domingo, 26 de enero de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

LA FELICIDAD SE APRENDE

En los últimos diez años las ciencias sociales dan un especial enfoque a un aspecto de la vida: la felicidad. Esta vez se estudia desde la ciencia, a través de lo que se conoce como neuropsicología, que aborda la conducta humana a partir de los eventos que ocurren en el sistema nervioso. La difusión de estos conceptos se viene haciendo a través de libros, artículos en revistas especializadas, seminarios y conferencias, así como mediante difusión en redes sociales.

Tal Ben Sahar es un catedrático de la universidad de Harvard, especializado en psicología positiva y liderazgo. En un seminario intitulado: “Elegir su vida”, define la felicidad como la sensación general de placer y de sentido. Dentro de sus enseñanzas asegura que la felicidad, como tantas otras cosas en la vida, se puede aprender. Habla entonces, de rituales diarios que ayudan a desarrollarla, y que funcionarán en la medida en que hagamos de ellos una práctica constante. Comienza refiriéndose a la gratitud como un hábito que nos hace ver la vida de una mejor manera, sentirnos más sanos y expandir nuestra generosidad hacia otros. Dado que estamos agradecidos con lo que hemos recibido, nos hallamos en mejor disposición para beneficiar a otros. Enfatiza en dos modos de agradecer: Uno es para nosotros mismos, digamos, cada noche antes de dormir, y el otro es agradecer a quienes forman nuestro entorno más cercano.

Otro ritual que recomienda el catedrático es el ejercicio físico, al menos durante 30 minutos tres veces por semana, lo que favorece la liberación de neurotransmisores que ayudan al bienestar, al buen dormir y a la salud cardiovascular. Y uno más que señala como importante, es aumentar las relaciones interpersonales, ya sea en número o en profundidad.

Rosalinda Ballesteros es Maestra en Psicología Positiva por parte de la Universidad de Pennsylvania, con doctorado en Estudios Humanísticos por el ITESM, actualmente funge como directora del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral de la Universidad Tecmilenio. Ella abunda en el concepto de felicidad eudaimónica, refiriéndose a la sensación de bienestar personal que se logra cuando llevamos a cabo experiencias con propósito y significado. Más allá de la felicidad hedónica, que se centra en el placer personal como tal, la eudaimónica tiene un sentido social que la engrandece y la vuelve más duradera.

Un enfoque trascendental para conseguir la felicidad, según la doctora Ballesteros, corresponde a lograr calma y conexión. Aun en medio de la agitación de nuestra vida, trabajar por conseguir estos espacios de calma y el propósito de conectar con otros, ya sea en el trabajo, en la familia, o en el simple encuentro fortuito con otras personas.

Simplificar la vida, actuar partiendo de la realidad de que siempre tendremos momentos buenos y malos, pero no por ello nuestra vida se vuelve una desgracia. Y estar conscientes de que, con una actitud positiva conseguimos destacar los momentos agradables y restar fuerza a los desagradables, para que el balance de nuestro día resulte alentador.

Ambos especialistas recomiendan que trabajemos en aceptar que todos somos humanos. En primer término, aplicarlo a nosotros mismos, de modo de ser indulgentes, perdonar nuestros propios errores y no quedarnos anclados a ellos. Después aplicarlo a los demás, aceptando que habrá ocasiones en que se equivoquen, como todos hacemos, y que perdonarlos es un sabio modo de crecer en la relación.

Un hábito más: Otorgarnos el permiso de relajarnos y disfrutar. No todo en esta vida es arduo trabajo siempre. Los pasatiempos permiten al espíritu oxigenarse y renovar energías. En estos tiempos vivimos mucha agitación, el entorno nos impele a estar constantemente haciendo algo, de modo que nos sentimos culpables cuando aspiramos a un rato de relajación y esparcimiento, cuando, en realidad, permitirnos estos espacios es beneficioso para la salud mental.

