DESDE LA NUBE
TÓXICA
Estamos regidos por el tiempo. Se establecen jornadas, semanas, meses, años
y épocas. A la vuelta de los años nos encontramos con un ramillete de
conmemoraciones que resulta interesante revisar. Dan cuenta de nuestros orígenes, para entender de manera más clara quiénes somos y
hacia dónde vamos.
Recientemente escuché hablar a Julián Herberth, del término “narratario”,
el destinatario a quien van dirigidas nuestras palabras. Un concepto aparentemente simple, me llevó a
reflexionar acerca de quiénes somos los mexicanos de estos tiempos; en qué
contexto nos expresamos y a quién nos dirigimos.
Bajo esa visión quise ubicar la actual colaboración exaltando un concepto común
a todos, que tiene que ver con el mes que atravesamos. Dentro de las efemérides de junio para
México, se conmemoran tres fechas fundamentales: La diversidad sexual; la
libertad de expresión y el medio ambiente.
¿Qué tienen en común dichas celebraciones? Me parece que convergen en la
palabra “respeto”, sobre la cual pretendo hablar en este espacio.
México es el país mestizo por excelencia. En esta semana Alberto Fernández, presidente
de Argentina, atribuyó erróneamente a Octavio Paz, una frase del cantante Litto
Nebbia, con tan mal tino, que terminó expresando un discurso que ocasionó la
repulsa de buena parte de Latinoamérica.
A nuestro país se refirió como que provenimos de los indios; los
brasileños de la selva, y él y su pueblo de los barcos, como dando a entender
que proceden directo de Europa, lo que se criticó como muy racista.
A mucha honra los mexicanos somos resultado del mestizaje,
combinación prodigiosa que depositó en nuestros genes lo mejor de cada rama de
origen, para convertirnos en artesanos, gastrónomos, artistas plásticos,
historiadores y poetas, además de hombres y mujeres bravíos que no dudan en
entregar todo por una causa que consideran justa. En un clima de libertad cada uno de nosotros
ha ido definiéndose. La orientación sexual es una más de esas definiciones,
pero falta mucho para que sea respetada como otras. En este mes se nos llama a crear un clima de
armonía dentro del espectro del arco iris.
Un segundo problema grave y subrepticio, tiene que ver con
la libertad de expresión. Muchos de los
muertos y desaparecidos son resultado de esa urgencia por acallarlos. Casos icónicos y recientes son los de Javier
Valdez, culiche y Miroslava Breach, chihuahuense, ambos periodistas asesinados
por resultar incómodos para grupos de poder.
La palabra democracia representa la libertad de un pueblo para regirse
por sí mismo; muy lejos de los sistemas monárquicos o feudales en los que se
hace la voluntad de quien está en el pico de la pirámide. Expresar la propia opinión, aun cuando vaya
en contra de los deseos de la cúpula en el poder, es un derecho inalienable del
que todos gozamos; un ejercicio libre que no debe de poner en riesgo nuestra
integridad personal.
Por último, pero no menos importante que los anteriores, se
encuentra el medio ambiente. Sus
problemas son una radiografía muy
representativa del modo como actuamos los humanos sobre el planeta. Lo que consumimos y lo que desechamos, así
contamine el ambiente, no parece preocuparnos en gran medida. Situamos la comodidad por encima del cuidado
ecológico; seguimos utilizando recipientes a base de derivados del petróleo que
llegan a tardar hasta 30 años en desaparecer.
Como ciudadanos preferimos medios de transporte individuales que dejan
su huella de carbono, por encima de medios no contaminantes. Claro, tampoco
tenemos una voluntad gubernamental a favor de las energías limpias ni de medios de transporte colectivo seguros y
cómodos, que se vuelvan una opción atractiva, de modo de desalentar el uso de
vehículos personales movidos por combustibles fósiles.
Hacia quién dirigimos lo que escribimos, lo que compartimos
en redes sociales. Qué objetivo tienen
las charlas de café… Tal vez nos expresemos para sentirnos acompañados en este
valle de lágrimas; quizás para medirnos frente a otros, buscando descubrir que
no estamos “tan peor”, y consolarnos… Ninguna de estas razones lleva a mejorar
México para nadie.
Qué queremos decir y a quién se lo dirigimos, define el
curso de nuestras interacciones sociales.
No exclusivamente entre quienes pretenden escribir para el gran
público. Vale revisar qué nos decimos a
nosotros mismos y a los nuestros; si los mensajes que emitimos son de aliento o
se limitan a ser pura quejumbre. Si
perseguimos un objetivo de mejoramiento o es una simple catarsis liberadora.
“Baste a cada día su propio afán”, dice San Mateo. Habrá que revisar qué problemas tenemos
alrededor y cómo podemos contribuir para
resolverlos. Quejarse no aporta nada, solamente carga más la nube tóxica que a
ratos nos sofoca.