domingo, 17 de enero de 2021

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


RUTAS SANAS

La pandemia es una realidad inobjetable.  Con el tiempo va extendiendo sus ramas para alcanzar áreas de nuestra vida que en un principio no imaginamos serían afectadas.  El ambiente de zozobra y angustia comienza a cobrarnos la factura emocional.  Pasa el tiempo, crece la desesperación, y surgen fenómenos como violencia y depresión.  Los índices de esta última han aumentado; ahora  comienzan a escasear  antidepresivos en el mercado mundial.  Se dan casos que suponíamos exclusivos de la novela negra, como el suicidio en algunas personas que acaban de resultar positivas para COVID.  Amén de las secuelas post enfermedad, entre las cuales se cuentan cuadros neurológicos y psiquiátricos que apenas comenzamos a conocer.

Ante un panorama como éste nos preguntamos qué podemos hacer. De momento no se nos ocurren muchas alternativas.  Corresponde a cada uno revisar su armario mental para identificar con qué elementos personales cuenta, para hacer frente a la hecatombe que viene dejando nuestro universo personal “patas arriba”.

Además de la depresión surgen episodios de violencia, en particular  de tipo verbal.  Hace un par de días leía el tuit de una chica que manifiesta su dolor por la pérdida del padre; luego de dos o tres comentarios de apoyo, surge uno que dice: “Y a mí qué #$%& me importa tu vida personal”. Me resultó como una de esas fotografías instantáneas que reflejan mucho más de lo que el fotógrafo calculó antes de oprimir el botón de la cámara.  Da cabida cuenta de la indiferencia frente al dolor de otros.  Tal vez proyecta mucho más: aspectos que ni el autor del comentario identifica, emociones rancias que se filtran por las grietas de los sentidos.  Una violencia como alud que aplasta cualquier expresión ajena, una absoluta falta de empatía con los demás.  La chica no está diciendo que se le averió un neumático o que le robaron el teléfono móvil.  Expresa el dolor desgarrador que representa la pérdida de una figura fundamental en su vida.  Muy en lo personal, hallo que una red social como Twitter no es el conducto ideal para estos asuntos, pues nunca falta un comentario devastador  como éste.  Pero también entiendo que  los  años de diferencia que hay entre el nacimiento de esta chica joven y el mío, representan una brecha generacional difícil de abarcar.

Hallamos cada vez más desolación en nuestro entorno; menos columnas de dónde sostenernos, y una vigente indiferencia social, que aporta poco para el control de la enfermedad.  Necesitamos valernos de otros recursos que nos permitan seguir a flote mientras pasa la crisis. En más de una ocasión he comentado en este espacio lo reconfortante que ha sido la lectura  para mí  durante la pandemia.  El libro es ese mejor amigo al que podemos recurrir en cualquier momento para superar la realidad que a ratos nos rebasa. Para entenderla mejor, o –por qué no-- para reinventarla.  En su recopilación de conversaciones y conferencias, denominada “La forma inicial” (sextopiso, 2015), el argentino Ricardo Piglia ofrece incontables lecciones de vida.  Va dirigido a estudiantes de Literatura. En lo personal siento que su área de influencia va mucho más allá.

La lectura modifica la realidad que vivimos; la redimensiona y hermosea.  Digamos, cuando Piglia habla de la luz a través de la historia, nos lleva a descubrir la grandeza de este elemento en nuestras vidas, de cómo se filtra la luz del sol a través del cristal de las ventanas.  De la forma en que podemos seguir teniendo luz cuando ha caído la tarde, y de cuan afortunados somos hoy en día, de poder hacer aquello que en los inicios de la civilización resultaba imposible.  Así, como este ejemplo, podemos hallar un sinfín de elementos que tenemos al alcance de la mano, y que en la evolución de la historia nos hacen ver lo  privilegiados que somos.  Vienen a mi mente aquellas maravillosas palabras de Facundo Cabral: “No estás deprimido, estás distraído”. Cierto, esa misma labor de redescubrimiento de lo cotidiano podríamos hacerla sin mapa, aunque, dada esa misma distracción, es más complicado.

A través de los libros podemos ver con otros ojos la realidad que, hay que decirlo, a ratos nos sofoca.  Piglia habla sobre las redes sociales como un método de taquigrafía a través del cual nos comunicamos, sin  incluir el manejo de ideas y emociones iluminadoras, que buscamos enviar o recibir a través del lenguaje formal.  Además –lo vemos de manera clara en Twitter—da pie a que nuestro mensaje sea contestado con una carga de agresividad.  Piglia habla de capas de significación que la escritura tradicional nos permite agregar al núcleo original, y que representa un ejercicio que invita a la reflexión.

Habrá que hallar rutas sanas para liberar el estrés de estos tiempos: Yo recomiendo la lectura.

POESÍA de María del Carmen Maqueo Garza




Como abalorios –una a una—

exploro y cuento

memorias de la infancia:

Historias que me leía mi abuela

antes de dormir.

La magia de un algodón de azúcar

un domingo en la tarde

La ilusión de un paseo

por la Plaza de Armas de mi tierra.

La lluvia, el petricor que la anticipa

sobre el suelo sediento;

sus gruesas gotas contra las baldosas

para formar coronas de princesa.



Recuerdos lejanos que hoy invoco

para espantar mis miedos.

