domingo, 21 de marzo de 2021

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

RECORDANDO AL CONDE DE DERBY

En mi personal sentir, García Márquez supo perfectamente lo que hacía cuando eligió mudarse a nuestro país.  Su casa al sur de la ciudad de México, le permitió consolidar ese ambiente de realismo mágico que comenzó en Aracataca, lugar de su nacimiento, recorriendo buena parte del mundo, hasta venir a instalarse entre nosotros.

Pero ¿por qué digo eso justo hoy? Porque vivo convencida de que el nuestro es uno de los países en los que conviven como buenas hermanas  la magia y la realidad.  Dentro de cada uno de nosotros hay elementos que venimos heredando desde la época prehispánica, eso sí, tamizados por los filtros del cristianismo, desde la época de la Conquista española hasta la actual, que podríamos llamar la nueva conquista, cuando una diversidad de convicciones religiosas, en su mayoría norteamericanas, continúan actuando dentro de nosotros para generar comportamientos sociales, económicos y culturales de lo más variado.

En esta ocasión quiero partir de un caso en particular, que debe de abrirnos los ojos a todos.  Un caso muy lamentable que inicia con lo ocurrido a un ahorrador de una institución en el estado de México. Un sexagenario es timado y pierde el total de sus ahorros, por un poco más de un millón de pesos.  Tras el desfalco, víctima de la desesperación, el ahorrador se suicida. Se hace la investigación, que lleva a inculpar a una empleada y a su novio, los cuales a la fecha están siendo sujetos a proceso.  Ahora el banco  ofrece restituir a los deudos la cantidad robada, pero: ¿La vida perdida quién se la regresa al hombre?

A ojo de pájaro vemos que los fraudes y las extorsiones a personas de la tercera edad, proliferan cada vez más.  Supongo que los malandros consideran que somos materia más sencilla de manejar.  Nuestra escasa habilidad tecnológica nos coloca como víctimas ideales.  En lo personal, a pesar de que tengo por regla no contestar llamadas de números foráneos desconocidos, estuve a punto de caer.  Hace algunos meses, tuve un familiar gravemente enfermo en otra ciudad; en esos días entró una llamada foránea que, por la lada sospeché que pudiera ser del hospital donde estaba mi familiar.  Contesté y me topé con el clásico vozarrón de: “Madre, dígale a su hija que se calme, aquí la tenemos con nosotros, etc, etc.”  Y detrás escuchaba unos gritos de mujer de “mamá, mamá, ayúdame”.  Habían sido días de mucha tensión y mucho desvelo, y mi capacidad de razonamiento no estaba en su mejor momento. Al escuchar aquello me sentí muy confundida. Para mi gran fortuna, antes de que yo dijera algo que me comprometiera, apareció mi hija, quien estaba en casa haciendo “home office” y que al escucharme salió disparada para decirme: “Cuelga, mamá, cuelga, es una extorsión”. Hecho esto volvieron a marcar, pero ya no contesté.

Me pongo entonces en los zapatos de este ahorrador que en 30 minutos ve borrado de su vida todo su capital, tras un engaño armado por la cajera de ventanilla bancaria que lo atendió y su cómplice.  Me solidarizo con su sentimiento de impotencia, tras la pérdida total.  Su absoluta ruina económica. Y pienso con dolor en esos jóvenes que actúan para su propio beneficio sin detenerse a pensar por un minuto en la dimensión del daño que pueden estar provocando.  Además, duele que lo hagan partiendo del pensamiento de que siempre priva la total impunidad.  El que hace creer que en México no pasa nada, así te quieras robar la bandera del Zócalo capitalino. Afortunadamente, en este caso sí los pescaron.

Aquí donde vivo, hace muchos años, hubo un adivino que se hacía llamar “El Conde de Derby”.   No recordaba su nombre; un gran amigo muy memorioso, me ayudó a recordarlo.  Este personaje tenía su “consultorio” en una plaza comercial, además  se anunciaba, sobre todo en radio. Así se fue corriendo la voz (para los expertos el mejor medio de comunicación), y recibía personas de ambas fronteras.  Llegaba el cliente, le contaba su problema, invariablemente le diagnosticaba “males puestos” y le decía que había que hacer un “trabajo”, que, de acuerdo con las posibilidades del incauto era el costo siempre por anticipado. Días después volvía el cliente, nuevo cobro de consulta, le decía que el trabajo estaba hecho y que a los tantos días vería resultados.  Dado su  renombre, lo visitó  un agricultor texano con un serio  problema. Diagnóstico: un gran mal puesto, por ende, un elevado costo para quitarlo.  No quiero mentir, pero fueron varios miles de dólares como depósito para hacer el trabajo.  Para cuando volvió el cliente a ver los resultados, el conde había volado junto con su consultorio. Nunca lo atraparon.

