domingo, 16 de abril de 2023

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

14 DE ABRIL

He descubierto, de un tiempo a la fecha, que, al momento de escribir las columnas periodísticas, incluyo en ellas algo de mi lectura en turno.  Tal es mi tributo personal a esos autores que nos abren los ojos a la vida.   En esta ocasión se trata de Rosa Montero en su obra híbrida: “La ridícula idea de no volver a verte”.  Habla sobre Marie Curie; lo hace desde su autobiografía, en sororidad con la científica que, al igual que la autora, hubo de vivir el profundo duelo por la muerte del amado. Hace hincapié en ese paternalismo que pone freno a las aspiraciones de la mujer. Voy señalando al margen las citas más representativas para mí, esas que me propongo no olvidar nunca.  La que aquí transcribo dice: “Para vivir tenemos que narrarnos; somos un producto de nuestra imaginación”.

El 14 de abril tiene un significado particular en mi vida.  En un día como ese nací; guardo recuerdos gozosos de las fiestas que organizaba mi señora madre para celebrar los cumpleaños, en particular tengo muy presente la ocasión en que ella había llamado al diario local para retratarnos juntas por la ocasión.  Esa mañana decidí que ya no quería tener fleco, así que cogí las tijeras del costurero y me tronché el copete, por lo que aparezco en esa fotografía como “pájaro loco”.  Pero no teman, no  me voy a pasar la columna hablando de mis fiestas infantiles.  Menciono la fecha, pues más delante hay dos 14 de abril muy significativos en los que, atendiendo las palabras de Rosa Montero, reconozco que me he reinventado.  Uno fue en el año 2009 cuando, justo en el día de mi natalicio me hallaba en Monterrey, en el CMNE del IMSS, yendo del consultorio de Oncología al octavo piso, para recibir  la sesión inicial del primer ciclo de quimioterapia que salvó mi vida. La siguiente fecha es justo la actual, en la que celebro nuevamente la vida de un modo victorioso, habiendo superado un cuadro cardiopulmonar agudo  muy grave que apareció como ladrón, de la nada, una tarde el pasado mes de julio  y que me llevó a descubrir que, al menos en mi caso, la experiencia cercana a la muerte no se presentó luminosa, rodeada de mis seres amados que se han adelantado, sino como momentos de absoluta oscuridad que bombardearon mi estado de consciencia durante varias horas.  

Desde 1980, cuando comencé a colaborar con “El Siglo de Torreón”, solicité  publicaran mis artículos  en domingo.  Los cinco años previos, en “La Opinión”, diario lagunero, ahora Milenio, aparecían  en martes y jueves.  Dominicales, pues, han sido mis columnas en los diarios donde publico, y a partir del 2010 dominical también  el blog, que inicié, por cierto, un 14 de abril. El viernes de cada semana preparo el material dominical; hoy coincidió con mi cumpleaños y con la lectura de Rosa Montero. Ello me hace tomar conciencia de cómo la vida es una sucesión de minúsculos momentos que solemos olvidar en su unicidad, pero que en  conjunto nos pintan un panorama estilo impresionista, en el cual vemos reflejados nuestros estados de ánimo, nuestros sueños y el propio avance.

Hace 14 años tenía una cita con la medicina, por un camino doloroso, sí, en muchos aspectos exhaustivo, también, pero en definitiva una promesa de vida. 

14 de abril: Fecha significativa para mis padres, quienes por fin cumplían su deseo de iniciar una familia.  A lo largo de los años de convivencia hasta la muerte de uno y otra, sé que fui una hija que no precisamente atendió las expectativas paternas y que en muchas cosas falló en cumplir las asignaturas familiares que le correspondían.   Hoy les digo: he aprendido la lección, tal vez por la vía menos fácil, pero lo he hecho.  Asimilé a fondo “la sabia lección del perro”, esto es, vivir el momento presente como si no hubiera nada más, de modo de agotar  el hoy a fondo.

