sábado, 16 de julio de 2011

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

FACUNDO: UNA ÚLTIMA LECCIÓN
“No, tú no puedes estar en ese frío ataúd cruzado por  banderas,  y  un cubrecajas  de  flores blancas encima.  Aquí hay un error, tú  saliste de gira, como tantas otras veces.”
Ha pasado una semana y aún no salimos del  asombro, sobre todo aquéllos que por cuestión etaria más lo conocimos: No entendemos cómo Facundo, el cantautor de nuestra primera juventud  pudo haber muerto. Que  esa voz en la  que hallábamos la nuestra propia  para alzarnos  en contra de la opresión  y la injusticia, haya  callado para siempre.  La vida piensa que nos vamos a tragar la historia de que nuestro poeta del buen humor que supo sortear las vicisitudes de la vida con singular alegría, ya no vendrá a reconvenirnos como el hermano mayor, para luego encaminar nuestros ánimos a sembrar la paz. Más allá del rigor de la materia el poeta del amor no  puede morir,  no hay plomo que logre acallarlo.
   Frente a  esta mezcla de sentimientos encontrados me puse a recordar los  inicios de los  años setentas cuando   llegaba a México bajo el nombre de    “música de protesta”  la nueva canción latinoamericana, proveniente  tanto de Cuba  como del Cono Sur.   Fueron los tiempos  del  Ché Guevara, de Avándaro,  del arribo amigable de la filosofía oriental a nuestro continente.  Esos acordes acompañaban  letras con alto compromiso social, a cuyos   representantes Silvio Rodríguez llamaría “poetas con guitarra”.  En este clima de nostalgia   aún respira por las heridas mi país, ese 2 de octubre que nos duele por historia o por herencia; ese halconazo del  71, y  un puñado de movimientos populares que han  querido silenciarse de manera cruenta a lo largo de cuarenta años  de Guerra Sucia.  Son muchas las   masacres de  dolorosa  memoria que han  tratado de taparse  con el polvo de los tiempos, minimizar con el  comunicado oficial, y someter a juicios manidos que  salvaguardan a personajes acusados de crímenes de lesa humanidad, dejando en el lugar de siempre a los de abajo, a los menos favorecidos, a los rebeldes, a los inconformes.
      Traigo a mi memoria las grandes injusticias latinoamericanas  y descubro que siempre hubo  para cada una de ellas,  una cura poética que  amainaba  las penas del alma.  Vienen las voces de Víctor Jara,  Atahualpa Yupanqui,  Alberto Cortez,  Mercedes Sosa; Violeta Parra;  Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amaury Pérez; Joan Manuel Serrat… La lista se antoja interminable, y en cada acorde, en cada canto, quienes tenemos la edad para hacerlo, guardamos un pedazo de nuestra propia vida personal.  
   Dicen los  conocedores que la trova latinoamericana se ha vuelto trivial, que se ha vaciado de contenido social, de  suerte que los acordes que ayer acompañaran las grandes luchas a favor de los derechos humanos, hoy en día    abordan  temas que vendan, dentro de un mundo sumido en el consumismo, que abandona los ideales por los que muchos han dado la vida, para centrarse en temas  personales y baladíes.       Hay luto en la música latinoamericana, pero más que eso, hay luto en las esperanzas que aún veíamos volar, tanto sobre el Mar de la Plata como sobre los altos de Chiapas,   las  Costas Chica y Grande de Guerrero,  y sobre  Oaxaca.   Particularmente en estos últimos años cuando la imagen desencajada de la muerte abandona los tabloides amarillistas para instalarse cómodamente en nuestros hogares, en el seno de la familia, dispuesta a no abandonarnos jamás.   Con Facundo se va ese lado amable que llama a poner la mejor cara frente a la mayor de las desgracias, y nos invita casi entre susurros a hallar a Dios en los rincones donde nadie más lo buscaría.
   Vivimos tiempos de continuo sobresalto;  la descomposición social cunde  a manera de un cáncer imparable y amenaza con tomar a nuestros hijos, ya como sicarios, ya como víctimas.   Los principios que con amor y paciencia nos inculcaron nuestros mayores de repente aparecen caricaturizados en las mentes de nuestros jovencitos, quienes no parecen   muy dispuestos a emprender la vía larga del trabajo para alcanzar los satisfactores que la globalización busca imponerles.   Facundo es la voz que nos llama a no desfallecer, a reforzar nuestra fe y nuestro amoroso cuidado por la Tierra y sus hijos de barro y cielo, y que llama a celebrar la vida cada instante.
   Quizás la pregunta que provoca una angustia vital es: ¿Qué vamos a hacer sin el poeta?... La respuesta está en nosotros mismos, en atender ésas sus palabras cuando dice: “No perdiste a nadie, el que murió simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos.  Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón.”  Quiero creer que con su muerte nos jugó una última broma, nos dejó una última lección  de desapego por la que siempre lo recordaremos.  Descanse en paz.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Competencias
Sobran oportunidades para trabajos juveniles de verano.
De media jornada, muy modestos y muy útiles para la comunidad.
Pero las leyes laborales hacen prohibitivo emplear a un adolescente.
Se supone que no son contratables; que no tienen edad para hacerlo.
Pero en la práctica, tienen más competencias que adultos no instruidos.
Manejan la computadora, las redes sociales, la mensajería.
Saben navegar en bancos de datos y tienen fuerza física.
Pero la ley los declara discapacitados; los prefiere ociosos.
jvillega@rocketmail.com

