domingo, 29 de diciembre de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


FRENTE AL TIEMPO
Fin de año: un cruce de caminos.  Momento para detener la marcha, medir el rumbo de los propios pasos y reorientar el destino.
          Ocasión de plantarme ante el reloj para evaluar el año que concluye. Definir lo que ahora soy, en contraste con lo que fui hace justo un año.  Todo ello  frente al yo ideal que pretendo alcanzar.
          Las horas del año que fenece huyen escurridizas, como evitando el momento de  llevar a cabo este examen de conciencia, de cara al que debe de ser el juez más estricto: mi propio yo.
          Quiero medirme por el cumplimiento de los propósitos que me planteé hace doce meses.  Hasta qué punto culminé en hechos lo que me prometí. Las buenas intenciones son como una alfombra de hojas secas colocada encima de una oquedad de muerte. Al momento de pisarla, nos hundimos.
          …Ocasión de determinar si aquello que pretendí hacer por los demás, partió del amor propio.  Si supe prodigar lo necesario para mí, antes de salir a tender puentes más allá de mi propia persona.  Cuidando para que no sean puentes sin anclaje, que se vendrían abajo.
          Hoy requiero evaluar si mis acciones han nacido de la auténtica generosidad, alejadas del bullicio escandaloso de la autocomplacencia.  Determinar si mis pasos fueron silentes y mi boca discreta.
          Es tiempo de medir cuánto he aprendido de la vida, a través de sus variados maestros: La naturaleza; los libros; los ancianos; los niños; los compañeros de camino que guían mi ruta; los que van a mi lado.  Cada uno posee su propia verdad de la cual mucho se aprende.
          Deseo saber cuántas horas  he pasado en la labor de dominar  algo nuevo, y cuántas he desperdiciado rumiando asuntos que me son ajenos, y que finalmente no me corresponde juzgar.  Entre más noble el corazón, más ocupada la razón, y más gentil  la lengua.
          Hoy es el mejor momento para evaluar el nivel de  gratitud, hacia todos aquellos que me han permitido llegar hoy a este cruce de caminos: En primer lugar  Dios; la familia que me trajo al mundo y la que me sostiene; las manos que trabajan porque yo pueda tener lo necesario en tiempo.
          Quiero dar gracias por los amigos transparentes y leales, cuya presencia es bálsamo gozoso.  Mediante su acompañamiento entiendo cómo es que el cielo se vale de algunos seres humanos, para hacerse presente en la vida de otros, de la mejor manera.
          Así mismo quiero dar gracias por quienes me han hecho trastabillar y dudar.  A través de sus acciones puse a prueba mis recursos, y  aprendí a conocerme de un modo aún más profundo.  Hoy los bendigo por ayudarme a crecer.
          Gracias doy a la vida por la palabra, vehículo que me permite expresar ideas y sentimientos.  Espejo frente al cual aprendo más de mi propia persona y de la vida.  Medio a través del que he procurado tocar la vida de otros. Difícil saber si lo logré, así que me ocupo en seguir intentándolo.
          Frente al tiempo y la muerte, entiendo que nuestro paso por este mundo es transitorio, y que en cualquier momento la vida se interrumpe, así nada más, sin pedir permiso.  De este modo nos corresponde amanecer cada mañana con la capacidad de asombro del niño pequeño, para vivir a profundidad.  Y al caer la noche, irnos a dormir con la serenidad bendita de un bebé de brazos, habiendo cumplido por ese día.
         Para el tiempo que venga, quiero aprender a recibir cada jornada como quien recibe el mejor regalo.  Hacer de ella una oportunidad de crecimiento, y una vez que transcurre, cerrarla con santa alegría.
          Quiero enfocarme en los aspectos positivos, y desestimar aquellas cosas que no siempre salen como se espera. Que no sean motivo de pesadumbre.
…Aprovechar todo momento como ocasión para descubrir  cosas que vuelvan la vida más rentable, de modo de invertir lo que soy con entusiasmo, y recibir réditos que acrecienten mi gozo.
        Quiero tener la capacidad para sustraerme de la vorágine consumista, para recordar que lo mejor de este mundo tiene un valor tan alto, que no se mide en pesos y centavos.
        Darme a la tarea de agradecer cada bendición que llega a mi vida. Hacerlo de manera oportuna, sin escatimar, evitando caer en la soberbia actitud de quien cree que  todo lo merece.
      Cada día que pasa estoy más cerca de la meta final. No quiero que ésta me sorprenda con la mochila vacía, sin haber aprovechado el tiempo en prepararla.
         Que el paso de los siguientes meses vuelva dócil mi corazón y prudente la razón, hasta entender que los apegos anclan, tanto así, que llegan a impedir al espíritu elevar el vuelo.
       Termino el año con una sonrisa de agradecimiento, e inicio el  nuevo con una más de entusiasmo: Por la vida y la oportunidad de ser más feliz cada día, del tiempo que me sea prestado.                                Quiero poder desarrollar al máximo un firme propósito: Aprender  el arte de  vivir justo así, con el gozo inagotable de los niños pequeños.
      ¡Feliz 2020!



POESÍA por María del Carmen Maqueo Garza

POR LOS AÑOS VIVIDOS
Con especial cariño para AGG

Al paso del tiempo, buena cara
la mejor actitud.
A las limitaciones
que va planteando la edad
el agradecimiento
de estar aquí para vivirlas,
cuando hay compañeros
que han dejado el camino.

Ver  arrugas y  canas
con simpatía, como laureles
con que la vida premia
nuestra perseverancia.
Cualquier tropiezo al andar
un punto de inflexión
para asumir que, no en vano
el reloj ha dado tantas vueltas
y aquí seguimos.

Momento de levantar la copa
por la vida, por el amor,
brindar con los amigos.
Pero sobre todo,
antes de todo,
por encima de todo,
mirarnos al espejo
con simpatía.
Darnos un gran abrazo
a nosotros mismos,
y, a voz en cuello,
declararnos triunfadores
absolutos
del arte de vivir.

Gloria por The piano guys

Pueden activarse subtítulos en español.

POESÍA de Juan Ramón Jiménez

Yo no soy yo.

Soy este

que va a mi lado sin yo verlo,

que, a veces, voy a ver,

y que, a veces olvido.

