domingo, 3 de noviembre de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

POR EL DÍA DE FINADOS
Día de Finados: Festividad que toma la solemnidad de la muerte para combinarla de manera única con las creencias mágico-religiosas  de nuestro pueblo, todo ello acompañado del colorido único que sólo México tiene.
   Momento para evocar a los seres amados que han partido; invitarlos a nuestros hogares a compartir el pan y la sal, y luego de ello permitirles partir de regreso a donde ahora pertenecen.
   Se agolpan en la memoria imágenes de esos seres queridos que ya no están, muchas son memorias de nuestra infancia.   Quizá recordemos, cuando niños, la ilusión de tener una calaverita de azúcar con nuestro nombre, o paladear un pedazo de pan azucarado y una taza de humeante chocolate.
   México se viste, como pocas veces, de mil colores, con flores de cempasúchil, mano de león, y candelas que se encienden para recordarnos que la vida es un soplo y el recuerdo una llama que jamás se extingue.
   No en vano coincide con el otoño, la estación de la muda, de las hojas secas, de las últimas lluvias y las primeras ventiscas.  Todo ello para que no olvidemos revisar nuestra mochila de viaje, desechar  lo inútil, aligerar la marcha para el siguiente año.
   Buen momento para descartar sentimientos  que  cargamos como peso muerto año tras año.  Ocasión para regalarnos un perdón por aquellas viejas rencillas, y sentir cómo entra el aire a sanear nuestro interior.
   Hay quien se lamenta de la pérdida, sin  darse cuenta de que ello permite que se lleve a cabo un el proceso de renovación, que de otro modo no ocurriría.
   ¡Qué hermoso tiempo para depurar lo que somos, lo que sentimos! Para emprender una revisión de nuestra bitácora de viaje y redefinir el rumbo de la nave.
   Por los errores del ayer no hay qué lamentarse; corresponden a un tiempo que ya no nos pertenece, además de que, de alguna manera han permitido que lleguemos a ser lo que hoy somos.
   Nada logramos con cargar como pesados hierros  esos viejos errores para ver limitada nuestra marcha.
   Día de finados: Graciosa amalgama de nuestras raíces prehispánicas con las cristianas.  Combinación afortunada de rezo y canto; de olor a campo y a copal.  En el altar de muertos, sobre un fondo negro destacan los vivos colores del papel picado que aseguran el reencuentro con los vivos y el retorno a su mundo cuando caiga la noche. El fuego guía a las ánimas en su venida, y  la cruz de sal asegura que la sombra de los muertos no se quede entre nosotros y pueda luego espantar a los pequeños.
   Viento, fuego, agua y tierra se hacen presentes para recordarnos que somos un pedazo de barro habitado por un espíritu divino. Que esta casa es temporal, y que un día, el cual no podemos precisar, se acaba, para emprender el viaje rumbo a la casa eterna.
   Valga este tiempo para colocar en su justa dimensión las cosas materiales.  Un gran mal de nuestros tiempos es haber convertido en dioses tantos elementos que existen para ser utilizados.   Nos sometemos a ellos como esclavos, nos quedamos anclados, cuando las cosas están ahí para permitirnos despegar, enriquecer nuestro espíritu y trascender.
   Buen momento para plantearnos la pregunta: ¿Hacia dónde vamos? ¿Tenemos lo necesario para ese viaje? Y llevar a cabo un inventario personal.
   De igual modo, frente al mundo identificar si aquellas personas que hemos elegido por compañeros del camino están facilitando nuestro avance o entorpeciendo la marcha.
   Así como los árboles se desprenden de su viejo y maltratado follaje, va siendo ocasión de liberarnos de  todo aquello que estorba nuestra marcha.  Y de igual manera como las desnudas ramas dejan pasar el aire del invierno, así nuestra conciencia habrá de ser dócil a los vientos del cambio.
   Ocasión para dar gracias al cielo por los seres amados que acompañaron nuestros primeros pasos; que aplaudieron los logros cuando niños; que se conmovieron con nuestras penas juveniles, y gozaron nuestros primeros logros como adultos.   Guardamos de ellos las más dulces memorias, y cubrimos con un manto benévolo sus yerros, al fin humanos, así como queremos que mañana nos dispensen nuestros hijos por aquello en  que hemos fallado.
   Momento de ubicarnos en tiempo y espacio,  sabiendo que no somos más que una arenilla en la infinita playa, y que nuestro tiempo y lugar son ahora y aquí, porque no hay segundas ediciones.

