sábado, 26 de febrero de 2011

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

CHIFLANDO Y APLAUDIENDO
María del Carmen Maqueo Garza
Dos notas destacan esta semana: En primer término la liviana afirmación de Ernesto Cordero, Secretario de Hacienda de que con seis mil pesos al mes una familia alcanza para pagar crédito de casa, crédito de carro, y escuela particular para los hijos. Sentenció además que si nos quejamos, es porque somos muy “exigentes”. Por supuesto que a los quince minutos se desplegó un equipo de portavoces del secretario para decir que “él no dijo lo que dijo”, algo muy común en nuestros círculos políticos, o sea, que lo que oímos con toda claridad, no fue tal, y ahora nos debemos de tragar así en seco, por decreto, la versión de lo que oficialmente debimos haber interpretado. Al día siguiente el propio Cordero ofreció una suerte de disculpa, pero de todas formas nos deja un mal sabor su imprudencia: En primer lugar, porque si el salario mínimo en la región A no llega a sesenta pesos diarios, de dónde demonios salen seis mil pesos al mes. Por otra parte queda visto que el secretario no tiene la mínima idea de economía doméstica, situación poco deseable para el experto nacional en este ramo. Para una familia cuyo ingreso mensual sea de seis mil pesos, esta cantidad alcanza para la canasta básica, transporte, servicios y vestido, lo que obviamente deja fuera opciones como casa, automóvil, y escuela particular, entre muchas otras.
La segunda nota que preocupa, es la salida de Miguel Ángel Toscano de la COFEPRIS. Hoy que amanecí muy refranera, la encuentro “muy ojona para ser paloma”. Difícil atribuir a una mera coincidencia que su salida se dé justo cuando acababa de anunciar una serie de medidas para controlar la promoción y venta de los denominados “productos milagro” que tanto lesionan el bolsillo y la salud de un importante segmento de la población. Un par de días después intervino José Ángel Córdova, Secretario de Salud para decir que no había relación entre dichas medidas y la salida de Toscano, lo que me recuerda aquella publicitada campaña en contra de los productos chatarra, que quedó prácticamente en nada.
Lógico pensar que las medidas de Toscano incomodaron a empresarios de mucho peso, lo que en una plutocracia como la nuestra, lleva directo a cambios políticos. Quedémonos con una reflexión respecto a los llamados “productos milagro”: ¿No es una verdadera falta de ética mantenerlos en el mercado? ¿No es criminal ubicarlos en el limbo de “productos naturales” cuando actúan como medicamentos? ¿Será acaso que los empresarios no se dan cuenta del daño que estas sustancias provocan, tanto a la economía como a la salud de sus consumidores? ¿Los políticos se deben más a las presiones de la IP que a sus electores? ¿Los actores contratados para “dar testimonio”, no alcanzarán a comprender la responsabilidad que tienen? ¿Las televisoras se siguen dando baños de pureza hablando de valores, cuando por otro lado favorecen este grave riesgo de enfermedad y muerte? Todo ello parece tener un común denominador, nuevamente haciendo alusión a una expresión popular llena de sabiduría que dice “con dinero baila el perro”.
Justo he comenzado a escribir la presente colaboración el Día de la Bandera; me instalo frente al monitor con las pupilas llenas de imágenes: El lábaro patrio se alza espléndido en su fiesta; con singular garbo rompe el aire una y otra vez, desplegando a diestra y siniestra sus colores llenos de patria… Es entonces cuando me pregunto qué estamos haciendo los mexicanos con el país que forjaron nuestros padres y abuelos. Ellos aplicaron todo su ser, toda su vida, el alma entera, para erigir esta patria que nos entregaron como legado. Nosotros con nuestra indiferencia, con nuestra molicie, con nuestra ambición desmedida, la vamos desgarrando poco a poco hasta hacerla pedazos.
“En México todo se puede”, lo sabemos propios y extraños; cualquier trámite por imposible que parezca, se consigue por la vía ilegal. Para que no suene tan feo utilizamos el eufemismo “chueco”, lo hacemos graciosamente, con simpática complicidad: “Total, qué tanto es tantito”, o “de pasito en pasito se abre el caminito”. En ese tenor van sobornos y gratificaciones; la mentirilla blanca; las verdades a medias; las versiones trastocadas, hasta llegar a las grandes expresiones de las figuras públicas que dicen y se desdicen; que hablan de un modo pero actúan de manera diametralmente opuesta.
“Total, qué tanto es tantito”, y el país se empina más y más. Como diría mi abuela Elvirita: “De poquito en poquito, se llena el jarrito”. Por cierto, cuando los nietos en tropel le pedíamos permiso de entrar a la despensa, ella accedía gustosa con una sola condición: “Entren chiflando y aplaudiendo”. Se antoja una buena estrategia para rescatar a México. En la función pública “chiflando y aplaudiendo”, éticos, rectos y congruentes.