El que calla, sereno, cuando hablo,

el que perdona, dulce, cuando odio,

el que pasea por donde no estoy,

el que quedará en pie cuando yo muera…

INTERCEPTOR para limpiar ríos que desembocan al mar

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Dicen que nadie muere mientras viva en nuestros recuerdos, y cierto es. Sin embargo cuando mueres en vida para alguien, esto resulta totalmente al contrario. Cuando alguien decide tu muerte en vida, generalmente es por desilusión, por resentimientos, por sentirte culpable, lo seas o no de su infortunio o su dolor. Porque le resultas tóxico, en fin, deciden tu muerte, la asumen y ni siquiera la lloran, la agradecen. El duelo sabe a liberación.

La muerte te redime, te ennoblece, te eleva a rangos que a veces la vida no permitió, te da permanencia en los afectos y la memoria. Es quizá cuando morimos, que surge nuestra mejor versión. Pero morir en vida, no es deseable para nadie, menos cuando ni siquiera conoces las causas de tu defunción. Ojalá que nunca fuera así, pero creo que nadie escapa de vivir alguna vez esta situación.

Cuando alguien decide declararte muerto en vida, a lo más que aspiras es a que te ignore, porque quizá si te recuerdan sea con desagrado y hasta con rencor, y en vez de convertirte en ángel protector, serás mortal que acecha con hacerse presente alguna vez. Ello es por demás indeseable y contrario al anhelo y esperanza, que siempre tenemos de un reencuentro con los seres queridos que dejan este espacio terrenal.

Nada más doloroso que sentir que te matan en vida, sin embargo, he visto a muchos con la fortaleza de sobrellevarlo, comprenderlo, perdonarlo, y esperar incluso resucitar a tiempo, antes de que en definitiva la muerte impida un reencuentro, donde se tenga la oportunidad de oír tan siquiera un porqué.

Regreso al amor, en voz de Andrea Bocelli

domingo, 22 de diciembre de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


LA MEJOR NAVIDAD
A Dios sólo se llega por la puerta del asombro. No por la de la grandeza, sino por la de la pequeñez.  No por la de las enormes y sabias teorías, sino por la del silencio. (…) por la pequeña y humilde portezuela del inacabable y maravilloso silencio.
Carlos Gutiérrez
La Navidad está aquí, a unos cuantos días.  Calles y comercios lucen atestados con motivo de las compras de último minuto.  Las delicias culinarias comienzan a aparecer sobre las bien adornadas mesas familiares; la dieta se toma un receso, al menos de aquí a fin de año.  La ilusión de los niños cintila con  los foquitos multicolores del pino navideño.  ¡Vaya! hasta el frío más extremo es recibido con beneplácito, como parte de la estampa navideña que habremos de coleccionar, para  recordar dentro de cierto tiempo, a veces con nostalgia, ante la imagen de alguno de nuestros seres queridos que para entonces se habrá adelantado en el camino.
          Así es la Navidad, época del año en que la fantasía tiene permiso de liberarse de la sujeción del sentido común, y vagabundear libre, llevada por los sonidos, las luces y el bullicio de temporada. Los olores a canela del ponche navideño, o los tamales recién salidos de la olla, son de esas delicias que difícilmente habrán de faltar en cualquier hogar mexicano.  Entre algunas familias son resultado del ahorro a lo largo del año, de la generosidad de unos para con otros, o quizá se han costeado mediante un préstamo que habrá de pagarse en el tiempo venidero.
          La navideña es temporada para recordar, que es válido permitir a nuestro niño interior aflorar, asombrarnos y reír por las cosas más simples.  En ocasiones  pareciera que el resto del año se halla cancelado cualquier  permiso para divertirnos, así que aprovechamos al máximo nuestras vacaciones en el calendario de la formalidad, ése que habrá de regirnos por los siguientes once meses.
          En medio de la algarabía de temporada, nuestro corazón nos conduce hacia el origen de la celebración:  el amor más grande que nos invita a hacer lo mismo a partir de nuestra condición imperfecta.  Llama a hacerlo, a lanzar la nave desde el puerto del amor propio, enfocados en mirar a otros a partir de su propia realidad, no de la nuestra, para entregarnos  a ellos con profundidad.  Nochebuena  nos convoca a despojarnos de los elementos frívolos, para vivir a profundidad la empatía, hacerlo  mediante acciones tangibles, más allá de las buenas intenciones.  Donar algo de lo que somos y tenemos, --algo valioso, no lo que nos sobra-- que signifique un elemento del que cuesta desprenderse.  Una donación que se hace con amor, desde el silencio, sin mayores anuncios.  Dar algo que a otra persona va a hacer mucho bien.
          Habría que recordar las navidades de nuestra infancia, aquellas en las cuales nos aproximábamos al nacimiento con un asombro que sólo a los niños es dado albergar.  Nos maravillábamos al recorrer con la vista una por una las figuras  que simbolizan  los personajes propios de la  temporada: María y José; los pastores y las bestias, los tres sabios de oriente.  Más allá el pozo de agua, la fogata, el lago con sus patos; en esencia, todos las criaturas más sencillas que acuden al llamado del cielo.  Sobre el pesebre de paja el ángel que anuncia la venida del Mesías, y al fondo la infaltable estrella de Belén.
          Así, con ese asombro infantil, libre de las sujeciones de la razón, se vive la mejor Navidad.  Dispuestos a compartir un poco de aquello que, para nuestra fortuna, se nos ha dado en suficiencia.  Siempre hay ocasión de ser generosos, en particular hacia   quienes menos tienen. Es un simple acto de reciprocidad frente a la vida, una manera tangible de expresar nuestro agradecimiento por lo que tenemos en nuestra familia, dentro del hogar, sobre la mesa.
          Demos un receso a la competitividad, a la ostentación, al afán de comprar más y más, como si cada nueva adquisición nos definiera, para descubrir más delante que no es así, y quedarnos con una sensación aún mayor de vacío.  En el silencio frente a Jesús niño entendamos que en la vida no hay mejores o peores seres humanos.  Venimos de una misma casa y hacia allá vamos, cada uno por diferente camino, hallando a lo largo del mismo, magníficas ocasiones para el crecimiento interior.  Con el asombro de un niño pequeño entendamos, de una vez por todas, que medirnos por lo material es caer en el terreno de lo intrascendente, a manera de deslumbramientos instantáneos que pronto caducan.
          Hagamos de ésta una celebración que recordemos por siempre, no en una fotografía sino con el corazón.  Una fecha distinta, vivificante, transformadora.  Descubramos que, en la alegría de dar y compartir, crece nuestra abundancia de lo único que, finalmente, habremos de llevarnos cuando muramos.
         ¡Felices fiestas!

Un modo de vivir la Navidad por María del Carmen Maqueo Garza


Tiempo de recordar la propia infancia. Volver a ella para revestir nuestro presente con alegría de niños, al menos por un rato. 

