domingo, 26 de mayo de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


Nota introductoria: En el tiempo transcurrido entre el envío de mi artículo a los rotativos, y su publicación en  el blog, se ha dado marcha atrás a estos recortes presupuestarios de los Institutos Nacionales de Salud. Gran noticia para nuestro querido México. 
PRIMERO LOS NIÑOS
Respetable señor presidente Andrés Manuel López Obrador, comienzo con una confesión: pertenezco a lo que usted ha dado en llamar “el hampa del periodismo”. Durante más de cuarenta años he publicado semanalmente en diversos rotativos de la región, siempre a título gratuito. Puede decirse que entre mi primera colaboración allá por 1975 y la presente, me he formado en el oficio de escribir. Me costó tiempo, así como el desembolso de recursos propios, para tomar talleres y diplomados, dentro y fuera de la ciudad. Lo he hecho convencida, contenta, asumiendo esta labor como un reto personal, un servicio a México.
     En razón de lo arriba mencionado, es triste sentir que ahora se me incluya dentro de ese grupo que daña a México por el hecho de señalar lo que --a nuestro juicio-- no va bien en el país. A lo largo de muchas administraciones federales ha habido fallas en distintos rubros, eso lo sabemos todos. Sin embargo, en la actual, están aplicándose recortes en el rubro de la salud, que me parecen lamentables, en seguida explico en qué baso mi opinión: Aparte de mis afanes con la palabra escrita, soy médico pediatra jubilada del Sector Salud. A lo largo de treinta años recorrí pasillos, salas y quirófanos del IMSS, primero como estudiante, luego como becaria, y finalmente como médico de base. Durante mi práctica institucional, en incontables ocasiones sentí el roce del ángel de la muerte. Para mi fortuna, no fueron pocos los casos, en mi larga trayectoria institucional, cuando conseguí arrancar de los brazos de Azrael la vida de un recién nacido, o de algún pequeño que ingresaba a Urgencias tras un accidente, o se hallaba hospitalizado por determinada enfermedad. Esos logros, aún ahora que los evoco, no dejan de generar una íntima satisfacción; recuerdo rostros, nombres, diagnósticos, ¡vaya! hasta el número de cuna que ocuparon algunos pequeños. Ello reitera que todos los esfuerzos que en su momento se hicieron a favor del paciente, valieron la pena. Cada una de esas victorias fue resultado del trabajo conjunto de todo el personal, así como del abasto de equipo e insumos para trabajar.
     La atención de los enfermos, la aplicación de medidas preventivas y la modificación de factores de riesgo, son pilares básicos sobre los cuales descansa la salud. La Medicina tiene un costo, en muchos casos elevado, como pudiera ser el caso de enfermedades cancerosas o de trasplantes de órganos. Para los óptimos resultados que merecen nuestros niños, hay que invertir. No se vale escatimar. Se necesita dinero, y para conseguirlo habrá que afinar con precisión quirúrgica el modo de obtenerlo y de transparentarlo.
     A través de la comunidad pediátrica del país, llega a mí un comunicado escrito por el Dr. Pablo Lezama Del Valle, jefe de Cirugía Oncológica en el Hospital Infantil de México Federico Gómez. Nos comparte su desazón al ver cómo se van limitando los recursos para el hospital y, por ende, las posibilidades de éxito en pacientitos con tumores cancerosos. Él mismo reconoce que no es posible mantener los excelentes resultados, que han puesto al hospital entre los mejores del mundo, si no se le dota de los recursos necesarios para lograrlo.
     Desde sus inicios en 1943 el Hospital Infantil de México Federico Gómez,  ha sido baluarte de la atención pediátrica. Es parte de los institutos nacionales de salud.  Por sus salas han pasado personajes como su fundador Federico Gómez;  Lázaro Benavides, y Jesús Kumate, entre muchos otros. Cada uno ha aportado grandes cosas a la Pediatría mundial. En  dicho hospital, en 1958, se probó  el programa de hidratación oral, iniciado un año antes en Chile, y que tantas vidas ha salvado. De este mismo modo es como día a día el Hospital Infantil atiende a niños que no cuentan con el beneficio de la seguridad social, y que de otra manera estarían en riesgo de morir.
     Entiendo y aplaudo sus iniciativas en el combate a la corrupción. Esta ha sido para el sistema, desde tiempo atrás,  lo que en el plano médico es el cáncer, un mal que todo infiltra. Como causante confío en que mi aportación fiscal, se aproveche de la mejor manera para México, mediante una planeación científica que establezca prioridades presupuestarias. Y como pediatra, señor presidente, la salud y la integridad de nuestros niños es una prioridad insoslayable. Por tal motivo hoy manifiesto de manera abierta mi apoyo a las demandas de los colegas del Hospital Infantil; no es válido sacrificar el beneficio de procedimientos, que para esos niños representan oportunidades de vida.
     Primero los niños, señor presidente. Todos ellos, los que pueden pagar una atención privada; los subsidiarios del sistema de seguridad social, y los desprotegidos. Primero ellos, sus necesidades de salud, y  ya después,  todo lo demás.

