domingo, 19 de octubre de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 UN CALDO TÓXICO

Las redes sociales son un medio que nos mantiene informados de los temas de nuestro interés. Cada uno de nosotros va determinando qué fuentes le parecen confiables y a ellas se afilia.

Hoy encontré en X con una nota muy dolorosa: Desde Sevilla, España, la foto de una niña hermosa, Sandra Peña, de 14 años, que se suicidó debido a un bullying escolar. El sitio recuerda un caso similar ocurrido poco tiempo atrás, otra chica de nombre Kira López, con enormes similitudes. En ambos casos los padres de familia pugnaron porque se hiciera pública la información de sus hijas, como una manera de denunciar el círculo maligno alrededor de los niños sometidos a acoso escolar, y que involucran a los pares acosadores, sus familias, maestros y autoridades, que poco o nada efectivo hacen para prevenir o detener esta agresión. El chico buleado se encuentra prácticamente solo, con tanta presión, que, a ratos, hasta llega a considerar la salida del suicidio. No lo mueve el deseo a morir, sino la urgencia de escapar de una situación a todas luces insostenible.

En México no cantamos mal las rancheras con relación a tales tipos de violencia. Se da en su variante física dentro de escuelas o centros laborales, contra ese compañero o compañera que, por alguna razón, se halla en desventaja con relación al resto. El grupo encuentra divertido y hasta justificado el ataque a otro ser humano, lo que llega a tener consecuencias fatales. Recordemos aquí el caso de “Papayita” en la Laguna tres semanas atrás, un hombre muy cándido, muerto por la ingestión de un tóxico colocado en su bebida.

Alrededor de la víctima el grupo se fortalece, para excluir cada vez más al buleado. Sin embargo, hoy quiero referirme a otro tipo de violencia, llamémosla política. Un buen ejemplo ha sido lo ocurrido por el desbordamiento de cauces que ha afectado a parte de la Huasteca potosina, hidalguense, queretana, veracruzana y poblana. Reacciones cargadas de violencia han impedido la entrada de contingentes con ayuda en especie, exigiendo que esta se entregue a las autoridades formales. Se minimiza el problema alegando que “se desbordó poquito el río Cazones”, o se ordena no enumerar en la mañanera los municipios afectados. Y la última, de la cual obra evidencia en un video que circula en redes sociales: La gobernadora de Veracruz Rocío Nahle emite una virtual carcajada cuando es cuestionada respecto a la cancelación del seguro contra desastres naturales en el estado. Ignora a la periodista que le hace la pregunta, y luego voltea de manera altanera a decirle que no fue por falta de dinero que se haya cancelado. La verdad es que se suprimió ese seguro catastrófico, lo que, aunado a la eliminación que se hizo en el sexenio anterior, del fideicomiso para casos de desastres naturales, denominado FONDEN, hoy las labores de desazolve y reconstrucción en las zonas afectadas se dificultan

Los habitantes del planeta tierra nos hallamos bullendo en un caldo tóxico que a ratos se vuelve más venenoso. Nos hemos ido acostumbrando a pensar mal, a ser desconfiados, a mantenernos a la defensiva. A mirar con suspicacia al que se aproxima a nosotros, tratando de imaginar qué intereses perversos le mueven a hacerlo. Buscando la oculta intención, como si de una guerra se tratase. En la vida pública estas actitudes y reacciones nuestras son más marcadas, lo que convierte la socialización en una actividad difícil y por momentos poco gratificante.

¡Cuánta falta nos hace regresar a la verdad como principio rector de nuestros dichos! Tener la valentía de expresar lo que sentimos o pensamos de manera abierta. El temple para reconocer que detrás de esas actitudes violentas que detentamos hay un germen nocivo que nos mueve a hacerlo. Como sociedad nos urge ser ciudadanos íntegros en nuestra diaria actuación, y así formar nuevos ciudadanos honorables y dignos para nuestra patria. Ser a tal grado honestos que consigamos ir saneando nuestro entorno inmediato de esas expresiones de violencia que tanto daño hacen.

Las verdades a medias son perjudiciales. No nos permiten conocer la realidad de las cosas para poder actuar en consecuencia. En el caso del acoso escolar, hacer como que nada sucede, o minimizar el sufrimiento de la víctima, es voltear la mirada al otro lado y no asumir responsabilidades. En el caso que ahora nos ocupa a los mexicanos, donde se pudo alertar a la población sobre el meteoro y no se hizo, y se subestima groseramente lo ocurrido de todas las formas posibles, es faltar a la verdad y revictimizar a los afectados.

Valores rectores, como la rectitud, la honestidad y el bien, se necesitan hoy más que nunca en nuestra sociedad. Hagamos lo que nos corresponde, desde nuestro pequeño espacio, para recuperarlos.

CARTÓN de LUY

 


Un poco de música clásica: Sinfonía nº 1’ de Franz Joseph Haydn

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

A pesar de mí

Durante años creí que ser fuerte era aguantar. Callar el dolor, tragarse las lágrimas, apretar los dientes hasta que la mandíbula doliera. Me convencí de que la fortaleza se medía en la cantidad de golpes que uno podía recibir sin que se le notara la herida.