Ocasión de abrir los brazos y abrazar. Abrir la casa y compartir. No tienen que ser grandes cosas: un poco de tiempo, un plato de sopa, una palabra. 

Buen momento para practicar la hospitalidad, esa que no se anuncia entre luminarias, porque le gusta caminar de puntas, cuidadosa de no ser descubierta. 

Hoy es la mejor época para revisar la bitácora de viaje, teniendo al corazón y sus buenos propósitos como el compás que ajuste nuestra ruta. 

Más allá de los obsequios que mañana se habrán olvidado, regalemos momentos de auténtica convivencia, donde hable el corazón. 

…Porque el corazón es --a fin de cuentas-- el guía del camino por el que todos vamos avanzando. 

No puedo menos que desearles que vivan una Navidad significativa, que siempre recuerden con especial aprecio.

Navidad con Andrea Bocelli

Nochebuena en el frente de batalla

Tomado de infobae donde se publicó el texto original el día 21/12/2019

Cuando ese 24 de diciembre de 1914 la Compañía A del Primero de Norfolk llegó a la zona de trincheras, en Flandes, reinaba una extraña quietud. No hicieron más que alistarse, cuando del lado alemán el canto de villancicos rompió el silencio.

Los aliados entonces vieron, a través de la niebla que los separaban de las filas enemigas, que los alemanes se habían esforzado en decorar como pudieron, sus trincheras y habían armado precarios árboles de Navidad.

Habían recibido -gentileza del Kaiser- raciones extra de salchichas, pan y licor. Por su parte, a los británicos les habían repartido pequeñas latas que contenían un paquete de cigarrillos, papel y lápiz, una tarjeta navideña y un retrato de la Princesa María.

Del lado británico también comenzaron a cantar, y así llegó la mañana del 25. Recién al mediodía la niebla reinante se esfumó, y fue cuando desde las trincheras alemanas se escuchó: "Vengan para acá, no les dispararemos".

Con recelo, unos pocos comenzaron a salir, y los alemanes hicieron lo mismo. Al principio sólo dos o tres se animaron y grande fue la sorpresa de los británicos cuando los alemanes, hablando en inglés, les deseaban una feliz navidad, a la par que estrechaban sus manos.

Cuando intuyeron que no había peligro, todos los soldados salieron y repitieron los saludos. Un soldado inglés, A. Wyatt se asombró que muchos soldados alemanes fueran personas mayores. "Pueden ser nuestros padres", escribiría a la familia.

Compartieron chocolates y cigarrillos. Los "tommys" y los "fritz" (cómo se los llamaban a los ingleses y alemanes, respectivamente) intercambiaron bebidas, cigarrillos, comida y hasta periódicos. Dicen que los alemanes buscaban pan blanco ya que el que consumían, el negro, era incomible.

En otro lugar, los británicos escucharon cómo un alemán cantaba, en perfecto británico, "Annie Laurie", una vieja canción escocesa. "¡Canta otra!", le pedían.

Aprovecharon a enterrar a sus muertos y se ayudaron mutuamente en esa triste tarea. Un capellán escocés rezó las honras fúnebres y hasta llegó a leer el salmo 23 –"El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar…"-en inglés y en alemán.

De pronto, alguien apareció con una pelota de fútbol y terminaron jugando un partido en la misma tierra en la que se continuarían matando. Jugaron durante una hora, sin referí y con el suelo resbaloso por el hielo. No recuerdan el resultado, aseguran que se respetaron las reglas, que no contaban los goles, pero que por un rato se olvidaron de la guerra.

La escena descrita no fue la única sino que, con matices, se repitió a lo largo del frente, algunas por horas y otras duraron hasta el Año Nuevo. En algunos casos, los partidos fueron jugados entre soldados de la misma nacionalidad y en otros casos no, en puntos como Ypres, St Yvon, Flandes, Armentiéres, Lille, Vimy, en un frente que prácticamente se estancaría hasta 1918.

Fue una tregua espontánea, no oficial, condenada por los altos mandos, que terminantemente prohibían confraternizar con el enemigo. Hasta el pedido del propio Papa Benedicto XV del 8 de diciembre de aplicar una tregua en Navidad no había sido tomada en cuenta. Historiadores relataron que los franceses llegaron a penar con el fusilamiento estos actos y que soldados alemanes fueron enviados castigados al frente oriental.


Esta tregua quedó simbolizada a través de un par de esculturas, una en Gran Bretaña , la que eterniza a dos soldados, uno inglés y otro alemán y en el medio, una pelota de fútbol. Se llama "All together now" y es obra de Andy Edwards de Stoke. Y otra fue inaugurada en Bélgica cuando se cumplió el centenario del inicio de la Gran Guerra.


En aquellos días, un soldado alemán escribiría a su familia: "Qué maravilloso y qué extraño al mismo tiempo. Al fin de cuentas, debajo de los uniformes éramos todos iguales".

Tomado de https://www.infobae.com/historia/2018/12/24/villancicos-futbol-y-chocolates-la-historia-de-la-tregua-de-navidad-entre-ingleses-y-alemanes-durante-la-primera-guerra-mundial/
el 21/12/2019

La villa de Papá Noel en Laponia: Lindo video

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Los momentos felices hay que buscarlos, propiciarlos, darles cabida, valorarlos. Los malos momentos llegan solos y es desperdicio de vida ser uno mismo el que los provoque.
          Quien busca la felicidad, la encuentra, porque todos tenemos la posibilidad de crear un ámbito de felicidad, si es que no colocamos demasiadas expectativas en lo que ello significa.
          Vamos detrás de ella, cuando la tenemos a un lado. La anhelamos cuando la estamos viviendo. Es hasta cuando la perdemos que caemos en cuenta que la felicidad estuvo ahí. Estuvimos distraídos en su búsqueda por lugares equivocados, donde solo se encuentran placeres fugaces, banalidad que no alimenta el espíritu, una falsa imagen de lo que la humanidad ha convertido en símbolos que dan felicidad.
          Ser feliz es constatar que poseemos el milagro de la vida, que tenemos salud o podemos lidiar con nuestro padecer; que recibimos amor y tenemos la dicha de prodigarlo.
          Ser feliz es sentir que nace dentro de nosotros un gracias enorme por lo que tenemos, y no un reproche por lo que hemos perdido, o no poseemos. Para entonces poder continuar nuestro camino con fe en que habrá un buen destino, donde siempre haya espacio para la felicidad.
          Para cuando llegue a nuestra vida la  desventura, habremos de tener en los recuerdos de felicidad que hayamos tejido, un manto protector que nos abrigue, y que impida se nos congele el corazón.
          Navidad, una buena oportunidad de hacer nacer en nuestros corazones un bello momento de imperecedera felicidad.

