domingo, 24 de junio de 2018

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

NARRATIVAS DEL EGO
Contrario a mi sentir habitual cuando me dispongo a escribir la colaboración dominical, esta vez me encuentro apabullada.  Como si para mi juego de póker me hubieran dado tantas cartas que  no hallo cómo organizarlas, y  hasta pienso en declinar esta vez.
     La actuación de algunos mexicanos en Moscú es vergonzosa.  Atacar al país alemán por algo tan elemental como un triunfo en la cancha es una bajeza.  Quemar la bandera germana, tratarla con lascivia, o gritar a coro palabras ofensivas contra el portero del equipo contrario denotan ignorancia y estupidez. Cuando esto escribo  es imposible saber cómo se habrá portado la afición  en el partido entre México y Corea.  ¡Vaya! si el famoso grito homófobo provoca que un día  expulsen a México de la FIFA, será algo que nos  habremos ganado a pulso.
     El segundo elemento que me tunde en lo emocional es lo que viene sucediendo en la frontera con los Estados Unidos de Norteamérica.  Niños que son separados de sus padres, mal clasificados y canalizados de manera descuidada, lo que posiblemente impida que vuelvan a reunirse con su familia.  Pequeños hasta de 8 meses colocados en confinamientos indignos para cualquier ser humano.  Yo sé que la iniciativa de seguir haciéndolo ha sido suspendida por el propio Trump, pero esos niños que ya fueron separados de sus padres, ¿qué destino van a tener? Una cosa es clara, no se necesita mayor conocimiento para entenderlo: Si esas madres están saliendo de manera intempestiva de su país de origen arriesgándolo todo, es porque lo que ahí sucede es más terrible que cualquier escenario imaginable.  ¡Vaya! Alguna madre así lo expresó, aún el riesgo de no volver a ver a su hijo es mejor que  verlo morir en su propia tierra.
     Imposible negar que las crisis migratoria golpean fuertemente la economía de las naciones de acogida.  De igual manera como pasa ahora, ya sucedió en Norteamérica hace 70 años, y lo vienen viviendo diversos países europeos, las partidas presupuestales no alcanzan para dar abasto a esas crecientes poblaciones de refugiados, entonces habrá que buscar estrategias para resolver los problemas en los países de origen. Pero hay que decirlo muy claro,   marcar para siempre la infancia de esos pequeños no representa ninguna solución.  Además, desde el punto de vista antropológico, cuando los refugiados  se sienten afectados por los países de acogida, se generan segundas generaciones resentidas que buscarán desquitarse. Para ejemplos hay muchos en la Unión Europea.
     Lo más doloroso del caso es la cadena de reacciones que dicha iniciativa generó, desde racionalizaciones de diversos funcionarios apelando a la Constitución o a la Biblia para justificar su modo de  proceder, hasta violencia verbal en medios.  Recogí  expresiones publicadas en un chat a partir de la imagen icónica del pequeño que llora desde su jaula.   Eric Joseph solicita que le saquen los órganos y los donen. Joey le llama “cosa” al pequeño. José Ventura dice: “Macháquenle los dedos para que no esté tocando nuestra jaula”. D. Duran pide que electrifiquen las jaulas, Ian que le coloquen un bozal al niño, y Joey escribe: “Miren al changuito en el zoológico”. En verdad que los que están siendo exhibidos son otros –digo yo.
     Tanto en las reacciones de los connacionales durante el Mundial, como en las expresiones de estos jóvenes norteamericanos, se percibe el fenómeno de violencia grupal  a partir del anonimato.  Ese sentirse amparados por el grupo para atacar despiadadamente como una diversión, movidos por un afán perverso para hacerlo. Es algo que jamás se intentaría de forma individual, a sabiendas de lo que implica ser señalados y tener que enfrentar las consecuencias de los propios actos.  De manera por demás  cobarde se actúa con tal nivel de violencia  nada más en grupo. ¡Y luego dicen ser  muy valientes!
     “Función social” es un término  asociado a los medios de comunicación, pero que en lo personal hallo aplicable a muchas más actividades del quehacer humano.  Es una forma de medir qué tanto actuamos tomando en consideración el bien común, esto es, si lo que yo hago  genera algún beneficio para los demás, o cuando  menos, si mi actuación no les provoca daño.  En una sociedad tan enfocada a las narrativas del ego,  olvidamos incluir en nuestra actuación este aspecto que debía de ser un principio  universal de conducta.  No pretendo sugerir que nos convirtamos en la Madre Teresa de Calcuta, pero sí que cada uno de nuestros proyectos contemple dentro de sus propósitos, el bienestar de los demás.  De este modo, aspectos como la sanidad de los mares, el comportamiento en eventos deportivos y el respeto por los derechos de los niños migrantes, dejarán de ser los gravísimos problemas de nuestro tiempo.  