Por el confinamiento los problemas económicos crecen.  Los modos de hacer dinero se diversifican. Y así debe crecer nuestra sana suspicacia.

POESÍA por María del Carmen Maqueo


La poesía es hoy

Más allá de la armonía silábica, la música en su métrica

y  el florido  lenguaje figurado que la adorna,

la poesía es emoción.  Expresar lo que llevamos dentro,

lo que el mundo despierta en los sentidos.

Es volcar, cual fuego abrasador

aquello que  consume.  Liberarnos

de esa magma de nuestra propia historia

cotidiana para no morir.

Hacer poesía: desnudarnos frente al espacio en blanco,

mirarnos al espejo, buscar entendernos.

Es la revelación de los ríos interiores 

que fluyen dentro nuestro como sangre vital.

Lo hacemos para seguir vivos,

al menos por un día más.

Mañana... El mañana es incierto.

No sabemos si nos alcance o lo alcancemos.

La poesía es hoy.

Silvana Estrada — "Si Me Matan": Homenaje a las víctimas de la violencia vs la mujer

FRAGMENTO POÉTICO de Leticia Luna


VIII

Fuimos un largo sí y un breve no

la materia de luz, incandescente

un hombre de ceniza

y una mujer de barro

un cardumen de imágenes

el árbol de un árbol dentro de otro árbol

la posibilidad de dos historias

cifrándose en palabras al oído

andando el lenguaje

que nombra lo invisible:

verbo recuperado en la memoria.


Tomado de La canción del alba, Parentalia

Selección de Felipe Garrido

VIDEO INSPIRACIONAL por el luchador Marc Mero

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Pasamos la vida tejiendo afectos. Algunos surgen por consanguinidad, otros por convivencia o por ambos. Los hay de todo tipo, duración e intensidad. Efímeros y longevos; intensos y ligeros; pero siendo afectos todos tienen valor y merecen ser conservados.

A lo largo de mi vida he tenido la suerte de cosechar por donde he pasado estos nobles sentimientos que han dado sentido, calidad, y fortaleza a mi vida. Desde la cuna he sido afortunada, criada en el seno de una familia donde el amor, la solidaridad, la hermandad se dieron y se fomentaron, conservándose intactos hasta la actualidad. Se han agregado a la familia seres maravillosos, que siguen la inercia del amor fraterno; somos familia que sabe el significado de este amor, y hemos tenido a bien ser generadores y transmisores del mismo, porque eso nos ha dado la identidad, como esta sociedad doméstica que nos brinda la mejor plataforma para el desarrollo en otros ámbitos, Fuera de casa, no he tenido menos suerte, siempre rodeada de amigos, de amigos en toda la extensión de la palabra, pudiendo mantener los lazos de amistad a traves de la distancia, a pesar de la geografía o las circunstancias que a veces nos han distanciado.

Quizá la barrera más infranqueable para preservar los afectos, es el orgullo, o la apatía que nos impide ser capaces de pedir perdón o intentar reconciliarnos con las personas queridas. Cuando por un malentendido, o por una bien entendida mala acción que todos en algún momento podemos cometer reflexiva o irreflexivamente, o en un momento de coraje. Aun en las mejores relaciones interpersonales surgen conflictos, eso no es grave. Lo grave es no anteponer el cariño y dejar que la indiferencia o el resentimiento lo dañen, lo diluyan , o lo enfríen, corriendo el riesgo de no recuperarlo jamás, o dejar cicatrices profundas que sigan doliendo, haciéndonos recordar lo que pudo haber quedado totalmente sanado sin secuelas.

Hay que despojarse del orgullo, y poder con humildad, reconocer culpas propias, perdonar ajenas, sin dejar a que el tiempo resuelva por sí solo los problemas, porque a veces es traicionero y solo logra que se aloje en nuestro corazón cada vez más resentimiento, que rumiemos una y otra vez el coraje, la decepción, y nos conformemos con dejarlo al margen de nuestra vida. por mucho que haya tenido un significado trascendente en ella.


Por mucho que la vida haya sido magnánima en proveernos de afectos, nunca hay que subestimar alguno de ellos; se lucha por preservarlos y acrecentarlos. Por mantenerlos a salvo del olvido, del desinterés. No hay nada que duela más que la indiferencia cuando se ha sabido lo que es estar bajo el cobijo de un cariño.


Recorrer esta vida es mas fácil cuando somos impulsados con la energía que el amor es capaz de brindar en forma singular, esa que nos transforma, nos mueve y nos hace resurgir de las peores crisis que afrontemos en este trayecto terrenal. No eches en saco roto ningún afecto, mantenlo a resguardo en lugar seguro, y si por alguna razón hubiera riesgo de perderlo, deja que el corazón te guíe, que muchas veces es mejor brújula que una razón cegada por el resentimiento.


VIDEO de Roberto Bush: La naturaleza haciendo de las suyas