Vuelvo atrás en tiempo y geografía;

Me instalo en esa infancia

que hoy es sanadora.

Lo hago aferrándome a ellos

mientras pasa la noche,

esa sombra maligna que hoy discurre

al otro lado de mi puerta.

Música Paraguaya con la Filarmónica Sonidos de la Tierra

Reflexión respecto a medidas de prevención en la pandemia por Isaías Orozco Andrade


Por segunda ocasión visita este espacio Isaías Orozco, juarense, médico pediatra subespecialista en tuberculosis, escritor e inmejorable amigo.  En esta oportunidad con un mensaje de carácter urgente, a nombre de todos los colegas que enfrentan la pandemia en primera línea, en el frente de batalla.

Polarización en la Pandemia

Un evento que definitivamente marcará la historia de esta generación, es la pandemia de la Covid-19.

La humanidad se está viendo envuelta en diversidad de opiniones y sentimientos encontrados en relación a esta sindemia.

Por un lado, hay quienes dicen tener el derecho de cumplir o no las medidas de protección indicadas por las autoridades de salud en sus respectivos países, sin importarles, en muchos casos, poner en riesgo su vida y la de sus familias.

Por otro lado, hay quienes desesperadamente claman solidaridad a la comunidad. Personal de salud fatigado y diezmado con un considerable número de pérdidas humanas en este grupo de profesionales, que imploran sensibilidad y conciencia a una parte de la sociedad que subestima la importancia de esta catástrofe sanitaria y que desdeña el esfuerzo de este ejército de Ángeles que día a día ponen en riesgo su vida y que por decisión propia dejaron de convivir desde hace meses con sus familias, por amor a ellos y a la humanidad.

La globalización, a través primordialmente de viajes aéreos, fue y sigue siendo el principal factor que ha condicionado la diseminación del SARS-Cov-2.

A mayor tiempo de actividades fuera del seno del hogar, mayores posibilidades de contagiarse de este coronavirus.

La concentración de personas de diferentes lugares de residencia (nacionales e internacionales) en los centros turísticos, multiplica la posibilidad de contagiarse de esta polifacética enfermedad y llevarla sus lugares de origen, con la consecuente diseminación de este virus.

Me queda bien claro que el mundo entero ya está cansado, pero también estoy seguro que no al nivel de fatiga física y emocional de los trabajadores de la salud.

Estoy consciente de que la vida no se debe ni se puede detener abrupta y totalmente. El daño económico ya nos alcanzó a todos, pero, en definitiva, si podemos controlar y disminuir el número de casos y muertes de esta terrible enfermedad.

Todos conocemos la solución:

- Disminuir la movilidad global

- Mantener el distanciamiento social y usar permanentemente la mascarilla cuando la necesidad nos obligue a salir de casa

- Lavado frecuente de manos y de superficies y objetos de uso común en casa y lugares de trabajo

- Entre otras...

Por favor, seamos solidarios y responsables, y pongamos el granito de arena que a cada quien nos corresponde. 

RECUERDEN: 

“EL CORONAVIRUS NO TIENE VACACIONES”

Cómo nos manipulan en las redes sociales por Santiago Bilinkis

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



A varios días ya transcurridos de este año nuevo que parece correr vertiginosamente como queriéndonos llevar a mejores destinos, intentando salir de los peligrosos vericuetos que durante el 2020 tuvimos que recorrer. Ansiando quizá llegar a esos tiempos que anhelamos tanto, en que toda esta pesadilla y el dolor que nos ha causado termine, se mitigue al menos dándonos la oportunidad de aspirar aires de cambio.

Pasan los días y uno despierta queriendo abrir los ojos y el corazón a una realidad que antaño nos parecía tan cotidiana y común y que ahora es anhelo, una ilusión de reencontrarnos unos con otros, sin tener que protegernos del abrazo, sin esconder nuestra sonrisa, sin temer acercarnos para no contagiarnos, sin que sean las palabras enfermedad y muerte los ejes de noticias, de nuestras relaciones interpersonales, que ahora son tan pocas veces presenciales y que nos han mantenido aislados física y anímicamente, en un constante esfuerzo para no sentirnos derrotados, siguiendo esas señales de continuidad de vida que nos permitan presagiar mejor destino.

Es tiempo de estar unidos, de no perder energía en trivialidades, de esforzarnos por no dividir las fuerzas, de estar todos buscando un fin común, sin robarnos la calma unos a otros, dejando a un lado las noticias que desalientan, que hacen perder credibilidad en aquello que promete ser una solución.
Qué lejos parece el futuro, quizá por eso el tiempo vuela queriendo alcanzarlo, quizás avizora un mejor destino, y quiere cuanto antes trasladarnos a ese ansiado mañana. 

Mantener la fe, sembrar confianza, recobrar el aliento; fortalecer el alma para soportar la carga. Vamos empujados por instintos natos de una humanidad que sabe de retos; es cuestión de reconciliarnos con nosotros mismos, con la naturaleza que ha sido víctima de nuestros excesos. Es tiempo de cambios, de renovación;  es hora de hacernos responsables del mundo, del orden de nuestra casa.

Llévanos tiempo, a ese mejor mañana. Mientras tanto vayamos trabajando en ser un mejor yo, y seamos juntos, un mejor nosotros.


"Padre" Cortometraje iraní premiado.

Agradezco a mi estimado amigo P.Lindbergh esta valiosa sugerencia