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza




Por encima de leyes y  políticas está el derecho a la vida.  
Más allá del color de piel está el color del alma, un cristal perfecto.
Eres, niño migrante,   espejo con mil ojos abiertos que me miran.
Eres   voz acallada que desde su silencio  me interroga a gritos.
Representas  la imagen de un sistema que no apuesta al hombre.

¿A dónde puede  llevarnos un camino que no tenga corazón?
¿A dónde?...

Preludio en Do mayor de J.S. Bach

Sublime interpretación de Robert Tiso  en armónica de cristal.

Poesía de Rosario Castellanos



EL OTRO 

¿Por qué decir nombres de dioses, astros,
espumas de un océano invisible,
polen de los jardines más remotos?
Si nos duele la vida, si cada día llega
desgarrando la entraña, si cada noche cae
convulsa, asesinada.
Si nos duele el dolor en alguien, en un hombre
al que no conocemos, pero está
presente a todas horas y es la víctima
y el enemigo y el amor y todo
lo que nos falta para ser enteros.
Nunca digas que es tuya la tiniebla,
no te bebas de un sorbo la alegría.
Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro.
Lo que él respira es lo que a ti te asfixia,
lo que come es tu hambre.
Muere con la mitad más pura de tu muerte.

Agradezco a Rebecca su acertada sugerencia

Aullidos a la carta: Video divertido

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


No hay recetas para ser feliz. Alguien quizá te pueda dar la lista de ingredientes, te pudiera decir la manera de prepararla, y sin embargo es algo cuya concepción es tan individual y distinta, que quizá aun siguiendo las instrucciones al pie de la letra, no lograrás obtener los mismos resultados. 
     A veces siendo felices ni siquiera nos percatamos de estarlo siendo, hasta que algo nos arranca de tajo esa paz, ese bienestar, entonces captamos que aquello que era felicidad. El anhelo de siempre encontrar algo mejor, la expectativa de cifrar la felicidad en lo inalcanzable, hace que aquello que tenemos a la mano sea menospreciado. 
     La felicidad es estado de ánimo, con plenitud de satisfacción, de modo que quizá la pregunta sea: ¿qué nos satisface realmente? Cada uno de nosotros tenemos prioridades distintas, que se van haciendo más compatibles conforme se va madurando, y es quizá cuando ya hemos dejado pasar a la felicidad ante nuestros ojos como una extraña, cuando nos damos cuenta del error. La hemos tenido al lado, y confundidos, extraviados, fuimos tras ella persiguiendo tan solo a un espectro que nunca respondió por ella, y nos causó en más de una ocasión desilusión.
     Ser feliz, por el tiempo que sea, atesorar cada minuto de felicidad y saber compartirla, que es así la mejor manera de disfrutarla y de que trascienda.
     Que la felicidad no sea un deseo perenne, sino un encuentro frecuente con la paz, el bienestar, el amor, la gratitud. Conciliarnos con la vida sin que pretextemos injusticias, creyéndonos siempre merecedores de disfrutarla, porque la vida no nos dará felicidad, pero siempre pondrá a nuestro alcance donde encontrarla.

Y tú: ¿Te atreverías?