confesado algo de nuestra vida. Pero tristemente no todos saben guardar un secreto y ser fieles a tu confesión,

Algunos amigos te escuchan y lo llevan por la vida haciendo público,
pero existen algunos que incluso darían la vida por ti, aquellos que se quiebran cuando te miran llorar, los que correrían hacia ti para cobijarte en un abrazo, sin importar día, hora, ni tiempo climático. Ellos estarán ahí para hacerte sentir fuerte y te acompañarán en tu proceso, hasta verte de nuevo sonreír y lo harán contigo,

Tener amigos es normal y común

Pero tener hermandad y lealtad en un amigo que te cuida, te quiere y ama es una dicha y una bendición .

EXPERIMENTO SOCIAL: El poder del agradecimiento

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Como hija que soy de un padre que supo serlo y dejó en mi la imagen del amor, del respeto, de la convivencia, quien fomentó siempre la unión familiar y la solidaridad, admiro a los hombres que logran dejar en sus hijos, no la imagen del padre perfecto, pero sí la de un padre que se esforzó por ser el mejor para sus hijos.

Difícil tarea la de la crianza, más difícil la de compartirla con la pareja , cuando cada uno de los padres recibieron distinta educación, tienen a veces distintas creencias, y un concepto de como educar muy diferente. Se requiere no competir, sino conciliar, tratar de coincidir, saber ceder y no siempre imponer; cooperar. Ya no son tiempos en que el hombre sale a trabajar y con ello ya no tiene responsabilidad alguna dentro del hogar o en la educación de los hijos. No es el que llega tan solo a reprender, cuando la madre después de todo un día de ardua faena con sus hijos, le informa de las malas conductas.

La paternidad es participar en todas las actividades que se requieren para el desarrollo físico, mental, social, emocional de un niño. Habrá necesidad de establecer ciertos roles, pero con la elasticidad suficiente para que ni mamá ni papá se sientan excluidos de poderlos realizar.

Creo que hay una nueva generación de padres que ya han entendido que portar una pañalera, dar biberones, llevar a los niños al parque o con el médico, o quedarse a cuidarlos mientras la madre trabaja e incluso aceptar hacerlo para que ella disfrute de una salida a divertirse, no les resta hombría. Por el contrario, es una renuncia a un machismo que solo los excusaba de ser verdaderos padres que asumen su responsabilidad, y no convertirse tan solo en proveedores materiales, sino sentimentales, imprimiendo en los hijos esa imagen paterna que no es la de un jefe de familia que tan solo demanda y dicta órdenes, sino que educa a través del ejemplo, exigiendo tan solo lo que él mismo ofrece a los demás miembros de la familia.

No hay ya espacio para padres dictadores, ególatras que solo tienen hijos para presumirlos por sus logros o para achacar sus fallas a la mala atención materna. Los hijos más que nunca requieren ser tratados con amor, con valores que se vean reflejados en la conducta de los padres, con total congruencia entre la palabra y la acción. No dejar a los hijos a merced de la tecnología, para impedir que pierdan la sensibilidad del trato personal, humano, que nos deja en el alma por siempre los mejores recuerdos de nuestra infancia, y adolescencia. Recuerdos que nos acompañan toda la vida, haciéndonos sentir afortunados de haber tenido a un padre que entendió y vivió la paternidad guiado por el amor, porque siendo así, por imperfecta que fuera, habrá dejado huella que se refleje en nuestra adultez, haciendo de nosotros a la vez mujeres y hombres que forjemos un mejor destino para nuestros hijos.

Admiro a padres así, vivo agradecida por haber tenido un padre maravilloso. Que mis hijos y ahora mis nietos también lo hayan tenido, un gracias enorme por todo su amor y su ejemplo.

Qué mejor festejo puede haber para un padre que llevar en la conciencia y en el alma la paz que da poder decir "misión cumplida"

VIAJE A LA LUNA : Filme de 1902 - Georges Méliès