Hoy sé que estaba equivocado.

La vida me enseñó, a punta de quiebres, que la verdadera fuerza no está en no romperse, sino en seguir aun cuando ya estás roto. Ser fuerte, descubrí, es permitirse llorar hasta que se nublen los ojos y, aun así, avanzar con la vista empañada. Es arrastrar los pedazos de uno mismo sin vergüenza, con la certeza de que no hay cicatriz inútil.

Aprendí también que pedir ayuda no me hace menos. Que decir “no puedo solo” es, en realidad, un acto de amor propio. Porque amarse no es mirarse al espejo y creerse perfecto; es aceptar que, incluso con grietas, uno sigue siendo digno de cuidado, de descanso, de ternura.

A veces me encuentro exhausto, preguntándome si tiene sentido seguir. Y en esos momentos recuerdo que la resiliencia no siempre se ve heroica. Muchas veces es un gesto mínimo: levantarse de la cama cuando pesa el cuerpo, dar un paso más aunque tiemble el alma, susurrarse un “todavía no me rindo” en voz baja.

Eso es lo que hoy entiendo como fortaleza: seguir a pesar del miedo, del cansancio, de las dudas. Seguir, incluso contra mí mismo...

El espacio entre la autoindulgencia y la autoestima: Kristin Neff

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Anoche soñé bonito. En mi sueño era yo una niña que como en aquellos mis tiempos de infancia, los juegos eran sencillos, eran cuando mucho necesarios un gis, una cuerda, mucha energía, interactuar con otros niños, tener la libertad de salir a la calle que se convertía en el área de juegos de todo el barrio, por cierto en ese entonces éramos tantos niños que estaba asegurado tener con quien divertirse.

Utilizábamos nuestro cuerpo, todos nuestros sentidos, emotividad. Había risas, enojos, asombro, tristeza, nos peleábamos y reconciliábamos al momento. Competíamos en un ambiente de amistad que nos unía durante horas hasta ver salir a las mamás con el usual grito de "ya métanse". A veces sin chistar, otras reclamando un poco de más tiempo, nos despedíamos para volvernos a reunir al día siguiente.

No éramos presas del aburrimiento, no deseábamos tener un juguete especial, vivíamos con lo esencial y considerábamos era más que suficiente, no teníamos un mundo virtual que a través de pantallas y algoritmos nos hiciera adictos a la banalidad, con una avalancha de algoritmos que nos conducen al consumismo, a la inconformidad con nuestra realidad, con nosotros mismos porque no cumplimos los estándares que personas totalmente ajenas a nosotros manipulan para hacernos ver como ideales, de acuerdo siempre a sus intereses meramente personales, de poder y monetario.

Esa realidad que era más lenta, que requería de mayores procesos para asimilarla, sin esa resolución inmediata de cualquier duda que se nos presente, esa realidad en que se requería mayor atención, donde no permanecíamos en ese estado de fascinación, de atracción irresistible, en el que se atrofia el desarrollo de las funciones cognitivas, donde nos atrapan y nos convierten en autómatas, sin darnos cuenta siquiera que nuestra voluntad ha sido "hackeada" hablando en términos de informática.

Mi sueño me llevó al pasado, me hizo reflexionar una vez más sobre la necesidad de recuperar lo que humanamente hemos ido perdiendo a causa del mal empleo de la tecnología. Nadie niega su invaluable utilidad, pero dejar en ese mundo virtual, que además está diseñado para manipularnos mental y emocionalmente, no nos lleva a evolucionar sino por el contrario, a una involución de nuestra esencia humana, a convertirnos en seres ansiosos, aislados, que pierden facultades para dirigir su atención, a socializar, a ser empáticos, con dificultades en reconocer y gestionar sus emociones, de decidir su vida sin que les propongan modelos a seguir que a veces por inalcanzables solo generan frustración.

Mi sueño, es parte un anhelo, de poder compartirle a los niños y jóvenes de ahora las bondades de lo que se vivió antes, de limitar su adicción a las pantallas, de tener propuestas de convivencia familiar y social con ellos, entre ellos, Mi sueño es que todos esos colectivos dañinos que existen en las redes dejen de atrapar a tantos seres inmaduros que debían encontrar consuelo, apoyo y amor en su entorno.

Desperté, y espero la noche para tejer un sueño entre lo que no tiene marcha atrás y es el presente con un poco de conciencia, de recobrar la personalización en nuestras relaciones, de vivir a la velocidad que la vida real marca, sin tanta prisa, permitiéndonos descubrirla y seguir dejando a nuestros niños y jóvenes educarse en el asombro, no perderlo nosotros mismos.

Regresar a casa, a lo esencial, rescatarnos como humanidad.

Vuelo con aves por la provincia francesa

 
Para verse y gozarse. Yo me emocioné hasta las lágrimas con este prodigio de la naturaleza y las hermosas vistas de la región francesa de Normandía.