domingo, 21 de marzo de 2021

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Pasamos la vida tejiendo afectos. Algunos surgen por consanguinidad, otros por convivencia o por ambos. Los hay de todo tipo, duración e intensidad. Efímeros y longevos; intensos y ligeros; pero siendo afectos todos tienen valor y merecen ser conservados.

A lo largo de mi vida he tenido la suerte de cosechar por donde he pasado estos nobles sentimientos que han dado sentido, calidad, y fortaleza a mi vida. Desde la cuna he sido afortunada, criada en el seno de una familia donde el amor, la solidaridad, la hermandad se dieron y se fomentaron, conservándose intactos hasta la actualidad. Se han agregado a la familia seres maravillosos, que siguen la inercia del amor fraterno; somos familia que sabe el significado de este amor, y hemos tenido a bien ser generadores y transmisores del mismo, porque eso nos ha dado la identidad, como esta sociedad doméstica que nos brinda la mejor plataforma para el desarrollo en otros ámbitos, Fuera de casa, no he tenido menos suerte, siempre rodeada de amigos, de amigos en toda la extensión de la palabra, pudiendo mantener los lazos de amistad a traves de la distancia, a pesar de la geografía o las circunstancias que a veces nos han distanciado.

Quizá la barrera más infranqueable para preservar los afectos, es el orgullo, o la apatía que nos impide ser capaces de pedir perdón o intentar reconciliarnos con las personas queridas. Cuando por un malentendido, o por una bien entendida mala acción que todos en algún momento podemos cometer reflexiva o irreflexivamente, o en un momento de coraje. Aun en las mejores relaciones interpersonales surgen conflictos, eso no es grave. Lo grave es no anteponer el cariño y dejar que la indiferencia o el resentimiento lo dañen, lo diluyan , o lo enfríen, corriendo el riesgo de no recuperarlo jamás, o dejar cicatrices profundas que sigan doliendo, haciéndonos recordar lo que pudo haber quedado totalmente sanado sin secuelas.

Hay que despojarse del orgullo, y poder con humildad, reconocer culpas propias, perdonar ajenas, sin dejar a que el tiempo resuelva por sí solo los problemas, porque a veces es traicionero y solo logra que se aloje en nuestro corazón cada vez más resentimiento, que rumiemos una y otra vez el coraje, la decepción, y nos conformemos con dejarlo al margen de nuestra vida. por mucho que haya tenido un significado trascendente en ella.


Por mucho que la vida haya sido magnánima en proveernos de afectos, nunca hay que subestimar alguno de ellos; se lucha por preservarlos y acrecentarlos. Por mantenerlos a salvo del olvido, del desinterés. No hay nada que duela más que la indiferencia cuando se ha sabido lo que es estar bajo el cobijo de un cariño.


Recorrer esta vida es mas fácil cuando somos impulsados con la energía que el amor es capaz de brindar en forma singular, esa que nos transforma, nos mueve y nos hace resurgir de las peores crisis que afrontemos en este trayecto terrenal. No eches en saco roto ningún afecto, mantenlo a resguardo en lugar seguro, y si por alguna razón hubiera riesgo de perderlo, deja que el corazón te guíe, que muchas veces es mejor brújula que una razón cegada por el resentimiento.


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