domingo, 24 de junio de 2018

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


No hay recetas para ser feliz. Alguien quizá te pueda dar la lista de ingredientes, te pudiera decir la manera de prepararla, y sin embargo es algo cuya concepción es tan individual y distinta, que quizá aun siguiendo las instrucciones al pie de la letra, no lograrás obtener los mismos resultados. 
     A veces siendo felices ni siquiera nos percatamos de estarlo siendo, hasta que algo nos arranca de tajo esa paz, ese bienestar, entonces captamos que aquello que era felicidad. El anhelo de siempre encontrar algo mejor, la expectativa de cifrar la felicidad en lo inalcanzable, hace que aquello que tenemos a la mano sea menospreciado. 
     La felicidad es estado de ánimo, con plenitud de satisfacción, de modo que quizá la pregunta sea: ¿qué nos satisface realmente? Cada uno de nosotros tenemos prioridades distintas, que se van haciendo más compatibles conforme se va madurando, y es quizá cuando ya hemos dejado pasar a la felicidad ante nuestros ojos como una extraña, cuando nos damos cuenta del error. La hemos tenido al lado, y confundidos, extraviados, fuimos tras ella persiguiendo tan solo a un espectro que nunca respondió por ella, y nos causó en más de una ocasión desilusión.
     Ser feliz, por el tiempo que sea, atesorar cada minuto de felicidad y saber compartirla, que es así la mejor manera de disfrutarla y de que trascienda.
     Que la felicidad no sea un deseo perenne, sino un encuentro frecuente con la paz, el bienestar, el amor, la gratitud. Conciliarnos con la vida sin que pretextemos injusticias, creyéndonos siempre merecedores de disfrutarla, porque la vida no nos dará felicidad, pero siempre pondrá a nuestro alcance donde encontrarla.

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