domingo, 19 de octubre de 2025

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Anoche soñé bonito. En mi sueño era yo una niña que como en aquellos mis tiempos de infancia, los juegos eran sencillos, eran cuando mucho necesarios un gis, una cuerda, mucha energía, interactuar con otros niños, tener la libertad de salir a la calle que se convertía en el área de juegos de todo el barrio, por cierto en ese entonces éramos tantos niños que estaba asegurado tener con quien divertirse.

Utilizábamos nuestro cuerpo, todos nuestros sentidos, emotividad. Había risas, enojos, asombro, tristeza, nos peleábamos y reconciliábamos al momento. Competíamos en un ambiente de amistad que nos unía durante horas hasta ver salir a las mamás con el usual grito de "ya métanse". A veces sin chistar, otras reclamando un poco de más tiempo, nos despedíamos para volvernos a reunir al día siguiente.

No éramos presas del aburrimiento, no deseábamos tener un juguete especial, vivíamos con lo esencial y considerábamos era más que suficiente, no teníamos un mundo virtual que a través de pantallas y algoritmos nos hiciera adictos a la banalidad, con una avalancha de algoritmos que nos conducen al consumismo, a la inconformidad con nuestra realidad, con nosotros mismos porque no cumplimos los estándares que personas totalmente ajenas a nosotros manipulan para hacernos ver como ideales, de acuerdo siempre a sus intereses meramente personales, de poder y monetario.

Esa realidad que era más lenta, que requería de mayores procesos para asimilarla, sin esa resolución inmediata de cualquier duda que se nos presente, esa realidad en que se requería mayor atención, donde no permanecíamos en ese estado de fascinación, de atracción irresistible, en el que se atrofia el desarrollo de las funciones cognitivas, donde nos atrapan y nos convierten en autómatas, sin darnos cuenta siquiera que nuestra voluntad ha sido "hackeada" hablando en términos de informática.

Mi sueño me llevó al pasado, me hizo reflexionar una vez más sobre la necesidad de recuperar lo que humanamente hemos ido perdiendo a causa del mal empleo de la tecnología. Nadie niega su invaluable utilidad, pero dejar en ese mundo virtual, que además está diseñado para manipularnos mental y emocionalmente, no nos lleva a evolucionar sino por el contrario, a una involución de nuestra esencia humana, a convertirnos en seres ansiosos, aislados, que pierden facultades para dirigir su atención, a socializar, a ser empáticos, con dificultades en reconocer y gestionar sus emociones, de decidir su vida sin que les propongan modelos a seguir que a veces por inalcanzables solo generan frustración.

Mi sueño, es parte un anhelo, de poder compartirle a los niños y jóvenes de ahora las bondades de lo que se vivió antes, de limitar su adicción a las pantallas, de tener propuestas de convivencia familiar y social con ellos, entre ellos, Mi sueño es que todos esos colectivos dañinos que existen en las redes dejen de atrapar a tantos seres inmaduros que debían encontrar consuelo, apoyo y amor en su entorno.

Desperté, y espero la noche para tejer un sueño entre lo que no tiene marcha atrás y es el presente con un poco de conciencia, de recobrar la personalización en nuestras relaciones, de vivir a la velocidad que la vida real marca, sin tanta prisa, permitiéndonos descubrirla y seguir dejando a nuestros niños y jóvenes educarse en el asombro, no perderlo nosotros mismos.

Regresar a casa, a lo esencial, rescatarnos como humanidad.

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