¿Qué vas a regalar de Navidad? Experimento social

domingo, 15 de diciembre de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


COMUNICAR Y CRECER
 “No se puede amar lo que no se conoce” reza el refrán popular. Estoy de acuerdo con esta expresión, máxime ahora que vivimos tiempos que dejan poca oportunidad para el conocimiento.  Nos hemos convertido en una cultura “light” con relaciones superficiales, gustos superfluos y cambiantes, que en el fondo dan cuenta de un alto grado de insatisfacción personal.
     Tal vez sólo los monjes tibetanos consigan zafarse de la influencia de la comunicación digital, en la que la humanidad se halla inmersa.   De una u otra forma, todos guardamos una relación con los contenidos y las vías de transmisión.
     Hace un par de días, en cierto canal televisivo dedicado a la gastronomía, una conductora lanzó un par de pifias preocupantes.  Hablaba sobre el noroeste de nuestro país, y mencionó a la letra: “Los estados de Hermosillo y Sonora”.  Me pareció producto de la distracción más que otra cosa, sin embargo, un rato más delante, al hablar sobre el recorrido del tren conocido como “El Chepe”, mencionó que salía “de la ciudad de Chihuahua en el estado de Coahuila”.  Resulta una inocentada para quienes somos mexicanos e identificamos el error, no obstante, hay que tener en cuenta que el programa se transmite en diversos países, y que –como medio de comunicación—está obligado a mantener un elevado nivel de calidad.
     La tecnología digital ha generado en nosotros urgencias, distracciones y  prisas. Los jóvenes de hoy en día no se explican cómo es que antes, cuando no existía la telefonía móvil, nos comunicábamos unos con otros.  Cierto, en esos tiempos la palabra tenía un peso específico mucho mayor que hoy en día.  Si decíamos “a las 5 de la tarde en la puerta del cine”, era a esa hora y en ese lugar, ya que, de otra forma, se generaba un problema para todos.  Cierto, había sus excepciones, personas muy informales, pero en general todos cumplíamos más que en los tiempos actuales.
     Tal vez el inicio de la televisión obligaba a tomar las cosas muy en serio.   Las primeras telenovelas --teleteatro--, a inicios de los años sesenta, se transmitían en vivo, y durante la actuación había interrupciones para publicidad comercial.  Desde atrás de la mampara del fondo, aparecía un personaje con el producto por anunciar.  Así recuerdo a Jorge Lavat haciendo publicidad a “Glostora”, un fijador de cabello en gel.  Es de los pocos recuerdos que conservo de tales programas, para los cuales no tenía permiso paterno para ver.  En la actualidad subir contenidos a la red es  muy sencillo; casi cualquier persona puede hacerlo.  Se pierde la formalidad de otros tiempos y se multiplican las formas de alejarse de la verdad, ya por desconocimiento o falta de cuidado, como el caso de la conductora que mencioné, ya porque se imprima un sesgo informativo que beneficie a determinados intereses.
     No deja de sorprenderme la forma automática en que una persona mantiene su vista fija en la pantalla de su equipo digital, y cómo atiende de manera inmediata cualquier mensaje entrante.  Su actitud sugiere que se ha sacado la lotería y espera ser notificada dónde cobrarla.   Es tal la utilización de redes sociales, que termina por descuidarse lo que se dice y como se dice, dando pie a mensajes confusos y en ocasiones contradictorios.  El lenguaje con frecuencia es limitado, poco preciso, y no da cuenta del estado de ánimo de quien lo envía.  Se concreta a formulismos telegráficos que no proporcionan mayor idea del contenido de fondo y todo aquello que lo rodea.   Ahora bien, en cuanto a la veracidad de los mensajes, nos corresponde ser lectores con cierto grado de malicia, para no dejarnos embaucar por cuestiones alejadas de la realidad.   El término “fake news” que puso a circular Donald Trump, bien vale la pena entenderlo y contar con elementos suficientes para detectar un mensaje apócrifo.  Ya sea porque lo que dice no es cierto, ya porque hay en el fondo una verdad, pero en la forma de presentarla está el gancho para inducir nuestra respuesta en un sentido que le interesa al autor lograr.
     Cuando no tenemos mayores elementos de juicio para discriminar entre un sitio auténtico y uno falso, nos lanzamos como el marino sin compás magnético, a navegar por mera intuición, lo que no garantiza en absoluto un feliz arribo a puerto.
     Es menester leer, no simplemente pasar la vista por lo escrito, sino emprender una lectura de comprensión.  Cuando logramos poner en palabras propias lo leído, podemos decir que hemos entendido un texto, antes no.  Expresarnos con claridad, cuidando la ortografía y la sintaxis, permite intercambiar  contenidos claros entre unos y otros.  De otra forma, cuando hablamos a medias y de manera descuidada, corremos el riesgo de ser malinterpretados.
     Crezcamos como sociedad mediante la forma como nos expresamos.


Mensaje del Papa Francisco por la Navidad


Canción de las campanas: The piano guys

ES NAVIDAD por Odette Vercruyse ( Francia, 1925-2010)



Es Navidad cada día.


Es Navidad cada vez que se limpia una lágrima en los ojos de un niño.

Es Navidad cada vez que se comparte un abrazo, cada vez que escuchamos.

Es Navidad en la tierra cada vez que nos detenemos en una guerra.

y que abre sus manos.

Es Navidad cada vez que hacemos que la pobreza siga disminuyendo.

Es Navidad en la tierra todos los días.

Para Navidad, mi hermano es el Amor

Navidad es cuando en nuestro corazón , olvidando las ofensas, son realmente fraternas.

Es Navidad cuando finalmente se levanta la esperanza de un amor verdadero.

Es Navidad cuando las mentiras de repente en silencio dan paso a la felicidad.

En el fondo de nuestras vidas , royendo el dolor es un poco dulzura.

Es Navidad en la tierra todos los días.

Para Navidad, mi hermano es el Amor

Es Navidad en los ojos del amigo, visitando su cama de hospital.

Es Navidad en el corazón de todo el mundo que exige una felicidad normal

Es Navidad en las manos de alguien que ahora está compartiendo nuestro pan.

Es Navidad cuando el mendigo se olvida de todos los atropellos y ya no se siente hambre.

Es Navidad en la tierra todos los días.

Para Navidad, mi hermano , es amor.


