MEMORIAS 3D
Hace un par de días me regalé un ramo de flores; debiendo hacer otras compras
en un conocido centro comercial, aproveché la vuelta para adquirir uno de esos
ramos que ya vienen arreglados en papel celofán, con su sobre de “polvos
mágicos” para prolongar la vida de las flores.
Para mi sorpresa buena parte de hojas y tallos de la parte central del
ramo venían podridos, así que luego de eliminar parte de ellos y colocar las
flores en el florero, quedó una pequeña sobreviviente de colores blanco y rosa
que deposité sobre mi escritorio, y que para el siguiente día se había
deshidratado lo suficiente como para colocarla entre las páginas de un libro. Recordé entonces la sensación de los pétalos
de flores momificadas en libros antiguos de mi madre, esa fina crepitación entre
los dedos cuando se toma aquella delgada lámina en la que se conservan los
colores originales de la flor. De ahí
brincó mi mente con sus cavilaciones hasta chocar de frente con una realidad de
nuestros tiempos: En un futuro conoceremos la naturaleza de este modo, a través
de piezas momificadas de lo que alguna vez fueron hermosas especies libres y
palpitantes.
Sin humor de meterme con el manido asunto del Chapo,
permítaseme solamente rescatar un concepto: México se ha convertido en un
vejado rehén de políticas egocéntricas derivadas de un capitalismo mal
entendido, llevado al extremo para beneficiar a una élite privilegiada a
costillas del resto de la población. Por
ese mismo mecanismo mental la mayoría nos hemos ido acostumbrando a ver por lo
propio sin detenernos a respetar lo ajeno, tiramos basura en las calles, que al
cabo hay un servicio de limpieza, olvidando que la ciudad más limpia no es la
que más se asea sino la que menos se ensucia.
No respetamos las reglas de vialidad en una actitud pueril como
diciendo, “yo estoy por encima de toda regla”, y sobrevienen los
accidentes. Por miopía mental no respetamos los cajones para
discapacitados, sin darnos cuenta de que algún día nosotros o algún familiar podremos
quizás requerir uno y no hallarlo. Y en
cuestión de especies animales, pasamos por alto respetar las regulaciones que
aseguren una vida digna y a futuro.
Con relación al uso
del agua vivimos como si la tuviéramos segura por mil años más, cuando la
crisis por el vital líquido está a la
vuelta de la esquina; una vez más nos manejamos bajo la premisa de “a ver cómo
le hacen los demás cuando el agua se acabe”, sin darnos cuenta de que tanto
nosotros como nuestros hijos seremos parte de esa población con graves
problemas por falta de agua.
Los gobiernos gastan grandes cantidades de dinero en
cuestiones publicitarias, ahí tenemos a EPN que lleva una millonada en gastos de
imagen personal mientras constriñe presupuestos de primer orden. A través de publicidad, se pretende crear conciencia ecológica, algo
que tiene poco o ningún impacto en la conducta de los ciudadanos. Es necesario un cambio de estrategia, educar
primero a los padres de familia, hacerlos conscientes de la razón por la cual
hay que llevar a cabo tal o cual medida preventiva, para que entonces sean
ellos los educadores dentro del hogar, algo que no ha tenido cabida en un
sistema de gobierno que no se basa en resultados sino en gastos publicitarios. Ahí tenemos el caso del Chapo, nos dan una y
mil explicaciones de los sistemas de seguridad con que cuenta el penal del
Altiplano, todo ello para decirnos que los diecinueve candados y la estrecha
vigilancia de 24 horas al día, simplemente no funcionaron (claro, partiendo de
la hipótesis de que El Chapo en verdad se haya fugado). No nos interesa el rollo sino los resultados, mismos que no
hemos visto ni en este ni en muchos otros casos emblemáticos.
La tecnología es un excelente recurso informático a todos
los niveles; esta vez nos hemos maravillado con las imágenes de Plutón, al que
creíamos extinto como planeta y que ahora pugna por recuperar su estatus dentro
del Universo. Hemos conocido en modelos
3D diversos saurios que existieron millones de años atrás, pero será lamentable
que nuestros nietos no puedan conocer más que en imágenes digitales digamos, un
elefante, un rinoceronte, una vaquita marina o un venado cola blanca, porque nosotros
mismos hayamos terminado con ellos.
Dentro de esa visión egocéntrica contemporánea a la que me
refería al inicio hay una tendencia al no respeto por la vida, aunque --hay que
decirlo—se multiplican los grupos conservacionistas que buscan contrarrestar
esta corriente maligna.
Luego de tantos pensamientos guardo esta florecilla
huérfana, no sin antes preguntarme quién podrá encontrarla momificada en veinte
o treinta años, y sobre todo, cuál podrá ser el escenario en el que viva quien la
encuentre.