domingo, 15 de diciembre de 2024

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 INVENTARIO PERSONAL

Los humanos utilizamos ciertos parámetros para valorar nuestro quehacer por el mundo.   De tiempo en tiempo vamos cerrando ciclos respecto a determinadas actividades.  Uno de estos cierres que nos llega cada 365 días tiene que ver con el fin de año, cuando nos corresponde llevar a cabo una íntima evaluación de nuestro desempeño en el ciclo que termina.

Dentro de las felicitaciones de temporada que intercambiamos en diciembre, nos obsequiamos buenos deseos para el año que está por comenzar, algo muy grato, aunque finalmente corresponde a lugares comunes con poco significado real.  Lo verdaderamente enriquecedor ocurre en nuestro fuero interno, cuando evaluamos si los logros conseguidos a lo largo del año corresponden a los que nos habíamos trazado.   Habría entonces que ver, en primer lugar, si cuando comenzó el año establecimos metas, y si fueron asequibles para cumplir conforme a nuestras condiciones de vida.

En ocasiones nos gana el ritmo acelerado: Iniciamos el día con la lista de pendientes por cumplir y comenzamos una especie de maratón para completar las tareas de ocasión.  Poco nos detenemos a respirar o a voltear al cielo para disfrutar el azul que se despliega por doquier.  Nos movilizamos de un sitio a otro con tal premura, que, si nos preguntaran acerca de diversos elementos que, con un poco de atención habríamos observado en el camino, seguramente reprobaremos.   No reparamos en paisajes, personas o cualquier otro detalle que no sea de suficiente impacto como para capturar nuestra atención.  Tal vez algún accidente automovilístico tendría la capacidad de hacernos voltear, pero solo por un momento.  Tal es nuestra prisa.

Para inventariar nuestra vida durante el último año habremos de identificar los propósitos que nos planteamos a su inicio.   Tal vez nos deseamos salud, amor y bienestar, y en realidad no nos fijamos metas personales por cumplir.   Intentamos seguir siendo los mismos que el año anterior, para llegar a otro 31 de diciembre y volver a desearnos lo mismo bajo igual cartabón, sin experimentar la satisfacción de un crecimiento interior por el cumplimiento de metas trazadas.

Este es el mejor momento para planear nuestros propósitos del próximo año.  Trazarnos los que conlleven desarrollo personal, que no se centren solamente en mí, sino que tengan mayores alcances, que sean capaces de beneficiar a otros seres humanos, a otras causas.  A personas u organizaciones más allá de nosotros mismos, lo que nos permitirá trascender mediante un amor expresado de la única forma válida que existe: a través de la acción.

Los propósitos pueden ser de lo más variado.   Lo que el mundo necesita con urgencia es personas que se sumen a la causa humanitaria de todos nosotros, actuando en aquellos puntos en los que quizá los demás no tienen tanta oportunidad de trabajar.  Una escucha atenta, una llamada telefónica; hacerse presentes ante la persona cercana que la está pasando mal.  Un apoyo económico o en especie a quien más lo necesita.  Son mínimos aportes que nada nos quitan, y que resultan muy significativos, además de que amplían la onda expansiva de bondad que tanto necesita el mundo.   En sitios públicos, ser cordiales con los demás; cuando recibimos un servicio saber dar las gracias con cortesía, pedir permiso para pasar, o regalar una sonrisa nada más porque sí.  Son gestos que de nada nos despojan cuando los damos, y que terminan saneando el ambiente en beneficio de los demás y de nosotros mismos.

Momento de trazar proyectos personales para el 2025, hacerlo de manera que podamos ir midiendo su avance en forma periódica, para así administrar el tiempo y la dedicación que le estamos invirtiendo.   Para nadie está prohibido soñar, tan alto como llegue su imaginación, aunque, claro, hacerlo de forma realista, tomando en cuenta los recursos verdaderos que se tienen para hacerlo.

Menciona Miguel de Unamuno, respecto a los sueños, que estos representan el anhelo de extenderse en tiempo y espacio.  Una excelente forma de abarcar lo que el corazón busca a través de ellos, con un enfoque más allá del propio contentamiento.

Permitamos que la algarabía de la temporada nos invada con su música, su colorido y sus fiestas.  Vivamos con los seres queridos esta época con matices a la vez religiosos como profanos, que vuelven las fiestas algo único a lo largo del año.   Gocemos el barullo exterior con la disposición de un niño, que se entrega a vivir el momento presente a fondo.  Al mismo tiempo, hagamos una reflexión para revisar cómo vamos, qué pendientes quedan del año que termina, y, sobre todo, cuál es el plan de trabajo personal para el año que habrá de comenzar.  Un plan que nos permita alcanzar las metas que conduzcan a mejorar día con día la casa común para todos.

CARTÓN DE LUY

 Desde este espacio deseo felicitar a LUY por haber recibido a principios de mes el XX Premio México de Periodismo "Ricardo Flores Magón 2024". Un orgullo que colabore semanalmente con este blog.



TREGUA NAVIDEÑA. Caso real en la Primera Guerra Mundial. -

CAFÉ PENDIENTE: Tradición de generosidad a otros


Estamos en una cafeterías y entran dos personas:
- Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres “pendientes”.
Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van.

Después de un tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés:
- Tres son para nosotros, y cuatro “pendientes”.
Pagan por siete, se toman los tres y se marchan.
Después un joven pide dos cafés, bebe sólo uno, pero paga los dos.

- ¿Qué son esos “cafés pendientes”?
- Espera y verás.
Seguimos sentadas, hablando de nuestras cosas y mirando a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol. De repente, en la puerta aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja: ¿Tiene algún café pendiente?

El 𝗰𝗮𝗳𝗲́ 𝗽𝗲𝗻𝗱𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲 es una práctica filantrópica con origen en Nápoles en el siglo XIX. Cuando alguien estaba feliz después de que algo bueno había pasado, en lugar de pagar un café pagaba dos, dejando sobre la mesa el dinero para el próximo cliente. Ese gesto fue llamado ‘caffe sospeso’, literalmente, café en espera. E iba destinado a invitar a un café a alguien sin recursos económicos.

Con un café se consigue sacar una sonrisa en cualquier momento del día a una persona que no puede pagarse una taza de café caliente. Y además, en un momento de tantas diferencias, es algo que nos hace sentir más unidos. Un gesto que no tiene nada que ver con la limosna, es más bien una forma de compartir los problemas, un momento de comprensión y consideración hacia los demás.

Texto: Cosas que nunca te dije. Publicado por Manuel Salvador Sáenz Vanegas

Vivir la Navidad desde lo esencial: Charla con MARIAN ROJAS ESTAPÉ

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez




Quisiera que las palabras fueran fieles transmisores de los sentimientos, pero en la comunicación intervienen más de uno, y el receptor muchas veces descifra un código que para él encerraban tus palabras y tu no habías advertido.

La palabra, instrumento a veces punzocortante, otras bálsamo que alivia, brisa que refresca, hielo que congela, puente de unión, muro que separa. ¡Que hable por ti la actitud y logre mayor congruencia!

MOG Y LA NAVIDAD: Corto animado