Odette Vercruyse


Tomado del blog http://www.bonisforo.com/t33746p15-navidad-en-poemas

El hombre más rico del mundo

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

La vida me ha dado muchas oportunidades para sentirme orgullosa. Orgullo que no es sobreestimar, sino tan solo sentir que tiene mérito alguna acción o logro que se ha alcanzado y que conlleva un esfuerzo.

He aprendido a mantener contrapeso, para que el orgullo no me sobrepase, no me haga perder piso, ni me impida reconocerme tal cual soy. Tal cual, con la autoestima suficiente para no ignorar mis cualidades y logros, con la humildad indispensable para que sin arrogancia, sin soberbia, sepa darle el justo valor a mis virtudes, así como a mis deficiencias, mis incapacidades.

Ser humilde ante los demás, sin que esto implique que me humille, para no actuar con arrebatos ante la agresión, para no pretender demasiado reconocimiento de los demás, o recompensas por favores otorgados. Simplemente, para no perder la gracia de saber pedir perdón y perdonar, para no perder por insano orgullo, una amistad o un afecto tan solo por imponer la propia verdad a toda costa, menospreciando intelecto y virtudes de los demás.

Nada me ha abierto más puertas en la vida, ni me ha dado la oportunidad de conservar afectos, de ser agradecida y de siempre ver en los demás cualidades dignas de emular, que dejar a un lado orgullos y vanidad, para  darle cabida plena a la humildad.

Flashmob navideño desde Nueva York

domingo, 8 de diciembre de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


KAREN Y EL EFECTO “BOLA DE NIEVE”
Vivimos en un país con elevados índices de violencia contra las mujeres.  Semana a semana continúan aumentando los casos de feminicidio, mujeres que terminan muertas de una forma terrible, en ocasiones a manos de sus propias parejas.   Los casos difícilmente son atendidos como se debería; en muchas ocasiones se esgrime el argumento de que la mujer “se lo buscó”, lo que ha condicionado rechazo y protestas por parte de la mitad de la población que vive en riesgo.   Ahí tenemos las manifestaciones masivas que se asociaron a daño patrimonial, y por otro lado están las expresiones colectivas civilizadas, las cuales han sido bien acogidas por la ciudadanía.
          La variedad de agresiones es incontable, y no vendría al caso enumerarlas.  Sabemos que se presentan en la vía pública, en los servicios de transporte y dentro del hogar, principalmente.  Dado que en todos estos  casos subyace el núcleo de la violencia, cualquier motivo constituye un detonante para que se exprese en sus diversas modalidades, ya sea mediante la palabra, el ataque físico o la agresión sexual.  La cifra de feminicidios en nuestro país se ha cuadruplicado en los últimos años, lo que convierte a México en un sitio de alto riesgo para el sexo femenino.   Las alertas Amber se multiplican mediante redes sociales para difundir la información de una posible mujer desaparecida.   Por desgracia muchas de ellas, luego de algunos días, son localizadas sin vida.
         En dicho tenor, en el curso de esta semana, se difundió el caso de Karen, una joven mujer de la ciudad de México, quien abordó un taxi por la noche. En un punto de su recorrido envió un mensaje a su madre mencionando que el conductor actuaba de forma sospechosa.  La madre le solicitó su ubicación, misma que ella envió; eso fue lo último que se supo.  A partir de ese momento se generó una serie de comunicaciones a través de redes sociales, que, gracias al efecto “bola de nieve” terminaron por incrementar aún más  la angustia de los familiares y la indignación de los internautas, que la creyeron violentada.  Finalmente se supo que Karen nunca estuvo en riesgo, como todo México llegó a pensar.  Simplemente tomó una decisión irreflexiva que tuvo  graves consecuencias.
Lo anterior me hizo recordar aquella transmisión por radio que llevó a cabo Orson Welles en 1938.  Durante su programa radiofónico decidió leer fragmentos de la novela “Guerra de los mundos” de H.G. Wells, cuya trama habla sobre la invasión de marcianos a nuestro planeta.  El actor y locutor leía un fragmento y en seguida metía algo de música.  Fue algo que hizo en varias ocasiones, sin percatarse de que, quienes sintonizaron el programa ya comenzado, dieron por ciertos los hechos que narraba.  Ello produjo una psicosis en la ciudad de Nueva York, donde la onda sonora alcanzaba a llegar.
          Algo similar ocurrió en el caso de Karen, en un escenario que –por desgracia-- nos predispone a todos a pensar mal, en particular a partir del desafortunado mensaje que la joven envió a su madre, antes de apagar su teléfono celular.   Ahora, cuando la verdad se sabe, el linchamiento va en sentido opuesto, contra la mujer, por haber condicionado la crisis que se generó.
          Esta coyuntura es un momento inmejorable para que cada familia establezca un código de seguridad, que permita detectar cualquier situación de riesgo para  alguno de sus integrantes.  Y en un dado caso, actuar con sensatez para que el daño sea mínimo.  En lo personal me sorprende el número de ocasiones en que un asalto con violencia termina en  trágica muerte, porque el propietario del bien que se busca robar se opone al hurto.   Nada hay en este mundo que tenga un valor superior a la propia vida.  Si en casa se hace hincapié en ello, podremos actuar de la mejor manera en todo momento.   Ahora bien, con relación al riesgo de ser levantado o lesionado, una buena forma de saber dónde anda el que está fuera de casa, es compartiendo la ubicación desde el aparato celular. Cuando se trata de menores de edad, la aplicación debe estar activada de manera continua.  En el caso de los adultos, al menos en los trayectos.  Otra buena estrategia es desarrollar el hábito de reportarnos unos con otros durante el día. Y una cosa más, hablar con la verdad.  Cuando se trata de adultos decir “estoy en un bar” o “estoy en una fiesta”, como son las cosas, nada más.  Que haya confianza, prudencia y verdad entre los integrantes de la familia.
          Estas cuestiones son de vida o muerte. Frente a ellas nos corresponde actuar de manera responsable.  Para fortuna nuestra nos hallamos en un tiempo en el que la tecnología apuesta a nuestro favor, y así  habrá que sacarle provecho.  Utilizar el  móvil de manera inteligente, como una verdadera  herramienta de seguridad.

POESÍA de María del Carmen Maqueo Garza



Sigiloso inicia diciembre en Villa Unión. 
Los patios escolares se hallan solos,
si acaso habitados por los ecos
de zozobras viejas que, del olvido
regresan con su ferocidad de lobos
a devorar las risas infantiles.