VIDEO: Desde la Laguna para el mundo.

Éstas son las riquezas que los coahuilenses no estamos dispuestos a dar por perdidas en manos de los delincuentes.  Respecto al Puente de Ojuela que se incluye en este video, la obra de ingeniería civil para la sustitución de las torres    fue encomendada a principios de los noventas por la empresa Peñoles y  el Gobierno de Durango a mi señor padre, Agustín Maqueo Cario, cuya salud no era la mejor para entonces.   En aquel momento el  puente  era considerado el  más alto del país, tendido sobre una brecha de 95 metros, con una longitud de 315 metros; sus colegas lo tacharon de loco por aceptar aquella obra, algo de lo que poco o nada se habla ahora que el puente  funciona al 100% para fines turísticos.  Para él fue la obra de su vida.

BELLO TEXTO DE EILEEN CADDY

Eileen Caddy (1917-2006)

¡La vida es sencilla! ¿Por qué habrías de complicártela?
 ¿Por qué escoger una ruta tortuosa cuando tienes el camino recto ante ti?.
Permite que la vida se desarrolle en ti, y no intentes forzar su desarrollo.
No puedes forzar la apertura de una flor, pues si lo intentaras, destruirías la belleza y la perfección de esa flor debido a tu impaciencia.
Hay un tiempo preciso para cada cosa.
¿Por qué no, pues, seguir el ritmo de la vida, fluir con él y contemplar cómo se despiertan Mis maravillas y Mis glorias con auténtica perfección?
Cuando se hace algo fuera de su tiempo, el resultado es que queda retrasado en lugar de que ocurra con la velocidad adecuada.
Por tanto, espera en Mí de forma callada y confiada, y nunca te precipites a hacer algo antes de que haya llegado su hora.
Al mismo tiempo, nunca te dejes arrastrar perdiendo de ese modo un tiempo precioso.
Date cuenta de que hay un diseño y un plan gloriosos en todo lo que estás haciendo, y da eternas gracias.
Eileen Caddy

VIDRIO SOPLADO desde Jalisco: Pasos de la técnica de la A a la Z

CABRAL: Escribe Ángel Gavidia, poeta peruano.