En el tiempo de vida que me reste me propongo ser tan feliz como sea posible, con las pequeñas cosas cotidianas, con simplicidad; atendiendo más lo que dicta el corazón que lo que marca el mundo allá afuera.  Seguir gozando de un buen libro, aprendiendo de la experiencia que otros nos obsequian a través de sus letras, y reinventándome más y más, buscando ser una versión “editable” de mi persona, en cuya historia, tal vez, algún peregrino  pueda hallar un signo alentador en el camino. Dispuesta a decir lo que pienso, pero eso sí, tratando de encontrar siempre la arista positiva a cada escenario que me toca vivir.   He rozado en dos ocasiones las sombras de la muerte.  Entiendo que no es más que el epílogo de la vida; en mi caso una vida que pretendo exprimir hasta la última gota mientras las facultades me lo permitan.  Y finalmente, en uno de esos bombardeos negros que ya visité por un rato, partir a esa dimensión desconocida que hoy solo adivinamos con la imaginación.

CARTÓN de LUY

 




Khzema - Masmoudi Quartette

EPIFANÍA DEL SILENCIO

 

EPIFANÍA DEL SILENCIO

En el silencio total del alba, antes de que cualquier trino venga a rasgar el aire mañanero, surge ella: Virginal blancura que se va abriendo paso entre  el ramaje. Se hace presente sin anuncio, como doncella esperando a ser adivinada en una discreta banca del parque.

El milagro se repite año con año de igual manera, en el total silencio del alba.   El macetón amanece de fiesta vestido con los blancos ropajes de una gardenia cautivadora, cuyo perfume atrapa al que se le aproxime, para transportarlo a los mundos de la imaginación.

Hoy es un día especial de primavera: El viejo macetón de barro viejo y oxidado amanece coronado por la más bella de sus hijas.  Por esa que hemos esperado el barro y yo a lo largo de todo el año, cuidando de proteger sus ramas madres de los rigores del frío. 

Aquí está.  La naturaleza prodigiosa triunfa una vez más y lo hace como ella suele hacerlo: Desde el silencio, serena, esperando ser descubierta.


Encasillar personas distintas a nosotros

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


" No le temo a la muerte, más le temo a la vida" así dice una canción de Antonio Aguilar, y hago mía la frase, porque sinceramente me queda a la medida. Día a día, hago una profunda inspiración y me levanto con la firme decisión de ser positiva, de vencer temores, de dejar fluir la vida y hacerme cargo tan solo de seguir el ritmo del día, sin que vengan a mí sobresaltos que me impidan disfrutar de todo lo bueno que a mi alrededor ocurre. Miento si digo que a pesar de tantos años vividos, he aprendido a confiar en dejarle a Dios toda la responsabilidad de mi vida; sentir que con ello yo estoy libre de la necesidad de preocuparme, de que todo está más allá de mi voluntad de que suceda o no, o de ser la solución a todo lo que se me presente.

No, no me es posible, pudiera ser falta de fe, pudiera ser negatividad, pero sea lo que sea, lo que más he podido hacer hasta ahora es vivir con mis miedos, es sobrellevarlos, pero los llevo conmigo a donde vaya, sin decir que me paralizan, porque tengo la fuerza para cargar con ellos, porque los he aprendido a ver, no como enemigos, sino como compañeros poco amigables, pero que definitivamente decidieron quedarse a mi lado y a los cuales tendré que tolerar el resto de mi vida.
Cada amanecer renuevo votos por lidiar con ellos, por asirme de las alegrías que me ofrece la vida gratuitamente, porque mi existencia es collage de vivencias en las que resplandecen más las que me han llenado de felicidad, de amor, de capacidad de recuperar la fortaleza aún cuando he sentido iba a desfallecer.

Sigo la vida sonriéndole, para que aunque así no sea, crea que voy ganando, no aspiro a la felicidad utópica, tan solo disfruto de mis retazos de paz, donde puedo aspirar la fragancia mejor de esta vida, y la llevo hasta mi alma, para inundarla con ella y hacerla sentir que entre ella y yo enfrentamos todo temor, y si no ha sido posible desterrarlos, nos les unimos, entendiendo que para vivir se requiere ser temerario ante la vulnerabilidad inherente a ser mortales.

Asado francés - Video animado de Charlie McCormick