domingo, 30 de junio de 2024

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

APRENDER A VIVIR LA VIDA

El periodismo implica la constante tarea de revisarnos frente a los sucesos del exterior.  El reportaje, frío y objetivo, no deja, de alguna manera de marcar la impronta de quien lo realiza.  La crónica se aproxima un poco más a la personalidad de quien la escribe.  El artículo de opinión es un ejercicio de reflexión personal frente al mundo exterior, y cómo los acontecimientos que se presentan impactan la vida de su autor. Cierto, debe basarse en determinados datos duros que le den validez, pero la voz de quien escribe aparece entre líneas, una y otra vez.

La semana que recién termina, esta frontera coahuilense estuvo marcada por tres lamentables fallecimientos. El primero correspondió al feminicidio de una joven madre de familia cuya desaparición topó con pared cuando se identificaron unos restos humanos como suyos.  En el contexto de la violencia que vive México es uno más de los miles de casos de violencia de género, pero en el núcleo de nuestra pequeña sociedad es una pérdida irreparable que deja niños huérfanos y un profundo dolor.  Descanse en paz, Nayelly. Que sus seres queridos consigan hallar consuelo algún día.

Los otros dos fallecimientos correspondieron a personajes de la vida pública de Piedras Negras: El primero, el doctor Eleazar Cobos, médico endocrinólogo, que participó activamente dentro del PAN como dirigente, diputado federal y candidato a alcalde.  Miembro de una familia muy activa dentro de la comunidad.   El segundo corresponde a don Humberto Acosta, empresario regional, ex alcalde y ex tesorero municipal.  Deja atrás un legado familiar y social por el que será recordado siempre.

Los anteriores sucesos me llevaron a reflexionar acerca de la vida y de la muerte, a pensar que la primera –la vida—es nuestra perenne aula de enseñanza, en tanto la segunda –la muerte—es la mejor maestra que podemos tener.  Nos enseña a no dar por hecho nada, a aprovechar el tiempo, porque, finalmente, lo único seguro que tenemos mientras vivimos, es la certeza de que vamos a morir y la incertidumbre de no poder predecir cómo ni cuándo.  No hay pólizas de seguro que nos garanticen que vamos a partir en las condiciones ideales, ni siquiera sabemos si, luego de ir a la cama esta noche, veremos el nuevo día.

Muy lejos de sembrar temor, mis palabras buscan generar entusiasmo, de manera de vivir a fondo el único momento seguro que tenemos.  Nuestro tiempo real es el presente; el pasado quedó atrás, con sus aciertos y errores, y el mañana es solo una utopía a la que no sabemos si llegaremos. En este escenario la sabiduría de la vida nos llama a aprovechar el hoy de la mejor manera, haciendo de cada respiración un momento de realización personal.

Podría insistir en algo que he dicho en colaboraciones anteriores: no estamos preparados para manejar la avalancha de tecnología digital en la que estamos sumidos.  Los recursos informáticos nos proveen de infinidad de conocimientos, y hasta creemos que con darnos una asomada a un buscador nos volvemos expertos en determinado tema.  Sin embargo, nos está faltando el conocimiento vivencial, experimentar determinada situación para alcanzar a abarcar sus dimensiones y ser capaces de narrarlo en primera persona.   Esto es, más que convertirnos en replicadores de información que bajamos de la nube, poder expresarnos a partir de aquello que vamos experimentando en el camino.  Las vivencias personales que nos forman se convierten en ese contenido que podemos transmitir a otros de forma auténtica, diciendo: “yo estuve allí”.

Ahora bien, con relación al duelo tras una pérdida, solemos abordar a la persona doliente con frases como: “Entiendo lo que estás pasando”, o “pronto lo superarás”.  Cuando en realidad lo apropiado sería acompañar sin juzgar; decir “aquí estoy”; cuidar y consolar, sin querer impartir lecciones de tanatología.  Cada uno vivirá el duelo a su manera, y lo que a nosotros nos toca es respetar y arropar ese proceso.

Para quienes nacimos en el siglo pasado no deja de resultar sorprendente la inmediatez de la tecnología digital.  Los que estudiamos alguna carrera décadas atrás, recordaremos lo que implicaba meterse todo el día en una biblioteca a revisar incontables libros, y en su caso, sacar infinidad de fotocopias para continuar revisando en casa, tarea que hoy en día cualquier navegador nos completa en un par de clic.  Para las nuevas generaciones esta inmediatez absoluta genera una percepción de “fast track”, que lleva fácilmente a suponer que en la vida real todo ocurre a esa misma velocidad.

¡Tanto que aprender en el aula de la vida, con la mejor maestra que es la muerte, teniendo como consigna ser mejores personas cada día! Partir de algo básico como propone la filosofía oriental: “Prepararnos cada mañana para morir”,

CARTÓN de LUY

 




Liber Tango de Astor Piazzola: Versión para bandoneón, violín, cello y piano

POEMA DE GIBRAN KHALIL GIBRAN

 

Es posible que hayas oído hablar de la Montaña Sagrada.

Es la montaña más alta de nuestro mundo.

Si llegas a la cumbre, solo tendrás un deseo: descender y morar con los que viven en el valle más profundo.

Por eso la llaman la Montaña Sagrada.

Fragmento de su libro "Arena y espuma".

Lo Aprendemos Muy Tarde: Charla de la doctora Gladys McGarey

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez




Por muchos años que se hayan vivido, un día cualquiera uno cae en cuenta que autodefinirse y hacerlo correctamente o en consenso con lo que la gente opina, piensa o cree saber de como somos. En el intrincado mundo de las percepciones, la personal y la de los demás, lograr un consenso es todo un reto.
Uno cree saber quien es, y un día nos asombramos de encontrar potencialidades para bien o para mal, que desconocíamos, que se mantenían ocultos para nosotros mismos, y en ocasiones no lo eran tanto para los demás.

No todo lo que somos queda al descubierto, a veces consciente otras inconscientemente se quedan ocultas, en áreas ciegas, desconocidas, quedando a flote solo una parte de lo que somos.

¿Quiénes somos? ¿Cómo somos? ¿Somos lo que creemos ser o acaso lo que otros dicen que somos?    En ocasiones nos satisface más la percepción de otros que la propia, y buscamos en ellos la respuesta; en otras sentimos la crítica de aquello que consideramos injusto y nada apegado a la concepción que tenemos de nosotros mismos.

En este laberinto en que solo ocasionalmente mi mente ingresa, acudo a un autoanálisis, que definitivamente no termino de concretar. Siempre quedará un resquicio, que se indica en la cuarta ventana de Johari, como el área desconocida, en ese subconsciente que encierra lo que quizá me proteja de sufrimientos, de ver una parte negativa que duela profundamente, o que me descubra los potenciales que a mi edad ya no sea posible desarrollar, y duela igualmente. Seguiré siendo lo que yo creo ser, y lo que otros a través de mi vida y mi interrelación con ellos les permita percibir quien soy. Espero un consenso benévolo entre mi percepción y la de aquéllos que en diferentes tiempos y circunstancias tuvimos la oportunidad de coincidir.


Cocodrilo - Cortometraje