Aclaración preliminar: El borrador de este  escrito  comenzó a circular por Internet en la semana que concluye siendo eso, un borrador.  Este es el texto definitivo enviado por el propio autor Ángel Gavidia; se publica con  autorización expresa de su parte.
Yo no sé si Facundo Cabral fue poeta. Pero estoy seguro, sí, que fue un gran criador, un amoroso pastor  de palabras: ariscas unas, otras no tanto, otras mansas como tiernos corderos, todas útiles para el hambre del alma. La palabra se acostumbraba en Facundo Cabral. Se acostumbraba tanto que rápidamente adquiría su dejo, su hondura, el trajín de sus andanzas incluyendo el polvo inevitable de los viejos caminos. Sea hablada o cantada la palabra brotaba  repleta de  su humanidad, de su ser místico y pagano, ascético y voraz disfrutador de  vida, sabio. Porque Facundo era un hedonista de a de veras, por eso se había vuelto experto en reconocer la  chafalonía, el contrabando, la impostura, con las que se atosigan muchos desperdiciándose lastimeramente. Contaba que un día sorprendió a la madre Teresa de Calcuta curando unas heridas que inundaban  el ambiente de un olor intolerable. Yo no lo haría, madre, ni por un millón de dólares - le dijo el cantautor. Yo tampoco lo haría por un millón de dólares- contestó la religiosa. Lo hago por amor…
Resiliencia es una palabra prestada de la física para que los psicólogos  designen al fenómeno por el cual la adversidad (la terrible adversidad) lejos de liquidar a los individuos que la sufren les permite levantarse más fortalecidos, mejores seres humanos. Es el caso de Cabral. Su padre abandona a su madre un día antes de que él naciera. A los 7 años, la madre agobiada por la pobreza lleva al niño a la estación del tren y  lo embarca a la aventura. Hay acá una anécdota interesante. El niño logra entrevistarse con Evita Perón, a la sazón primera dama, y le pide trabajo. La mujer del líder justicialista comentaría entre aliviada y sorprendida: por fin alguien me pide trabajo y no limosna. Ella lo ayudó mucho. Pero el futuro cantautor  cae precozmente en el alcoholismo y hasta en la delincuencia por la que estuvo encarcelado. Un sacerdote jesuita le enseñó a leer y a escribir en la cárcel. Un vagabundo le leyó “El Sermón de la Montaña”  y lo inició en una religiosidad sin secta, como refiere  César Lévano. El periodista cita también una escueta  autobiografía: “fue mudo hasta los 9 años, analfabeto hasta los 14, enviudó trágicamente a los 40 y conoció a su padre a los 46. El más pagano de los predicadores cumple 70 años y repasa su vida desde la habitación de hotel que eligió como última morada”, probablemente esta autobiografía fue escrita  hace 4 años por que el payador  nació en mayo de 1937. Y sí, pues, a la dureza de su infancia, adolescencia y primera juventud se añade un accidente de aviación en la que fallecen su hija y su esposa. En él calzan los golpes vallejianos, aquellos “como del odio de Dios”. Pero resiste, como aquel aromo estrujado por la roca, golpeado por la inclemencia de los vientos, al que cantara con tanta intensidad y ternura su paisano Atahualpa Yupanqui, aquel sufrido arbolito, dice, “con un  alma tan linda que en vez de morirse triste  hace flores de sus penas”.
Manifestaba Cabral que su madre murió contenta porque entre otras cosas  había notado que su hijo cada vez se parecía más a lo que él cantaba. Quizás por esto su palabra tenía tanto peso; es que iba cargada de su propia vivencia. Existía una correspondencia perfecta entre la palabra y la acción, conducta inusual en estos tiempos de apariencias, de manipulaciones, de vedadas estrategias que sin embargo son indispensables para llegar al “éxito” entre comillas.  Facundo Cabral decía que la felicidad estaba dentro de uno mismo y más al alcance de lo que nos parece; decía también que el perdón aliviana la vida enormemente (él perdonó a su padre al que muchas veces quiso romperle el alma. Al encontrarlo por primera vez, a los 46 años, todo el odio almacenado durante tanto tiempo se vertió al suelo  al amparo de un largo y emocionado abrazo). Manifestaba que las  mejores y mas bellas cosas son gratuitas (y eso que no conoció el ocaso en la playa de Huanchaco  ni un alejado caserío liberteño llamado Cundurmarca). Y, claro, era firme en el cuidado de su  libertad: Vivía en los hoteles, en los aviones, en el diálogo con sus ávidos seguidores y también en los amplios espacios que le daba su   nutricia y purificadora soledad.
Quiero ver su muerte como una severa llamada de atención al mundo. Un optimista sustancial, un mensajero de la paz, un obediente hijo de Dios cae acribillado en una calle de Guatemala. Centenares de prójimos nuestros han muerto ya allí ante la indiferencia de muchos, de todos. La muerte de Cabral los desentierra, los muestra con su dolor callado. Demasiado simbólica esta muerte. Demasiado sonora. Enormemente vergonzante. Y como siempre Cabral diciendo su verdad sin pudor y respaldándola con su propia (terrible) muerte viva. Honrémosla recuperando nuestra capacidad de indignación, la lucidez y la cordura. El éxito se halla en la bondad, en el amor auténtico, no en el dinero cualquier costo. “Pobrecito mi patrón, cree que el pobre soy yo”
Se nos fue el Maestro llevándose su camisa Lee azul, su casaca de cuero, sus anteojos oscuros. Probablemente su guitarra se quede con su hermano o con su viuda. Pero desde aquí, desde estas breves líneas, le pido que nos deje sus alas.
Trujillo, 14 de julio del 2011