      Tomemos entre las manos un puñado de tierra para recordar que la vida es breve, pero no por ello  habremos de dejar de  vivirla a plenitud, con los sentidos, el ser y el corazón puestos en ello.  Luego dejemos que se la lleve el viento como brizna, para recordar que todo cambio es parte de un mismo ser sin tiempo ni fronteras.


COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Incongruentes
Es casi imposible cambiar a México sin cambiar antes a los mexicanos.
Clamamos por democracia, pero no la aceptamos en la familia, la iglesia, nuestras organizaciones civiles.
Transparencia es la exigencia en los dineros públicos.  Pero difícilmente hay familia que sepa el sueldo del padre.
Nos emociona la equidad de género en la vida pública.
Pero en casa la esposa y las hijas siguen sirviendo a los varones.
En la banca, en la empresa, los cargos directivos son del club de Tobi.
Demandamos de otros lo que nosotros no practicamos en nuestra vida cotidiana.
jvillega@rocketmail.com

NUESTRA TRADICIÓN DE MUERTOS por Carlos Bravo Matus*

Estamos en una de las épocas bellas y románticas del año, empapada de tradiciones y filosofía que ha perdurado a través de los siglos y sobrevivido a la conquista española, aunque las creencias y tradiciones de nuestras culturas indígenas mesoamericanas, se mezclaron hasta fusionarse con la evangelización cristiana, que aprovecha para introducir la doctrina sin alejar de golpe las creencias arraigadas de los pueblos precolombinos, aunque al final dichas tradiciones se hacen parte de la cultura después de la conquista.
Dicha tradición tiene inicio hoy, con la espera de las primeras almas al altar puesto en casa, llegando después las ánimas de los niños y posteriormente la de los adultos y los miembros de la familia que han partido.
La tradición se basa en la partida de las almas hacia el Mictlán o lugar de los muertos, para lo cual tendrán que ir pasando por los nueve niveles antes de llegar al final del inframundo para descansar finalmente o temporal si es que el alma luego remontara hacia el cielo de los dioses. Durante esos nueve niveles, el alma del muerto se enfrentaría a diversas pruebas u obstáculos que tendría que sortear como ser reconocido por un perro Xoloitzcuintle, cruzar unos cerros que abrían y cerraban, otro cubierto de filosos pedernales, otro que era un lugar desolado de hielo y piedra, el quinto que era una zona desértica de ocho páramos con vientos helados; el siguiente donde se enfrentaba a las flechas disparadas por manos invisibles, el séptimo habitado por fieras salvajes que podrían comerle el corazón. El siguiente lleno de niebla gris que podría dejar sin visibilidad al alma, pudiendo caer a alguno de los nueve profundos ríos conocidos como Chicunahuápan y tras lograr bajar dichos niveles, llegar finalmente al Mictlán, habitado por Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, señores de los muertos, donde los muertos liberaban su alma o tonalli para alcanzar el descanso. Esta creencia da lugar al novenario actual y a los nueve niveles del altar de la conmemoración de los días de muertos, coronado por el crucifijo, las fotos de nuestros muertos y en descenso las velas encendidas para dar luz a las almas y guiarlas hacia el altar, las ofrendas consistentes en pan de muerto, chocolate, café, agua y sal, la bebida y licor, dulces para los niños y diversos platillos en especial los que gustaban a nuestros difuntos. Adornado con mantelería de papel picado, y flores de muerto, especialmente el cempazuchitl y el moco de guajolote. Viandas que se ofrecerán a los visitantes de nuestro altar y que degustará la familia pasado el medio día del dos de noviembre.
No todas las almas tenían que pasar por los nueve niveles, entre ellos las mujeres muertas durante el parto, los guerreros muertos en batalla y los que morían ahogados; las primeras llegaban a la casa de Tonatiuh, pero en las noches se aparecían en los caminos buscando a sus hijos que no conocieron, naciendo la leyenda de La Llorona. Los segundos también pasaban directamente a la casa Tonatiuh para después reencarnar en forma de colibrí, mientras que los ahogados iban a la casa de Tláloc.
Si bien el trayecto hacia el Mictlán duraba cuatro años para nuestras culturas precolombinas, tras la evangelización se llevó a nueve días para poder dejar partir el alma hacia el descanso eterno.
Tras pasar reposando al lado de Mictlantecuhtli por un tiempo, las almas podían remontar los trece cielos, siendo cada uno un nivel hasta llegar al treceavo cielo donde habitan los dioses de la dualidad creadores del universo, pasando en sentido vertical bajo el influjo de los puntos cardinales representados por Tezcatlipoca (Norte), Tláloc (Este), Quetzalcóatl (Oeste) y Huitzilopochtli (sur), siendo el punto de unión Xiuhtecuhtli al centro, para juntar el cielo con la tierra y relacionando al hombre con los cuatro elementos y con el cosmos.
Cada nivel representa un mes lunar, que sumados dan trescientos sesenta y cuatro días, dejando el siguiente día para celebrar el fuego nuevo. De esta tradición nace la celebración del cabo de año en donde se vuelve a recordar al difunto con rezos y viandas que se ofrecen a los visitantes.
Con algunas variantes esta tradición ha vivido de la mitad del país hacia el sur, incluidos algunos países de Centro América, aunque la modernidad, la actual  forma de los sepelios y velatorios han dejando atrás la celebración, sobreviviendo en lugares del estado de México como Xochimilco y Mixqui, Michoacán, especialmente en Pátzcuaro, en Guerrero, Oaxaca, sur de Tamaulipas, algunas zonas de Puebla, Hidalgo y Yucatán siendo muy importante en Veracruz y Tabasco.
Así que si no lo ha puesto, ponga su altar en algún lugar de su casa, adórnelo con las velas, calaveritas de dulce, agua y sal, café y chocolate y los platillos que degustaban sus difuntos más cercanos, espérelos con afecto reviviendo su memoria y después déjelos ir para que regresen el año entrante, pero sobretodo enseñe a sus hijos y nietos la tradición para que esta viva por siempre.