Los avances de las neurociencias nos facultan a entender mejor que nunca, que estamos regidos por distintos estados de ánimo: La cascada de neurotransmisores nos lleva del placer a la irritabilidad; de la concordia a la agitación. ¿Hasta dónde estamos conscientes de esos modos de pensar y de actuar, como para aprender a modularlos? Ahora, más que nunca, es tiempo de estudiar las bases neuroanatómicas y fisiológicas de la conducta humana, y entender cómo se disparan los mecanismos que rigen nuestro comportamiento. Es maravilloso descubrir que, finalmente, todo lo que en años anteriores dábamos por hecho como algo inalterable, hoy sabemos que, desde la ciencia, se puede estudiar y trabajar por modificar, para llegar a ser mejores seres humanos.

CARTÓN de LUY

 


Orquesta china de música antigua interpreta "El Cóndor Pasa"

 
¡Qué maravillosa conjunción de sones andinos con música oriental! 
No cabe duda de que todos somos uno.

POESÍA de Julio Trujillo, poeta recién desaparecido


 Tomado de la página de la Coordinación Nacional de Literatura

Charla motivacional con el Dr. Mario Alonso Puig

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


A veces nos falla el sistema inmunológico y las infecciones nos hacen su presa. Eso sucede igual en el ámbito emocional, y deslindar uno y otro es materialmente imposible. La interrelación de nuestros órganos, intestinos, corazón, cerebro, la participación que se sabe ahora reviste la microbiota intestinal sobre todo sobre nuestra gestión de emociones, requiere que tengamos saludables ambos terrenos inmunitarios porque el uno afecta al otro a favor o en contra.

Alguna vez pude constatar tal cual dicha interacción, cuando inmediatamente después de un fuerte stress emocional me apareció por primera vez un herpes oftálmico. Fue un tiempo largo de recuperación y por más que quisiera apartar ese episodio de la aparición de la enfermedad no había manera; mi inmunodefiiciencia emocional al no haber sido capaz de contrarrestar mis emociones negativas, me llevó a ello. Nunca había sido para mi tan patente esta asociación.

Creo más fácil saberme procurar salud física que la emocional. Definitivamente como médico me esfuerzo por evitar lo que me daña, lo que afecta mi bienestar físico, pero en lo emocional, a pesar de que se supone tantos años vividos me debieran dar la sabiduría para hacerlo, no lo logro en muchas ocasiones.

Sigo trabajando en el no fijar expectativas en lo que espero de los demás, en no estar evaluando si me quieren o no me quieren tanto como a otros. Estoy tan acostumbrada a ser tan querida que apenas siento que se me retira un afecto, o me siento en abandono en momentos que requiero apoyo, que me lastima tremendamente, haciéndome sentir desdichada y lo más triste es que solo yo doy cuenta de ello. 

Cuestionarme los porqués, sin encontrarlos, luchar contra mi resentimiento y evitar reproches, aceptar que está en mí y solo en mí la interpretación de los hechos y que finalmente el sobrellevarlos y asumir mi responsabilidad en cómo los percibo, me tendrá que llevar a ubicarme en el justo sitio en que debo estar y no a merced del lugar que me quiera dar alguien más que yo misma.

Amor propio, trato amable conmigo mismo, aceptación de mí hacia mí, no pretensión de buscar agradar, recibir lo que se me quiera dar, no reclamar, (en este ámbito tengo mucho que trabajar) y aprender a no depender o a arriesgar mi inmunidad emocional por situaciones que van a seguir sucediendo y que no me deben debilitar.

La vida me ha preparado para grandes retos, puedo estar agradecida porque he sido blindada con amor y solidaridad que me han permitido salir avante.

A preservar mis defensas, a no permitir que antígenos menores me debiliten, a reconocer cuando haya que lidiar una batalla y a desdeñar aquello que la mente nos deforma y magnifica causando un desgaste emocional inútil.

Andy: Historia de un perro de compañía