SEGUIMOS CON FACUNDO: Vuele bajo

domingo, 10 de julio de 2011

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

EL ROSTRO OCULTO EN LA RED
La cara oculta del mal, eso  llegamos a ser entre los pliegues inacabables de la red.
Hace una semana  supe que había comenzado a circular por Internet una carta  atribuida a una dama regiomontana emparentada con un aspirante a ocupar  un puesto público en Nuevo León.  La circulación de dicho escrito ha sido  profusa en  el curso de la  semana, y  hace  escasos días  surge la contraparte, esto es, la carta que el perjudicado por la primera pone ahora  a circular en la red.
   Conocí  a la familia   en cuestión años atrás; poco les he tratado en los últimos  tiempos como para  atreverme a   medir la veracidad de las historias, sin embargo  en la primera carta llama poderosamente mi atención  que    se incluye un párrafo de  siete líneas  idéntico a uno   de un artículo de periodismo digital,  que habla acerca de un político.  Por  mera casualidad  tuve acceso  a ambos  escritos, y de inmediato saltó a la vista que esas siete líneas  son  iguales de un texto al otro, variando únicamente  en el nombre del personaje al que hacen  referencia.  De uno a otro escrito están calcados    pormenores respecto a hombres de negocios, empresas, y ciudades en el extranjero;  inclusive son idénticos  los signos de puntuación en ambos escritos,  y hasta una palabra mal acentuada se repite sin ningún cambio de uno a otro.  
   Habría pues qué  adivinar si de la carta copiaron el párrafo al artículo, o si del artículo lo llevaron a la carta, de cualquier manera  algo huele mal. Ahora bien, supongamos que la carta de la dama  es auténtica… Supongamos que haya algún añejo  resentimiento tras la autoría de la misma… Supongamos que es apócrifa y obedece a fines políticos…   Supongamos que el conflicto familiar exista, o no exista, o sea  distinto… Lo más grave  no está  en  el origen de la supuesta carta, ni en lo reprobables  que, de comprobarse,   sean los  hechos relatados en la misma.   Lo grave está  en el universo de personas que la  ponemos a circular en la red,    de igual manera como  hacemos con cadenas de ángeles, oraciones o  remedios mágicos para el cáncer.   Aunque valdría la pena tratar de entender qué vena oscura del inconsciente    nos inclina a reenviar textos acusatorios de situaciones –como ésta--  que ni nos constan, ni son asunto nuestro.
   La red  nos provee de incontables posibilidades; entre otras la de  actuar parapetados tras un anonimato que se  refuerza   cada vez  que pulsamos un botón y ponemos  a circular “ad infinitum” aseveraciones muchas veces infundadas, subjetivas, o francamente perversas.   La tendencia actual de la ciencia es basar en evidencia sus postulados, esto es, para afirmar un hecho necesito presentar elementos comprobados o comprobables que apoyen mi hipótesis.   Gran parte de los contenidos supuestamente científicos que circulan en la red  nacieron en un  momento de  revelación en el que alguien creyó estar haciendo   un gran descubrimiento  científico inédito.  Quizás esta persona   no es médico, y quizás  ni siquiera haya aprobado la materia de Biología, pero de todas formas  se lanza a expresarse por la red, quizás con la mejor intención, quizás con un velado ánimo de sentir que  por un instante  tiene en sus manos el control del mundo, pero eso sí, de manera totalmente empírica,  como  insinuando que vale sorbete estudiar diez o más años la carrera de Medicina, cuando los remedios fundamentales para la curación de las enfermedades  llegan    en un arrebato de inspiración divina.
   Gran error de nuestros tiempos   es privilegiar las apariencias por encima de las verdades de fondo.  Emmanuel Levinas, filósofo del siglo veinte,    hace hincapié en cómo el  dirigirse al rostro del otro  nos lleva a ser impactados  por la desnudez del mismo, nos sensibiliza, y  nos encamina a actuar con  apego al bien y a la verdad.  De lo cual  podríamos inferir que la red provee exactamente lo contrario: Estamos frente a un público sin rostro que facilita comunicar lo que  nos parezca o nos plazca sin sentirnos cuestionados o enfrentados  por el encuentro de persona a persona,   exentos del riesgo de toparnos con miradas que nos   pidan cuentas sobre nuestro proceder.  Llevado al extremo, ello explica también por qué un adolescente es capaz de subir a la red un video suyo sexualmente explícito, amparado de manera ingenua  por la idea de que ese público sin rostro  no lo conoce,  y por ende jamás lo confrontará.  ¡Pero qué  susto se lleva cuando comienza a descubrir que su vecino, o su maestro, o sus amigas tuvieron acceso a ese video!  ¡En ese momento entra en choque frente a la realidad!
   El  propósito último de la Ética es el bien común; doble mérito representa la tarea moderna de  procurarlo a través de la red.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Novedades
Vaya que se rió Juan el Castellano cuando le contaron lo de los libros.
Que un alemancito, Gutenberg, estaba evolucionando la impresión.
Ahora se podían reproducir los libros por decenas y aún por cientos.
¿Y a quién le importa? Se burló Juan. ¿A monjes y sabios?
La gente del pueblo no sabe leer, no tiene para comprar un libro.
Y ¡rediez! ¡Para qué diablos sirve leer o tener libros, si ahí están los juglares!
Ellos nos cuentan las noticias y hasta le añaden su moraleja.  Igual hubiera resistido Juan otra innovación:
 La computadora, con las mismas razones.
jvillega@rocketmail.com

