domingo, 8 de septiembre de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


TU DERECHO, MI DERECHO
Mediante un pequeño ejercicio de autocrítica, he concluido que debería de escribir un libro intitulado: “Memorias de supermercado”. Cualquier sitio público atrapa mi atención, como un gran foro en el cual los humanos interactuamos tal cual somos, sin embargo, lo que observo en el supermercado resulta todavía más representativo de nosotros como sociedad. A la tienda van los pobladores de una localidad, cada uno con sus propias características, a volcar en esos largos pasillos su particular quintaesencia, que les vuelve seres únicos sobre el planeta.
          Llamaremos a nuestro personaje “Chica X”. El primer contacto que tuve con ella fue en el estacionamiento de la tienda. Estoy estrenando un vehículo semi-seminuevo, por cierto, muy bien cuidado, de modo que me estaciono lejos de las puertas de acceso, tratando de evitar un rayón. Semi-seminuevo, pues me lo pasó un familiar, quien a su vez lo adquirió en una agencia como seminuevo, lo que da pie al juego de palabras.
          Mi afán de cuidar la pintura de la carrocería implica atravesar todo el estacionamiento.  Delante de mí iba una vagoneta Avanza color arena. Para cuando llegué a la puerta de la tienda, se había estacionado en un cajón azul, muy próximo a la entrada. Traía placas que indican que su propietario tiene discapacidad, hasta ahí todo bien. Del vehículo descendió una mujer en sus treintas, bien arreglada, en tacones altos. Supuse que llegaba para recoger de la tienda a su madre o a su abuela; no imaginé que las cosas pudieran ser de otra manera.  Acto seguido, Chica X avanzó a grandes zancadas para tomar un carrito de supermercado. Luego de traspasar el umbral de entrada, giró a la izquierda hacia frutas y verduras, y así, una detrás de la otra, comenzamos a recorrer departamentos y pasillos, desde arroz y aceite vegetal, hasta salchichonería.  Por más que esperaba verla “renquear” –como decimos por acá--, eso nunca ocurrió.  Volvimos a coincidir en las cajas, y –con franqueza-- ella seguía luciendo tan sana y entera como en un principio, la discapacidad no se hizo evidente en absoluto.
          Vinieron a mi mente una serie de ideas, como bólidos que pasan dejando un leve rastro, que, si no aprehendemos de inmediato, se habrán ido para siempre.   Quiero creer que Chica X tiene un familiar con discapacidad, y por ello la camioneta tiene placas con el logo correspondiente.  Vaya, porque ahora recuerdo el caso de un jovenazo que utilizaba placas de discapacidad en un convertible deportivo, en el que, si por azares del destino alguien de mi edad subiera, no vuelve a salir ni con abrelatas. Pero no, no quiero pensar mal, ella debe de tener un familiar que, en un momento dado, requiere estacionarse en los cajones que garantizan el fácil acceso a un edificio. Surge una nueva duda: Entonces, si ella sabe lo que sufre su propio familiar con discapacidad, ¿cómo es que le falta la sensibilidad como para dejar libres dichos cajones, para quien verdaderamente los necesita?...
          Me resistía a aceptarlo de entrada, pero tuve que reconocer  algo que nos caracteriza a los mexicanos.   La Chica X utiliza un espacio que en ese momento no necesita. Lo hace amparada por un símbolo que se lo permite.  No habrá poder humano que la quite de ahí.  Ella hace uso de un privilegio que en ese momento no le corresponde. Supongo que actúa así, porque no tiene la conciencia ciudadana para hacerlo de otra manera.  Quien cuenta con un familiar con discapacidad, conoce las dificultades que implica tener que caminar mayores distancias. En dicho caso, si hoy Chica X no trae a ese familiar con discapacidad, evitaría hacer uso de un cajón que en ese momento no necesita. Amén del logo del vehículo.
          Visto en términos prácticos, el problema es muy simple: Prevalece mi derecho a la comodidad sobre tu legítimo derecho por motivos de salud. Lo mío está antes que lo de los demás, independientemente del peso específico de uno y otro. No actúo con base en un un principio de conciencia, sino valiéndome de un artilugio para mi personal confort.
          Ahora bien, ¿vamos a colocar un policía en cada cajón de estacionamiento para garantizar que se actúe de manera debida? ¿Que quien se estaciona sepa hacerlo bien, para que no raye mi semi-seminuevo? ¿Que quien trae logo que indica discapacidad haga buen uso de este? La solución no radica en vigilar y sancionar, sino en crear conciencia.  Ser empáticos con las necesidades de los demás, sacrificar un ápice de comodidad en aras de facilitar la vida de quienes –de suyo--, la tienen bastante más difícil.
          El cambio que requiere México se dará a través de un proceso educativo de raíz, en el hogar, mediante el ejemplo. Que los principios de casa sean sólidos, para salir a enfrentar un mundo de paradojas, en donde la indolencia se viste de poder.