Calles desiertas.
Las miradas siguen los pasos del silencio
     --agazapadas--
tras los visillos, las puertas entreabiertas y las tapias.
Mirando sin ser vistas, azuzadas liebres,
Prestas a emprender la huida al menor estruendo.

Villa Unión dejó de lado para siempre
Su candor pueblerino.
Es una más de las tierras que la muerte
Tatuó para la historia.

VIDEO: Navidad es amor

MENSAJE del tenor Eleazar Rodríguez

Eleazar Rodríguez es un tenor de fama internacional, oriundo de Piedras Negras, Coahuila y radicado en Alemania.  A través de facebook comparte un mensaje de gran valor, dirigido para su tierra natal, pero que debe ser oído por todo México.  Me permito reproducirlo tal cual:

Estoy en el intermedio de una función de la ópera “Hänsel und Gretel” (Hansel y Gretel) del compositor Engelbert Humperdinck, en el Staatstheater Karlsruhe, teatro en donde trabajó desde hace casi 9 años, en Alemania.
El día de hoy, he visto por lo menos 50 niños o más, con sus padres... todos emocionados y ansiosos por ver esta ópera. Las edades son de entre 4 y 15 años.

Esto siempre me ha conmovido mucho y es por eso que quiero que sepan que tan importante es la cultura (no solo nuestra cultura mexicana hermosa) sino la cultura que nos llena nuestros corazones con posibilidad, con sensibilidad, con sentimientos y emociones que nos ayudan a ser mejores seres humanos.
Padres de Familia:
Expongan a sus hijos a los eventos culturales que llegan a nuestra ciudad. Llévenlos a las diferentes
exposiciones de arte, de pintura, de fotografía, de escultura o artes escénicas, como teatro, danza, musicales, conciertos orquestales, conciertos de cámara.
Presentaciones de libros, ferias del libro, lectura en voz alta, y muchas cosas más.

No tengo nada en contra de los conciertos de música popular, es más, a mi me encantan. Pero, es así como me expongo a diferentes tipos de música. Lo importante es que introduzcan “variedad” en sus hábitos culturales.
Créanme que se sorprenderán.

Muchos de los eventos son gratuitos, pero si algunos eventos requieren de su apoyo económico, apóyenlos.
Apoyen a los artistas internacionales pero sobre todo al talento local. 
En Piedras Negras tenemos muchísimo talento.
Y recuerden, oportunidades y eventos, hay muchos, así que asistan y apoyen.

Como siempre, les agradezco muchísimo. Ánimo y les mando un fuerte abrazo a todos.

DOCTOR JUGUETES o el sentido de la solidaridad

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


A veces uno quisiera decir lo que siente, no tan solo lo que piensa. Aquello que pensamos ya va filtrado, va cernido a través de la prudencia, de la experiencia que hemos adquirido según los años vividos. Aprender a no hablar de forma  impulsiva, a no dejar escapar lo que a veces se nos queda en la garganta, por no dejar al descubierto esa parte que solo nosotros conocemos de nosotros mismos. Actuamos así por no agredir, o por el contrario, por no desnudar sentimientos que pueden dejarnos vulnerables ante aquél que no los valore o los malinterprete.

Decir lo que se siente así tal cual, como brota del  corazón, implica ante todo no permitirnos sentir hostilidad para los demás, no odiar, no guardar resentimientos. Corresponde a ser asertivo y saber utilizar las palabras que no ofenden, que no dañan, que tan solo manifiestan verdades pero no llevan el afán de lastimar. Ser honesto, sincero y asertivo, requiere de forma obligada reflexión, aventurarse a decir lo que se siente.  Sin ello, no necesariamente habla de autenticidad, se tiene que tomar en cuenta que nuestro mensaje será interpretado de diferentes maneras.
      Para hacer llegar a los demás nuestras emociones, es necesario tener sentido común, de cuando es el momento, el lugar, con quien o con quienes voy a compartir mi sentir. Ser empático, teniendo la sensibilidad de advertir y apreciar ideas o sentimientos que nos son ajenos, pero que comprendemos y por ello somos capaces de entrar en sintonía emocional con esa persona.
     Decir lo que se siente y no tan solo lo que pienso, casi creo resulta imposible, la vida me ha mostrado que dejar escapar las emociones de manera irreflexiva, sin pasar por el proceso del pensamiento, en pocas ocasiones dará los resultados esperados. Pensar con el corazón y sentir con el cerebro resultan claves para expresar nuestros sentimientos.
     Tener la capacidad de transmitir nuestras emociones con empatía, asertividad, y autenticidad, es sabiduría que ni en toda una vida quizá logremos alcanzar, pero día a día, habremos de aprender a compartir con los demás mensajes positivos que trasciendan, que dejen en el alma mucho más que aquello que las palabras pueden expresar.