VIDEO: FACUNDO CABRAL VIVIRÁ POR SIEMPRE

El día de ayer, 9 de julio  fue asesinado Facundo Cabral, una más de las lamentables muertes provocadas por criminales sin escrúpulos. Lo que ellos no saben es que al morir un poeta su poesía no muere; sigue junto a nosotros y es medicina para los ratos aciagos, y vino generoso en  las horas dulces.
"Para mí la muerte nunca fue un tema serio. Más bien es excitante la idea de la gran hembra, la muerte. Yo me imagino que el paso final debe ser como el silencio en el teatro, antes de que se encienda la luz. El paso al otro lado debe ser así. Ese silencio." Facundo Cabral
¡Viva por siempre en nuestros más sentidos cantos el gran poeta de la vida!

Tomado de Taringa: Autoestima y celulares

La Sección Vida! trajo un artículo del servicio de noticias del New York Times, quizá pasado por alto por algunos lectores, pero merecedor de una discusión seria en las aulas y fuera de ellas: “Son motivo de verguenza celulares sencillos; comparan equipos con símbolos de estatus tradicionales”.

El texto cuenta la experiencia de Chris Glionna, supervisor de restaurantes de una conocida compañía, con su viejo celular. Como el teléfono le daba el servicio necesario, no le preocupaba que estuviera fuera de moda. Pero… (siempre hay un pero) sus colegas lo molestaban y se burlaban cuando extraía su “pisapapeles” del maletín. Llegó a sentirse tan avergonzado que hace un par de meses lo cambió por un BlackBerry.

En la pasada Feria del Libro escuché una tesis muy interesante del Dr. Alejandro Morton: la Crisis de Estados Unidos se debe, entre otras cosas, a la inseguridad que los norteamericanos tienen en ellos mismos; su continua necesidad de comprar jamás será satisfecha porque esperan que la satisfacción personal venga de lo comprado, y jamás será así.

El domingo pasado, la carta de un lector, Julián Villarreal, coincide con Morton: “… a nivel social no nos hemos dado cuenta de que ese impulso descontrolado por comprar es, en el fondo, la causa profunda de la crisis económica que ha cundido ya por todo el mundo, alimentada por un sistema financiero insaciable que facilitó recursos para que compraran quienes no tenían con qué”.