COSAS NUESTRAS de Jorge Villegas: Febrero 19, 2011

 
Batalla
La última batalla contra el crimen organizado no se dará en las calles.
Tendrá por escenario el hogar de usted y de todos los mexicanos.
Hay que formar una nueva generación blindada contra las adicciones.
Educar a los hijos para cumplir la ley y contar con todos sus documentos legales.
Enseñarles el valor del trabajo honesto, aunque tome más tiempo hacer dinero.
Darles formación espiritual y ética con lección y con ejemplo.
Hombres y mujeres honestos, con valores, no son negocio para el narco.
Esa batalla sí la podemos dar.  Y la podemos ganar.
jvillega@rocketmail.com

IMAGINANTES con José Gordon: MILORAD PAVIC

ECOS DE VIDA: Por María del Carmen Maqueo Garza



 La vida se abre paso, se perpetúa
bajo el sol, bajo la lluvia,
de día, de noche, 
en  los lugares más insólitos. 
Expresión universal
de barro y cielo,  piel sin fronteras
jadeos y agitación nerviosa.
Se abre paso inocente
con luz de luna sobre hierba suave.
Danza al fulgor misterioso de las velas
de  algún amor prohibido,
desde  la santa pulcritud del templo,
o bajo el sello de  la ley  humana.  
La vida continúa, se recrea
sin  que violencia alguna
alcance a amedrentarla. 
Se reafirma con cada creatura, 
en  el brevísimo instante del milagro 
cuando ese primer latido inaugura un eco 
que habrá  de alcanzar
desde hoy y para  siempre
hasta el último rincón del universo.

CHRISTIAN, EL AMIGO LEAL

Video basado en hechos reales, rescatado por una estudiante que lo sube a youtube en el 2006.
Christian es un león que nace en Londres. A los pocos meses sus dueños comprenden que no pueden mantenerlo en un ámbito urbano, y hacen trámites para trasladarlo a su lugar de origen. Son puestos en contacto con George Adamson en Kenia, a donde trasladan al león, en donde poco a poco éste se va incorporando a la vida salvaje.
Un año después deciden regresar a ver cómo le ha ido; contra las recomendaciones de los expertos se aventuran en el territorio de su ex-mascota. El video muestra lo que acontece.
Estos datos los tomé del documental original del National Geographic; difieren de la narración que hace quien subió el video a youtube.