CRÓNICAS DE VIAJE 3 El inalcanzable puente de Lagos

Como he venido mencionando en esta crónica, mi interés por conocer Lagos se debió a una simpática lectura: "El Alcalde de Lagos", libro original de Alfonso de Alba, complementado con consejas propias de la región. La obra da cuenta de la rivalidad política que existía entre Lagos y otras ciudades jaliscienses. En una época Lagos trató de independizarse del resto del estado, lo que generó enojo y  burla de los opositores a dicho plan. Ello contribuyó al avivamiento de historias sobre la vida de uno de sus alcaldes --de suyo muy singular. Sigamos, pues, hablando de tal personaje:
          Se dictó una orden que habían de acatar todos los comerciantes: Colocar al frente de sus respectivos negocios el nombre de la tienda y su especialidad.  El panadero mandó hacer un rótulo con la leyenda "Panadería La Espiga". De parte de la Alcaldía le reclamaron el hecho de que no especificaba qué producto vendía, por lo que hubo de modificar el anuncio para poner: "Panadería de pan La Espiga", y de esta manera pasó a la historia su negocio.
          Cruzar el río de Lagos era un gran desafío que al menos en cuatro oportunidades trató de vencerse mediante la construcción de un puente. Unas veces con dinero de los oriundos, y otras más mediante apoyo del Estado.  El primer puente lo inauguró Miramón durante su presidencia, y el actual, Venustiano Carranza. La placa original labrada en cantera desapareció en dos ocasiones dañada por el agua.  Una tercera placa daba el mérito exclusivo al Gobernador, para enojo de los laguenses, y la final, que permanece aún, deja sentado que se hizo a instancias de los oriundos del lugar, aunque el gobierno estatal aportó un total de seis mil pesos para su terminación.
          "Este puente se hizo en Lagos y se pasa por arriba".   La segunda parte de la leyenda fue para dejar sentado que, para cruzar el río, debían pasar por arriba del puente, cubriendo el pago correspondiente.
           Las cuatro visitantes íbamos propuestas a pasar por el célebre puente.  En la presidencia municipal preguntamos dónde quedaba el río.  Nos lo señalaron hacia el noreste, y para allá fuimos. Pronto encontramos un puente de construcción moderna sobre el cual transitaban camiones urbanos, escenario que para nada se parecía a la idea que el libro me había dado.   No se observaba placa alguna, y ninguno dentro del grupo que esperaba la salida del camión, supo orientarnos.  Finalmente, una chica nos indicó que debíamos caminar varias cuadras hacia el poniente, hasta la clínica del IMSS, asegurando que frente a la misma encontraríamos el puente.
          El aspecto del río contrasta con el resto de la población.  Un lecho sin agua, sucio y descuidado.   Caminamos río arriba; teniendo todas nosotras una sensación en común, entre más avanzábamos, más lejos se veía el anhelado puente.   Nos topamos con el jardín Luis Moreno, en el cual hay varios monumentos en honor al héroe insurgente Pedro Moreno y a su esposa Rita. Seguimos caminando. Ya con el último aliento, llegamos a la clínica del IMSS, pero del puente ¡nada! Faltaba todavía un par de cuadras. Finalmente, pasamos frente al sobrio edificio Rincón Gallardo con su fachada de cantera rosa, y giramos a la derecha, rodeando el Templo de Nuestra Señora de la Luz. En ese instante sentimos como si se nos abrieran las puertas del cielo. ¡Ahí estaba el puente!  Era tal nuestro alborozo, que más de un laguense que pasó a nuestro lado nos miró con extrañeza.  Fue momento de tomar la fotografía del recuerdo.
         No hubo oportunidad de ahondar en el conocimiento de una singular población que ha dado grandes personajes a la historia y a la cultura de México. Entre muchos otros, destacan Don Agustín Rivera, sacerdote y escritor; Mariano Azuela, médico y escritor revolucionario; Lola Álvarez Bravo, destacada fotógrafa. No nos quedaba tiempo, y lo que se nos había agotado por completo, era la energía.  Decidimos tomar un carro de sitio que nos llevara a la terminal para tomar nuestro camión de regreso. Concluido el trayecto descubrimos que nuestro destino estaba a dos cuadras de distancia del puente. Una anécdota más para recordar, porque finalmente es lo que conseguimos cuando viajamos, vivir experiencias inolvidables y divertidas.
          Por cierto, me encantó descubrir que al oriente de la ciudad hay una calle que lleva el nombre de Porfirio Díaz, personaje que la historia oficial se ha negado a reconocer, --muy en lo personal--, de una forma injusta.
          Lagos de Moreno: ¡Hemos de volver! A recorrer sus calles, visitar los sitios que encontramos cerrados por ser día feriado: El Museo de Arte Sacro, el de los Altos de Jalisco, la Escuela de Artes y Oficios, el vecino pueblo de Moya, y muchos otros parques y jardines tan singulares. Un bello mosaico más en la geografía privilegiada de nuestro amado México.