Pocas cosas hay más tensionantes que tratar de mantenerse a la moda en ropa, calzado, accesorios, tecnología, viajes, comidas, restaurantes, casas, muebles, cirugías, autos y todo lo añadible. Quien tiene dinero en exceso puede comprar, usar y desechar, pero quienes vivimos sujetos a un presupuesto debemos cuidar qué compramos y entender por qué y para qué lo compramos. Y esa regla se ha olvidado.

En efecto, la presión social existe, pero debemos preguntarnos cuánto nos presiona y cuánto nos dejamos presionar. Porque es muy cómodo justificar nuestros excesos o actos absurdos transfiriendo la responsabilidad a una entidad abstracta (la sociedad), en vez de asumirla nosotros en concreto.

¿Cuál es el problema de que se rían de nuestro celular viejo? La risa es buena y si no les gusta el celular pueden bromear a costa de él y criticar el aparato, a su dueño o a ambos. El problema es de ellos, no del dueño del celular, a menos que éste lo acepte.

Cuando se estudia un guión cinematográfico se aprende a crear personajes creíbles. Debemos pensarlos y darles una personalidad con un carácter, una caracterización y una característica que los distinga de los demás.

La característica la usamos todos cuando describimos a alguien ante quienes no lo conocen: “Es un señor medio gordito, de sonrisa muy agradable” o “Es una mujerbajita, de ojos azules y muy mandona”.

Malo el cuento cuando esa característica se transfiere a una de sus posesiones: “Esel chavo del convertible rojo” o “La señora que usa puras bolsas de marca y tiene una casa enorme” o “Es el director que siempre anda a la moda”. Es decir, su personalidad no emana de lo imprescindible, sino de lo prescindible. Lo primero no se compra en ningún lado; lo segundo en cualquiera, si se tiene los medios para hacerlo.

Un amigo muy cercano es multimillonario, pero nosotros lo averiguamos por accidente tras años de conocerlo. Es sencillo, generoso, adaptable a todo y disfruta lo disfrutable. Jamás presume y nunca hace alarde de nada porque tiene muy claro qué cosas son importantes en su vida.

Las trampas de la presión social siempre han estado ahí. Caen en ellas quienes no se conocen a sí mismos y tienen una escala de valores centrada en lo social y en su desarrollo han tenido carencias afectivas. Las eluden quienes sí se conocen y valoran lo esencial, no lo accesorio.

El vacío personal no lo llena ni los closets giratorios, ni los carros de lujo, ni las joyas exclusivas. La satisfacción de los consumidores insaciables no viene de poseer las cosas, sino de presumirlas ante los demás.

¿Tiene usted un celular del que sus “amigos” se ríen cuando lo usa? Ríase con ellos y úselo hasta que guste. ¿Le duelen las burlas? Entonces CAMBIE de AMIGOS, no de celular. Es lo justo.

SMILE: Charlie Chaplin y Michael Jackson

SABIOS PRINCIPIOS DE MAHATMA GANDHI

Al preguntar a  Gandhi respecto a los factores que destruyen al ser humano,  él respondió:

La Política sin principios, el Placer sin compromiso, la Riqueza sin trabajo, la Sabiduría sin carácter, los Negocios sin moral, la Ciencia sin humanidad y la Oración sin caridad.

La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable;
que las personas están tristes, si estoy triste; 
que todos me quieren, si yo los quiero; 
que todos son malos, si yo los odio; 
que hay caras sonrientes, si les sonrío; 
que hay caras amargas, si estoy amargado; 
que el mundo está feliz, si yo soy feliz; 
que la gente es enojona, si yo soy enojón; 
que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.
La vida es como un espejo: Si  sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. 
La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí. "El que quiera ser amado,que ame".  

INVICTUS: Poema de William Ernest Henley traducido al español

No he visto la película "INVICTUS" sobre la vida de Nelson Mandela.
Por lo pronto me pareció bello este fragmento de la misma; contiene el poema del mismo nombre, de William Ernest Henley, que Mandela leía a diario para no desfallecer.