domingo, 1 de diciembre de 2019

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Hacer las cosas bien no asegura el que obtengamos los resultados deseados. Quizá sea una frase desalentadora, que no incentive a que nos esforcemos por logros que quizá no alcanzaremos. Sin que esta sea la intención desanimarlos, desafortunadamente es bien cierto.
          Habrá ocasiones en que nos preguntaremos cientos de veces ¿por qué? sin que haya una respuesta que nos satisfaga. ¿Por qué, si hemos puesto alma vida y corazón en lo que consideramos una misión de vida, no obtuvimos éxito?
          Quizá no seamos objetivos al juzgarnos a nosotros mismos. Quizá la intención fue la mejor, pero no la acción, o lo fue pero se percibió distinta. Nuestras expectativas eran altas, o tal vez siempre estamos esperando de las personas lo que a nuestro juicio debiera ser, que hagan lo que nosotros estaríamos dispuestos a hacer, o sobrevaloramos lo que ofrecemos, y realmente solo es nuestra apreciación.
          Cuando algo no resulta de acuerdo a nuestros planes, lo más probable es que se deba a que no contamos con los factores que no dependen solo de nuestra voluntad. Puede ser que alma, corazón y vida no hayan calculado bien los resultados, pero jamás quien de buena fe pone en su faena estos tres elementos, habrá de sentirse defraudado. En el camino encontró seguramente la paz que da a la conciencia el bien hacer, dejar a un lado mezquindad, y colocar tan solo en el proceso los más nobles sentimientos, anteponer calidad humana a tan solo la ambición de resultar victoriosos, sea en el ámbito que sea, hacia donde destinamos nuestro esfuerzo.
          El final puede no ser el esperado, pero el trayecto que es el mayor recorrido, vale la pena vivirlo una y otra vez. Siempre conserva la esperanza de que hasta la utopía puede llegar a ser realidad. El espíritu se alimenta de la nobleza, de aquello que en la vida se hace con buena voluntad y eso ya es tener un buen final.

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