Novedades
Vaya que se rió Juan el Castellano cuando le contaron lo de los libros.
Que un alemancito, Gutenberg, estaba evolucionando la impresión.
Ahora se podían reproducir los libros por decenas y aún por cientos.
¿Y a quién le importa? Se burló Juan. ¿A monjes y sabios?
La gente del pueblo no sabe leer, no tiene para comprar un libro.
Y ¡rediez! ¡Para qué diablos sirve leer o tener libros, si ahí están los juglares!
Ellos nos cuentan las noticias y hasta le añaden su moraleja. Igual hubiera resistido Juan otra innovación:
La computadora, con las mismas razones.
jvillega@rocketmail.com
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