Monumento a Pedro Moreno, a su esposa Rita, y la placa del Puente sobre el río Lagos.



Mosaico de danzas tradicionales mexicanas

El grupo de ballet ruso, de Igor Moiseyev, interpreta un mosaico de danzas folcloricas mexicanas. ¡Para celebrar el mes patrio!

INFOGRAFÍA importante para el planeta


DOCUMENTAL: Recordando a Francisco Toledo

 Documental de TV Azteca publicado en el 2015. Tiene varias interrupciones por comerciales. En ese punto se queda trabado y hay que avanzarlo manualmente. Del material que busqué para honrar la memoria del gran pintor y extraordinario ser humano, me pareció uno de los más completos.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


¡No te culpes! no todo depende de ti. No todo aquello que no resultó bien es atribuible a tu ineficiencia.

La vida no tiene sello de garantía, es solo oportunidad de intentar cada día algo nuevo o persistir en un proyecto, sin que nada ni nadie pueda asegurar que tengas éxito en lograrlo.

Pero no seas juez implacable contigo mismo, no te des condenas inmerecidas, ni te hundas en martirizantes pensamientos que, como fantasmas, parecen venirse contra ti, haciéndote víctima de ti mismo.

Habrá que aceptar culpas, porque es innegable que equivocaciones tendremos por decenas, pero nadie viene a este mundo a ser siempre asertivo y acertado. Parte de nuestra existencia se ve marcada por la experiencia que nos da el cometer errores. Quizá lo que pudiera ser imperdonable, sería la incapacidad para  reconocer nuestras fallas, y por ende, persistir en ellas.

Somos campesinos que siembran pero a veces no cosechan, así es esta vida, dejar hasta lo último del ser en el campo, y saber que habrá buenas y malas temporadas. Saber aprovisionar para las malas épocas, mantener la esperanza, la fe, la voluntad. No flagelarnos, no victimizarnos ante el infortunio, no ser nuestros propios verdugos.

El perdón hacia uno mismo es indispensable para no afligir al corazón. No hay culpa involuntaria que no merezca un perdón que libere,  y que nos permita seguir buscando tierra fértil donde sembrar.

VIDEO: "Alas" o el sentido de la amistad.