CAMINO Y
TRASCENDENCIA
Comencé a andar este 2020 con una gran maleta. Tiene rodillos, aun así, el peso de sus
contenidos dificultó mi avance en la parte inicial. Las piedrecillas entorpecían el rodamiento, y
al final del primer día vi que había avanzado poco y a base de gran cansancio.
En mi maleta llevaba los sueños que deseaba realizar a lo
largo de estos doce meses; las expectativas propias y las que otros conservaban
con relación a mi persona y a mi trabajo.
Buscaba estar bien conmigo y con los demás, de modo que, en tratar de
hacerlo, perdí mucho tiempo y energía.
Pronto noté que los rodillos se iban desgastando; los brazos
me dolían cada vez más y la marcha me dejaba exhausta al caer la noche, así que
comenzaba la siguiente mañana con un ánimo menor cada día.
Como compañeros de ruta venían varios viajantes. No pocas veces discutíamos acerca de cuál
camino era el mejor; llegaron a ser tan apasionadas las discusiones, que yo hacía
un alto total, abría la maleta y buscaba entre mis pertenencias aquellos
argumentos que apoyaran mi elección. Aun
así, conforme fuimos avanzando, algunos tomaron otras rutas y sólo unos cuantos seguimos por el mismo
camino.
En un punto del trayecto comprendí que venía cargando muchas
cosas que no hacían más que entorpecer mi avance. En una estación saqué argumentos y
prejuicios. Mi maleta se sintió de
inmediato más ligera. En la siguiente
parada me deshice de infinidad de motivos
que blandía para tratar de demostrar que yo tenía la razón. A pesar de que los rodillos ya estaban muy
desgastados, lo ligero de la maleta me permitió continuar el camino sin mayor
problema.
Empecé entonces a entender que ganar en la vida no es tener
la razón sobre los otros, puesto que cada cual posee sus personales argumentos
y su propia verdad. Supe en ese punto
que tratar de imponerme sobre los demás, no haría más que apartarnos unos de los otros, como si cada
cual se mudara a una isla, con un océano
de por medio. Que todo es relativo y
personal, puesto que no hay una horma para medirnos a todos por igual.
Ya para este momento cargaba tan pocas cosas en la maleta,
que estuve tentada a abandonarla a un lado del camino, para así aligerar mi
paso. Sin embargo, me detuvo un
pensamiento: La vida no es el puerto a donde aspiramos a llegar, sino el camino
que nos lleva al mismo. Cargar la
maleta iba marcando un ritmo a mis pasos, no tan veloces, lo que me permitía
continuar disfrutando de manera pausada cada
tramo del trayecto.
En ese momento, cuando se adivina que llevamos recorrida más de la mitad de la distancia
total, es cuando se van entendiendo las paradojas de la vida: Descubrimos que
más es menos, que a mayor contenido nos empeñamos en cargar, menos avanzamos, y
que, si más pausamos nuestro andar, disfrutamos de mejor manera el
trayecto. Caemos en cuenta que la idea
no es ir a la cabeza y solo, sino entre amigos disfrutando el recorrido. Se necesita mucho caminar, mucho atravesar
dificultades, para reconocer quiénes son en realidad los amigos auténticos,
esos que contamos con los dedos de una mano.
Muchos otros que comenzaron el camino a nuestro lado, van tomando rumbos
diferentes conforme avanzamos. La
melodía de sus palabras se la lleva el viento, hasta que se pierde allende la
angostura.
He aprendido a no esperar nada de los demás, y a la vez a
poner lo mejor de mí misma. La realización personal no es un asunto de
matemáticas, un toma y daca, sino un expandir nuestro ser interno porque así lo
deseamos, y nada más. Esforzarnos por
compartir lo mejor del propio repertorio, que pudiera ser de utilidad para
alguien más, así no recibamos un ápice de agradecimiento, y los vítores fluyan
en otras direcciones. El arte de vivir consiste en disfrutar el momento y acumular experiencias, antes
que bienes materiales. Es entender que esta vida es un tiempo prestado por única
ocasión y que no hay segundas ediciones.
Y finalmente consiste en hacer, con lo imperfecto de la condición humana
propia, un continuo aprendizaje de vida.
En la recta final de mi propio camino, entiendo que, entre
más vivo, descubro cuan poco sé y lo mucho
que me falta por descubrir. Una vez que salimos del capullo y extendemos las
alas, nos encontramos un mundo por explorar.
Pareciera que el tiempo no nos va a alcanzar para conocerlo todo.
La vida es trazarse una trayectoria personal y única, al
margen de lo que el mundo pueda opinar. Al
final, los logros personales no se miden desde el exterior. La satisfacción de un logro personal representa
un íntimo sentimiento dentro del pecho,
que hace vibrar el propio espíritu en sintonía con el universo. Disfrute singular que lleva a seguir dando cada día lo mejor de
nosotros mismos, como la oportunidad única de trascender en el tiempo.