VIDEO: Ópera en el bosque

domingo, 1 de diciembre de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


CONSUMIR O TRASCENDER
Ha comenzado la temporada navideña. En mayor o menor grado, todos nos vamos contagiando de ese espíritu festivo, más allá de la conmemoración cristiana de la venida de Jesús. Las casas comerciales están preparadas para la ocasión, ofrecen mercancía de temporada para todos sus clientes. El consumismo se expresa más que en ninguna otra época del año, se vuelve contagioso como el sarampión. Difícil zafarnos de la tendencia que impulsa a comprar y comprar. Somos víctimas de trampas mercadológicas. Nos dejamos llevar por símbolos utilizados para potenciar nuestro consumo. No es tanto la necesidad como el ánimo gastalón lo que nos mueve, cuando estamos en medio de una masa de compradores que pepena cuanto tiene al alcance. 
          Vivimos en la cultura de lo desechable, desde calcetines hasta mansiones. Esta señala que ahora es tiempo para renovar o actualizar elementos de uso personal o doméstico que aún funcionan, pero que la onda mercadológica llama a sustituir. Imágenes capturadas en el llamado “viernes negro” norteamericano, dan cuenta de la forma como esos afanes consumistas, convierten a los compradores en una marejada incontenible, que arrastra todo a su paso. Los incidentes reportados para esa fecha, en aquel país, arrojan datos preocupantes, de personas lesionadas e inclusive muertas, a causa del caos humano dentro de las tiendas. Ello, al margen de lo que implica el gasto y la generación de basura en torno a esas compras de locura. En nuestro país no ocurre algo tan dramático en el llamado “buen fin”, no obstante, es un hecho que, a lo largo de la temporada navideña, gastamos más de lo que teníamos contemplado hacer. Como si el afecto se midiera en términos de pesos y centavos. O lo que es peor, tal vez hacemos compras sin estar conscientes de la razón por la que adquirimos dicha mercancía. 
          Lo que ocurre allá afuera es reflejo de lo que se desarrolla dentro de nuestros hogares. Salir con el manojo de billetes en las manos, para ver en qué los gastamos, indica que algo nos está faltando en otras esferas. Buscamos la gratificación en esos objetos que nos lanzamos a comprar, tantas veces sin una razón utilitaria. Caemos víctimas de los intereses de productores y vendedores, sin detenernos por un momento a reflexionar cuál es la razón por la que compramos esto o aquello. Tal vez dentro del hogar no estamos encontrando reconocimiento, quizá las vías de comunicación se han descuidado, y la casa se vuelve más una posada que un hogar vivificante. Comprar constituye una forma de sentirnos vivos, al menos por un rato. 
          El planeta enfrenta una grave contaminación. Los humanos generamos mucha basura, que contribuye de manera terrible a incrementar los niveles de contaminación del medio ambiente. Entre dichos desechos –pienso—están en un primerísimo lugar los plásticos y los electrónicos. Cuando echamos a la basura aparatos, estamos contribuyendo a contaminar agua y suelo con elementos tóxicos, que permanecerán ahí en forma indefinida. De acuerdo con el Observatorio mundial de los residuos electrónicos 2017, en México se consume un promedio de 10 kilogramos de desechos de este tipo por habitante, de los cuales no llega ni a la quinta parte la cantidad de los que son recogidos y reciclados. El abaratamiento de aparatos de comunicación e información genera en forma directa un mayor consumo, y por ende un incremento en la basura electrónica. 
          En esta temporada navideña, es bueno preguntarnos cada uno de nosotros, qué necesitamos para celebrar con los seres queridos. Qué planeamos comprar. Qué quisiéramos adquirir, pero en realidad no nos hace falta. Luego, organizar la economía en torno a ello. Y, sobre todo, enfocar la celebración como lo que en realidad es, una ocasión para la reflexión personal, para el reencuentro, la alegría y la creación de memorias que perduren con el tiempo. Podemos hacer un pequeño ejercicio: recordar nuestras propias celebraciones familiares de infancia, e identificar dentro de ellas, qué elementos fueron los más importantes. Revisemos si en realidad era el precio de los regalos, o más bien aquello que rodeaba al acto de regalar. Descubramos si las viandas en la mesa familiar nos proporcionaban un goce de acuerdo con lo que costaron, o si en realidad fueron otros elementos como la armonía, el hecho de ser tomados en cuenta como niños, la camaradería entre primos o vecinos… ¿Qué contienen esos recuerdos de temporada, que aún hoy siguen vivos en nuestro interior…? Una cosa es cierta, cualesquiera que hayan sido, no se compraron con dinero. ¿Qué tal si esta vez los regalamos a nuestros seres queridos para tejer memorias imborrables? 
          Privilegiemos en esta temporada los sentimientos. El único regalo sin fecha de caducidad.

POESÍA por María del Carmen Maqueo Garza

Villa Unión:
Ahí donde el tiempo deja atrás el reloj
bajo un cielo límpido, de azul inacabable.
Pueblo cercano a Dios donde sus niños ríen,
los perros duermen sin ser molestados
Los viejos bruñidos reposan sus recuerdos
Y florecen los huertos  en otoño.
Hoy llega la ambición atronadora de las almas perdidas
a romper la placidez bendita de sus casas.
Fulmina para siempre la frágil transparencia
de sus mañanas claras. Deshace el andar sosegado
de su gente. Acalla el siseo de las aves,
rompe el candor de las serenas aguas de su río
Hace pedazos el cristal de  las risas infantiles.
“Todo cambió aquel  30 de noviembre”
Con voz temblorosa contarán los viejos de alma tatuada.



MÚSICA Navideña desde Sudamérica

Reflexión mínima sobre la paz


¿Se puede comprar la felicidad? TED Talks

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Hacer las cosas bien no asegura el que obtengamos los resultados deseados. Quizá sea una frase desalentadora, que no incentive a que nos esforcemos por logros que quizá no alcanzaremos. Sin que esta sea la intención desanimarlos, desafortunadamente es bien cierto.
          Habrá ocasiones en que nos preguntaremos cientos de veces ¿por qué? sin que haya una respuesta que nos satisfaga. ¿Por qué, si hemos puesto alma vida y corazón en lo que consideramos una misión de vida, no obtuvimos éxito?
          Quizá no seamos objetivos al juzgarnos a nosotros mismos. Quizá la intención fue la mejor, pero no la acción, o lo fue pero se percibió distinta. Nuestras expectativas eran altas, o tal vez siempre estamos esperando de las personas lo que a nuestro juicio debiera ser, que hagan lo que nosotros estaríamos dispuestos a hacer, o sobrevaloramos lo que ofrecemos, y realmente solo es nuestra apreciación.
          Cuando algo no resulta de acuerdo a nuestros planes, lo más probable es que se deba a que no contamos con los factores que no dependen solo de nuestra voluntad. Puede ser que alma, corazón y vida no hayan calculado bien los resultados, pero jamás quien de buena fe pone en su faena estos tres elementos, habrá de sentirse defraudado. En el camino encontró seguramente la paz que da a la conciencia el bien hacer, dejar a un lado mezquindad, y colocar tan solo en el proceso los más nobles sentimientos, anteponer calidad humana a tan solo la ambición de resultar victoriosos, sea en el ámbito que sea, hacia donde destinamos nuestro esfuerzo.
          El final puede no ser el esperado, pero el trayecto que es el mayor recorrido, vale la pena vivirlo una y otra vez. Siempre conserva la esperanza de que hasta la utopía puede llegar a ser realidad. El espíritu se alimenta de la nobleza, de aquello que en la vida se hace con buena voluntad y eso ya es tener un buen final.