VIVIR COMO VÍCTIMA O VIVIR COMO GUERRERO: Por Gabriel Rubio


 Siempre puedes elegir; puedes vivir como víctima, utilizando el pasado como una excusa para no actuar en el presente. Cuando vives como víctima, siempre hay alguien a quién culpar, del cómo vives y del cómo te sientes. La otra opción es el Camino del Guerrero.
Un Guerrero sabe que no es un producto de su pasado; porque ha elegido no serlo. Puedes ganarte la compasión de la gente, enseñándole al mundo tu dolor, ir por la vida quejándote, autopromoverte como “el sufriente más grande del universo”, causando lastimas, tirándote en la banqueta.
El Guerrero se enjuga el dolor y sigue caminando, con la frente arriba. No se queja. De hecho; ese es su principal atributo: no quejarse nunca.
Puedes caminar por la tierra lamentándote, ser como un pájaro con alas que, pudiendo volar, se arrastra, o puedes elegir ser un halcón solitario; un cuervo de ojos afilados y mirada de relámpago.
Un Guerrero es un pájaro del desierto que no le teme a la soledad. Se ha liado a golpes con ella y la ha derrotado porque sabe que lo tiene todo…Incluso tiene más de lo que necesita, mucho más de lo que podría tomar. Sólo toma lo realmente imprescindible; por eso no atesora nada, no necesita que algo le pertenezca.
No se avoraza, no se precipita, espera, sabe que lo que ha de ser será. No posee nada; ha aprendido a confiar en la providencia de lo Eterno, a sintonizarse con el flujo de la vida.
Una víctima se tira al piso a llorar, se echa a la cama, y ahoga su dolor con la almohada, gritando “no es justo”. Un Guerrero, cuando tiene que llorar, llora de pie. Jamás se tira, jamás se echa al suelo; sabe que si una sola de sus rodillas toca el piso, desde ahí está derrotado. Su energía se habrá vaciado en la tierra.
Un Guerrero entiende a la tristeza y al dolor como un relámpago que te atraviesa el cuerpo; sabe que si no te mueres ahí, lo cual es casi seguro, te deja más fuerte.
Por eso de verdad, cuando tengas que llorar, quédate parado. Esto último no es una metáfora; llora de pie.
Nunca cierres los ojos; mantén hacia la vida la mirada retadora, aun a través de las lágrimas. Y espera…espera y el dolor saldrá por las plantas de tus pies.
Puedes tener mil excusas para explicar cómo te metiste en ese hoyo. El cómo y el porqué, te desgastan, te hacen débil. La única pregunta con la que el Guerrero comienza a reivindicarse, es el para qué. ¿Para qué seguir en el agujero? Y al no encontrar una razón válida ni sensata, se sacude la tierra, se sale, y se pone a caminar…
La vida de la víctima es muy cómoda; siempre está ocupada haciendo cosas por alguien; por cierto, cosas que nadie le ha pedido, y que cualquiera puede hacer por sí mismo. Así, se agota el tiempo y no se encarga de las suyas.
Un Guerrero no intenta controlar a nadie, no persigue a nadie. Ha logrado templar su carácter bajo la absoluta realidad del respeto a la individualidad de los otros, por equivocados que estos le parezcan. Un Guerrero entiende que sus apreciaciones sobre los otros nadie se las ha pedido y que no sirven para nada. De hecho, opinar sobre alguien o sobre cualquier cosa sin el poder de la influencia, es un desperdicio de energía.
No impone su voluntad, ni coacciona  el pensamiento ni el sentir de quienes le rodean; asimismo, asume el mando de sus propias emociones y la responsabilidad de las cosas que decide. Un Guerrero no finca nunca su bienestar sobre la debilidad de otros. No es un oportunista ni se aprovecha de la bondad ni de la confusión de la gente.
Una víctima cree que tiene tiempo de sobra para quejarse, camina por el mundo como si fuese un ser inmortal, que puede desperdiciar la vida en rencores y planes sin cumplir; su vida es una sucesión de promesas rotas, de buenas intenciones que nunca llevan a nada.
Un Guerrero sabe que no es dueño de su vida, que no tiene la garantía de amanecer mañana, por eso, vive cada día como si fuese el último en la tierra. Ha aprendido a usar a la muerte como consejero, y esta le habla bajito, por arriba del hombro y sabe que en cualquier momento todo podría acabar. Por eso, no malgasta el tiempo.
Una víctima dice sí, cuando en realidad quiere decir no, buscando la aprobación ajena. Y luego se queja por sentirse frustrado. Se humilla ante los que considera superiores, y oprime a quienes mira hacia abajo.
Un Guerrero vive en la humildad, nunca actúa como el imbécil que cree que lo sabe todo. Aprendió a callarse la boca cuando se encuentra frente a un conocimiento superior y a abrir su mente y escuchar.
Su primera reacción ante lo que no entiende, es poner atención, ser receptivo, no negar lo nuevo ni defender necedades.
Un Guerrero se guarda sus opiniones, no intenta aparentar que tiene el control ni que conoce de todo en cualquier circunstancia. Sabe medir cuando se encuentra en un territorio que no es de su dominio y acepta ser guiado. En ello radica su grandeza; siempre está dispuesto a aprender.
Su sabiduría le permite reconocer que puede aprender más cuando guarda silencio y deja de decir insensateces. Se calla y escucha, permanece atento.
Un Guerrero se detiene a mirar a las estrellas, y su humildad es tanta, ante tal inmensidad, ante tanta grandeza, ante semejantes dimensiones, que suspira y no puede menos que sentir vergüenza por las aberrantes preocupaciones de su antiguo camino: el camino de la Víctima. Nada apacigua tanto al espíritu, que cuando nos damos permiso de voltear hacia el cielo estrellado. Y entonces nuestra propia miseria, huye avergonzada de tanta mezquindad humana.
Ante todo, un Guerrero sabe que es Guerrero porque ha elegido serlo; por eso, jamás se acepta como una hoja al viento. Se ha construido a sí mismo con tal disciplina y lealtad, para dejar de ser sólo una consecuencia de sus circunstancias.
Nadie nace siendo un ser miserable, exactamente como nadie nace siendo Guerrero. Nosotros nos volvemos lo uno o lo otro. Dejar de vivir como víctima y elegir el camino del Guerrero, no sólo es la más grande, sino la única decisión auténtica que un ser humano puede tomar. El resto, no son decisiones; son las cosas que una vida sin control nos va empujando a hacer.
Ser Guerrero es siempre una Decisión. Es quizá, la única Libertad posible concedida al Ser Humano.

Gabriel Rubio Badillo.
Asociación de Psicología Humanista. Freedom.
Red de Conciencia Social. Un Modelo de Sociedad Organizada.
Dirección General. Cd. Madero, Tamaulipas. México.
Tel. (833) 364 15 93 Móvil: 127 81 69.
**Icono de febrero es una publicación inspirada en la Obra de Carlos Castaneda sobre las enseñanzas de Don Juan Matus. Agradecemos sus comentarios por este medio, la descarga del archivo adjunto y el compartir y reenviar este correo.

CANTATA SANTA MARÍA DE IQUIQUE, DEL TRÍO CHILENO QUILAPAYÚN,

Preciosa canción andina cantada en el 2007, con motivo del centenario de la masacre  en la Escuela Santa María de Iquique, en Chile. Este país es ejemplo de una victoria airosa  después de una dictadura que los sometía.  Escuchemos con atención la letra de esta canción:
"Unámonos como hermanos, que nadie nos vencerá.  Si quieren esclavizarnos, jamás lo podrán lograr".
  En México lo que nos somete es la violencia en todas sus variantes; el espectro de la incertidumbre; la falta de confianza en las instituciones, lo que finalmente termina en la masacre cotidiana de cada día.  Masacran nuestros espacios, nuestros recreos, nuestra tranquilidad...
   ¿No hemos comprendido que mientras no hagamos un frente común ciudadano, nada cambiará?...