POESÍA por María del Carmen Maqueo Garza

Sorda entre el barullo
Contra el cual
Chocan mis palabras
Que buscan  nicho.
Mundo de recuerdos
Y barreras
Me repliego
Bajo el verdor
Cada vez más escaso
De la naturaleza
Converso con las hojas
De un laurel marchito
Mis brazos ya no pueden rodear
Los troncos fantasmas
Que amputó
El urbanismo
Gimo a la par
Que los gorriones
Que perdieron su hogar
Mis lágrimas se pierden
Sobre la ardiente
Plancha de concreto
Cualquier  mediodía.

BENEDICTUS: Hauser y la Filarmónica de Sarajevo

El helecho y el bambú: Cuento oriental

EL HELECHO Y EL BAMBU

Un día decidí darme por vencido…renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano que decían era muy sabio.
     -¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le pregunté.
      -Mira a tu alrededor, me respondió, ¿ves el helecho y el bambú?
      -Sí, respondí.
Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú.
En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
En el quinto año un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante.
Para el sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.
     -¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? --Le dijo el anciano-- y continuó…
      -El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.
     --Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida, le dijo el anciano y continuó…
    --La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante…Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá sólo estés echando raíces…

Anónimo

Vivir el hoy con Solomon Pendleton

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Y así es como la vida nos va llevando, o vamos llevando la vida.  Muchas veces tan preocupados por un futuro que no llega, otras añorando o maldiciendo un pasado ignoramos el presente.

Le damos más valor a veces a lo ya vivido, o a lo que suponemos será lo que vivamos, desdeñamos el hoy, lo dejamos pasar de largo, invertimos el tiempo en sufrir o gozar de lo que no nos está aconteciendo en ese momento. Dejamos cada vez más la realidad, para abstraernos en la virtualidad, para ser testigos de vidas ajenas, olvidando las nuestras propias, o haciendo uso de ellas como escaparate para otros.

Dedicamos poco tiempo a ver nuestro interior, a escanear nuestra alma, a tomarle una selfie a nuestra conciencia; a recrearnos con nuestros pensamientos, nuestras dudas. Sin googlear en nuestro yo interno para ser capaces de encontrar nuestra descripción, nuestra ubicación, y maravillarnos con aquello de lo que somos capaces. Como es el modo para enfrentar nuestras debilidades y reforzarlas, para encontrarnos con nosotros mismos.  Construir en nuestras propias mentes y corazones el mejor refugio, digno de ser compartido, sin mediar para ello ningún artefacto. Recurrir a esa antigua forma del lenguaje hablado, personal, íntima, a buscar en el contacto humano y real la retroalimentación que nos permita subsanar deficiencias.

El manejo de nuestras emociones, la empatía para reconocer las ajenas, la habilidad para no enredarse en las negativas y para hacer de las positivas un andamio que conduzca a la felicidad. Entendiendo por esta el bienestar, la paz que inunda el espíritu y que nos invita ser compartidos, porque la auténtica felicidad es la que se vive sin egoísmos.

Cualquier meta en la vida será vana, si no damos prioridad a fortalecer nuestro espíritu. A mantener saneado no tan solo el cuerpo, a fortalecer nuestra voluntad. Alcanzar la suficiencia, que nos permita congraciarnos con la vida,que nos haga sensibles a las necesidades de los demás. Resilientes ante la adversidad, tolerantes y humildes para aceptar que somos falibles. Con la habilidad de reconocer en las críticas aquellas constructivas y sumarlas al aprendizaje continuo que es la vida.

La vida es una hermosa sinfonía, requiere sintonizar neocórtex con sistema límbico, traducido como emociones y pensamiento, armonía total entre corazón y cerebro para crear la mejor melodía.

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