El regreso de ET: Cortometraje navideño

Acaba de salir. No trae subtítulos, pero en realidad no se requieren.

domingo, 24 de noviembre de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


VER CON OTROS OJOS
Cierto conocido expresó que aprender una nueva lengua está pasado de moda, cuando  la tecnología nos facilita la traducción de un idioma a otro sin mayores dificultades.  Mi lectura es distinta: Aprender una lengua nos permite explorar a profundidad nuevas culturas, que de otra manera no habríamos tenido oportunidad de conocer.  Proporciona la ocasión de entender los estilos de vida de países que hablan la lengua que se estudia, de modo de ampliar nuestro horizonte, y por qué no, entablar relaciones interpersonales que mediante un traductor digital no podrían haberse desarrollado.
          Ha sido de ese modo como hace un par de años, poco más, me inicié en el aprendizaje del idioma francés, actividad que  gozo enormemente.  Como una forma de ampliar los conocimientos, me he suscrito a algunos sitios francoparlantes, y ha sido en uno de ellos donde me hallé una nota que dio pie a la presente colaboración.  En una población de la región de Auvergne, Francia, el padre de un alumno de preparatoria amenazó a uno de los maestros, de manera que toda la plantilla de enseñantes decidió acogerse al “derecho de desistimiento”, una figura jurídica de la Ley Laboral francesa, que  faculta a los ciudadanos  para actuar frente a una amenaza que ponga en peligro la salud o la vida.  De este modo los profesores asistirán a sus labores, pero permanecerán en silencio toda la jornada.  La nota viene acompañada de una fotografía en la que aparecen todos los maestros solidarizándose con el afectado.  Expresan que la amenaza a un profesor es  una falta seria, razón por la  que buscan evitar que hechos como ese se repitan a futuro.
          Se antoja como una forma altamente civilizada de solidaridad, manifestar el respaldo al problema de un compañero de trabajo, sin apasionamientos que puedan derivar en violencia.  Lo contrasto con casos de linchamiento presencial o digital que hemos tenido en nuestro país.  A partir de una supuesta falta, un grupo de individuos ejercen represalias contra  quien o quienes se consideran responsables de la misma.  Ha habido lamentables casos de personas muertas en linchamientos, que posteriormente se descubre que eran inocentes.  Los ánimos se caldean de modo irracional, y el  actuar en forma colectiva provoca dos fenómenos singulares: la acción se intensifica y la culpa se diluye, de manera que el grupo se convierte en una criatura monstruosa capaz de acabar con aquel o aquellos a quienes se les ha señalado como autores de determinado delito.
          Una forma novedosa de linchamiento es la digital.  Difícilmente, quien participa en redes sociales, podrá aseverar que nunca ha estado involucrado en algo así.  Todo comienza cuando se atribuye determinada conducta a una figura pública, y a partir de ello comienza la andanada de críticas que rápidamente escalan de nivel, hasta tornarse sumamente agresivas.   En el espacio digital se constituyen dos partidos opositores, uno formado por quienes tachan a la figura pública, y el otro por quienes la defienden.  Cuando revisamos el hilo de estas conversaciones, podemos identificar el  momento en que se pasa de lo directamente relacionado con la conducta que inició el señalamiento, al terreno personal o familiar de los participantes.
          En el Congreso de Periodismo Cultural celebrado en la provincia de Santander, España, el pasado mes de abril, se catalogó el hostigamiento digital como un debate social cargado de “furia tóxica”, que contamina personajes e instituciones, destruye reputaciones y representa una especie de campo minado.  En poco más de quince años de existencia de las redes sociales, lo que originalmente se contempló como algo capaz de ampliar la comunicación interpersonal, se viene convirtiendo en un circo romano.  La furia y el resentimiento son los grandes protagonistas.
          El excesivo manejo de hechos de  violencia, a través de los medios de comunicación, nos va volviendo  insensibles con el tiempo.  Si los canales  informativos nos saturan de manera constante, con noticias que dan cuenta de las acciones más hostiles entre humanos, llega un punto en que tales hechos dejan de sorprendernos.  De manera paradójica, como que vamos necesitando una dosis mayor de violencia, para que aquello que se está comunicando capture nuestra atención.  Algo similar sucede en redes sociales.  En uno y otro caso, la censura es muy relativa, de modo que esa “normalización” de hechos sigue creciendo en nuestra mente, llevándonos a interpretar que dicha violencia forme parte integral de  nuestra sociedad.
          Expandir nuestro horizonte al conocer otras formas de vivir, y  de resolver problemas, nos provee de mejores herramientas para enfrentarlos.  Viajar, leer o aprender una lengua son excelentes modos de comenzar a ver las cosas con otros ojos.

POESÍA de María del Carmen Maqueo Garza



ALBORADA

Comienza a amanecer. Epifanía.

La luz silente descorre la mañana. Se despliega

un abanico inagotable de colores mansos. Vuelvo a la infancia,

cuando se descubre el mundo con ojos límpidos.

Serenos resabios de horas sin tiempo.

Espacios mágicos donde aprendí a inventarme

          --una y otra vez.

Cruzan mis pupilas el claro océano sin nubes.

Vuelan a la par de alegres golondrinas

que se columpian de los haces de luz

Mientras que la civilización, gigante dormido,

Se va desperezando, para romper

Con su invasión de ruidos y humos tóxicos

Por las siguientes veinticuatro horas

El mágico encanto de la alborada.

Maravillas de la naturaleza: El pulpo muda de casa

POESÍA de Minerva Margarita Villarreal


Esta semana falleció Minerva Margarita Villarreal,  neoleonesa nacida en 1957, poeta, escritora, directora de la Capilla Alfonsina.  Aquí una pequeña muestra de su poesía.

Azul desde la niebla…

Azul desde la niebla el silencio me cerca
sobre un barco que parece ser cama en u mar que congela
Este cuarto es la cárcel
la corriente del viento en boca del estómago
la nublazón en su círculo de ámbar
Oscura entre las sombras
que desde el muelle arrastran
se me doblan las piernas
se me viene la náusea
se me entumen los huesos
y el silencio me llama
mas su aliento es palacio
es ventana de un reino que duerme
La luz de los relámpagos
y dentro la catástrofe
demonios al interior del vientre
todos los colores en su lucha
el miedo la fuerza de no poder estar
la dimensión alejando la muerte
No pude darte el viento
No pude darte lo que más quiero
el viento que por ahora no puedo tocar
y veo tras la ventana
El cielo
y el amor pasa
atraviesa mi carne
Velaré por ti así sea la carne devorada
Éste es el círculo
Una anciana el desierto hace miles de años
el testamento y su definición
su pañoleta y la vida en su falda
y el fuego en sus manos
Sin poder levantarme
un ardor en medio del estómago
como si le hablara a la piedra
al derrumbe de piedras
que se vuelcan encima
de la cama o el barco
que se nubla
de polvo
Tú venido de la tierra
donde encontramos los cadáveres
también en este hoyo
brilla una señal
porque dos polos la nutren
hasta formar con un golpe de aire
un pensamiento
Desde esta luz de infierno yo te llamo
como si le hablara
a la piedra
En algún sitio me oirás
y volverás para que ella florezca
Éste es el círculo
algo que estaba por llegar
niebla de todos los días
garras de aire
infierno
Necesito que vuelva
la vida