Estamos en una cafeterías y entran dos personas:
- Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres “pendientes”.Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van.
Después de un tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés:
- Tres son para nosotros, y cuatro “pendientes”.
Pagan por siete, se toman los tres y se marchan.
Después un joven pide dos cafés, bebe sólo uno, pero paga los dos.
- Tres son para nosotros, y cuatro “pendientes”.
Pagan por siete, se toman los tres y se marchan.
Después un joven pide dos cafés, bebe sólo uno, pero paga los dos.
- ¿Qué son esos “cafés pendientes”?
- Espera y verás.
Seguimos sentadas, hablando de nuestras cosas y mirando a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol. De repente, en la puerta aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja: ¿Tiene algún café pendiente?
- Espera y verás.
Seguimos sentadas, hablando de nuestras cosas y mirando a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol. De repente, en la puerta aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja: ¿Tiene algún café pendiente?
El 𝗰𝗮𝗳𝗲́ 𝗽𝗲𝗻𝗱𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲 es una práctica filantrópica con origen en Nápoles en el siglo XIX. Cuando alguien estaba feliz después de que algo bueno había pasado, en lugar de pagar un café pagaba dos, dejando sobre la mesa el dinero para el próximo cliente. Ese gesto fue llamado ‘caffe sospeso’, literalmente, café en espera. E iba destinado a invitar a un café a alguien sin recursos económicos.
Con un café se consigue sacar una sonrisa en cualquier momento del día a una persona que no puede pagarse una taza de café caliente. Y además, en un momento de tantas diferencias, es algo que nos hace sentir más unidos. Un gesto que no tiene nada que ver con la limosna, es más bien una forma de compartir los problemas, un momento de comprensión y consideración hacia los demás.
Texto: Cosas que nunca te dije. Publicado por Manuel Salvador Sáenz Vanegas
Hay que hacerlo de vez en cuándo….
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