domingo, 8 de septiembre de 2019

CRÓNICAS DE VIAJE 3 El inalcanzable puente de Lagos

Como he venido mencionando en esta crónica, mi interés por conocer Lagos se debió a una simpática lectura: "El Alcalde de Lagos", libro original de Alfonso de Alba, complementado con consejas propias de la región. La obra da cuenta de la rivalidad política que existía entre Lagos y otras ciudades jaliscienses. En una época Lagos trató de independizarse del resto del estado, lo que generó enojo y  burla de los opositores a dicho plan. Ello contribuyó al avivamiento de historias sobre la vida de uno de sus alcaldes --de suyo muy singular. Sigamos, pues, hablando de tal personaje:
          Se dictó una orden que habían de acatar todos los comerciantes: Colocar al frente de sus respectivos negocios el nombre de la tienda y su especialidad.  El panadero mandó hacer un rótulo con la leyenda "Panadería La Espiga". De parte de la Alcaldía le reclamaron el hecho de que no especificaba qué producto vendía, por lo que hubo de modificar el anuncio para poner: "Panadería de pan La Espiga", y de esta manera pasó a la historia su negocio.
          Cruzar el río de Lagos era un gran desafío que al menos en cuatro oportunidades trató de vencerse mediante la construcción de un puente. Unas veces con dinero de los oriundos, y otras más mediante apoyo del Estado.  El primer puente lo inauguró Miramón durante su presidencia, y el actual, Venustiano Carranza. La placa original labrada en cantera desapareció en dos ocasiones dañada por el agua.  Una tercera placa daba el mérito exclusivo al Gobernador, para enojo de los laguenses, y la final, que permanece aún, deja sentado que se hizo a instancias de los oriundos del lugar, aunque el gobierno estatal aportó un total de seis mil pesos para su terminación.
          "Este puente se hizo en Lagos y se pasa por arriba".   La segunda parte de la leyenda fue para dejar sentado que, para cruzar el río, debían pasar por arriba del puente, cubriendo el pago correspondiente.
           Las cuatro visitantes íbamos propuestas a pasar por el célebre puente.  En la presidencia municipal preguntamos dónde quedaba el río.  Nos lo señalaron hacia el noreste, y para allá fuimos. Pronto encontramos un puente de construcción moderna sobre el cual transitaban camiones urbanos, escenario que para nada se parecía a la idea que el libro me había dado.   No se observaba placa alguna, y ninguno dentro del grupo que esperaba la salida del camión, supo orientarnos.  Finalmente, una chica nos indicó que debíamos caminar varias cuadras hacia el poniente, hasta la clínica del IMSS, asegurando que frente a la misma encontraríamos el puente.
          El aspecto del río contrasta con el resto de la población.  Un lecho sin agua, sucio y descuidado.   Caminamos río arriba; teniendo todas nosotras una sensación en común, entre más avanzábamos, más lejos se veía el anhelado puente.   Nos topamos con el jardín Luis Moreno, en el cual hay varios monumentos en honor al héroe insurgente Pedro Moreno y a su esposa Rita. Seguimos caminando. Ya con el último aliento, llegamos a la clínica del IMSS, pero del puente ¡nada! Faltaba todavía un par de cuadras. Finalmente, pasamos frente al sobrio edificio Rincón Gallardo con su fachada de cantera rosa, y giramos a la derecha, rodeando el Templo de Nuestra Señora de la Luz. En ese instante sentimos como si se nos abrieran las puertas del cielo. ¡Ahí estaba el puente!  Era tal nuestro alborozo, que más de un laguense que pasó a nuestro lado nos miró con extrañeza.  Fue momento de tomar la fotografía del recuerdo.
         No hubo oportunidad de ahondar en el conocimiento de una singular población que ha dado grandes personajes a la historia y a la cultura de México. Entre muchos otros, destacan Don Agustín Rivera, sacerdote y escritor; Mariano Azuela, médico y escritor revolucionario; Lola Álvarez Bravo, destacada fotógrafa. No nos quedaba tiempo, y lo que se nos había agotado por completo, era la energía.  Decidimos tomar un carro de sitio que nos llevara a la terminal para tomar nuestro camión de regreso. Concluido el trayecto descubrimos que nuestro destino estaba a dos cuadras de distancia del puente. Una anécdota más para recordar, porque finalmente es lo que conseguimos cuando viajamos, vivir experiencias inolvidables y divertidas.
          Por cierto, me encantó descubrir que al oriente de la ciudad hay una calle que lleva el nombre de Porfirio Díaz, personaje que la historia oficial se ha negado a reconocer, --muy en lo personal--, de una forma injusta.
          Lagos de Moreno: ¡Hemos de volver! A recorrer sus calles, visitar los sitios que encontramos cerrados por ser día feriado: El Museo de Arte Sacro, el de los Altos de Jalisco, la Escuela de Artes y Oficios, el vecino pueblo de Moya, y muchos otros parques y jardines tan singulares. Un bello mosaico más en la geografía privilegiada de nuestro amado México.


Monumento a Pedro Moreno, a su esposa Rita, y la placa del Puente sobre el río Lagos.



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