UN CALDO TÓXICO
Las
redes sociales son un medio que nos mantiene informados de los temas de nuestro
interés. Cada uno de nosotros va determinando qué fuentes le parecen confiables
y a ellas se afilia.
Hoy
encontré en X con una nota muy dolorosa: Desde Sevilla, España, la foto de una
niña hermosa, Sandra Peña, de 14 años, que se suicidó debido a un bullying
escolar. El sitio recuerda un caso similar ocurrido poco tiempo atrás, otra
chica de nombre Kira López, con enormes similitudes. En ambos casos los padres
de familia pugnaron porque se hiciera pública la información de sus hijas, como
una manera de denunciar el círculo maligno alrededor de los niños sometidos a
acoso escolar, y que involucran a los pares acosadores, sus familias, maestros
y autoridades, que poco o nada efectivo hacen para prevenir o detener esta
agresión. El chico buleado se encuentra prácticamente solo, con tanta presión,
que, a ratos, hasta llega a considerar la salida del suicidio. No lo mueve el
deseo a morir, sino la urgencia de escapar de una situación a todas luces
insostenible.
En
México no cantamos mal las rancheras con relación a tales tipos de violencia.
Se da en su variante física dentro de escuelas o centros laborales, contra ese
compañero o compañera que, por alguna razón, se halla en desventaja con
relación al resto. El grupo encuentra divertido y hasta justificado el ataque a
otro ser humano, lo que llega a tener consecuencias fatales. Recordemos aquí el
caso de “Papayita” en la Laguna tres semanas atrás, un hombre muy cándido,
muerto por la ingestión de un tóxico colocado en su bebida.
Alrededor
de la víctima el grupo se fortalece, para excluir cada vez más al buleado. Sin embargo,
hoy quiero referirme a otro tipo de violencia, llamémosla política. Un buen
ejemplo ha sido lo ocurrido por el desbordamiento de cauces que ha afectado a
parte de la Huasteca potosina, hidalguense, queretana, veracruzana y poblana.
Reacciones cargadas de violencia han impedido la entrada de contingentes con
ayuda en especie, exigiendo que esta se entregue a las autoridades formales. Se
minimiza el problema alegando que “se desbordó poquito el río Cazones”, o se ordena
no enumerar en la mañanera los municipios afectados. Y la última, de la cual
obra evidencia en un video que circula en redes sociales: La gobernadora de
Veracruz Rocío Nahle emite una virtual carcajada cuando es cuestionada respecto
a la cancelación del seguro contra desastres naturales en el estado. Ignora a
la periodista que le hace la pregunta, y luego voltea de manera altanera a
decirle que no fue por falta de dinero que se haya cancelado. La verdad es que
se suprimió ese seguro catastrófico, lo que, aunado a la eliminación que se
hizo en el sexenio anterior, del fideicomiso para casos de desastres naturales,
denominado FONDEN, hoy las labores de desazolve y reconstrucción en las zonas
afectadas se dificultan
Los
habitantes del planeta tierra nos hallamos bullendo en un caldo tóxico que a
ratos se vuelve más venenoso. Nos hemos ido acostumbrando a pensar mal, a ser
desconfiados, a mantenernos a la defensiva. A mirar con suspicacia al que se
aproxima a nosotros, tratando de imaginar qué intereses perversos le mueven a
hacerlo. Buscando la oculta intención, como si de una guerra se tratase. En la
vida pública estas actitudes y reacciones nuestras son más marcadas, lo que convierte
la socialización en una actividad difícil y por momentos poco gratificante.
¡Cuánta
falta nos hace regresar a la verdad como principio rector de nuestros dichos!
Tener la valentía de expresar lo que sentimos o pensamos de manera abierta. El
temple para reconocer que detrás de esas actitudes violentas que detentamos hay
un germen nocivo que nos mueve a hacerlo. Como sociedad nos urge ser ciudadanos
íntegros en nuestra diaria actuación, y así formar nuevos ciudadanos honorables
y dignos para nuestra patria. Ser a tal grado honestos que consigamos ir
saneando nuestro entorno inmediato de esas expresiones de violencia que tanto
daño hacen.
Las
verdades a medias son perjudiciales. No nos permiten conocer la realidad de las
cosas para poder actuar en consecuencia. En el caso del acoso escolar, hacer
como que nada sucede, o minimizar el sufrimiento de la víctima, es voltear la
mirada al otro lado y no asumir responsabilidades. En el caso que ahora nos
ocupa a los mexicanos, donde se pudo alertar a la población sobre el meteoro y
no se hizo, y se subestima groseramente lo ocurrido de todas las formas
posibles, es faltar a la verdad y revictimizar a los afectados.
Valores
rectores, como la rectitud, la honestidad y el bien, se necesitan hoy más que
nunca en nuestra sociedad. Hagamos lo que nos corresponde, desde nuestro
pequeño espacio, para recuperarlos.