*Carlos Bravo Matus es médico pediatra subespecializado en Cirugía y Ginecología, además de columnista veracruzano.


IGOR PRESNYAKOV: Versión modernista del Canon de Pachelbel en guitarra.

SEÑORA MUERTE: Redondillas de Joaquín Cadena*


¿Y por qué señora muerte
Se me acerca sigilosa?
Si usted no quiere otra cosa 
Que tener la triste suerte
De meterme en una fosa.

Muy malo señora muerte
Al hacerlo usted olvida
Que al hacerme a mi una herida
De inmediato pierde a un cliente
Que importaba más con vida

Y ya le voy a contar
Despacito y sin medida
Que su inquieto retozar
La va a dejar sin rutina
Con qué poderse alegrar

Le voy a decir por qué;
Recuerde, el año pasado
que con gusto relaté
como usted se había empacado
A casi cien Ciberpeds

También le diré mujer
Que nunca me cayó mal
Que sí bien fue menester
Por siempre disimular
Ahora tengo que aceptar 
que siempre me cayó bien

Le podría recomendar
Que se llevara a otras gentes
Que todos queremos mal
Pero no sería decente
Querérselos endilgar
Sin expresarle de frente
La friega que va a llevar

Sé lo que lleva pensado
Y el porqué de su alegría
Pero pare usted su carro 
Porque no me refería 
A quinientos diputados

Ni a todos los senadores
Ni a políticos frecuentes
Secretarios y asesores
Y tampoco al Presidente
Menos a gobernadores

Por favor señora muerte
A toda esa jarcia ingrata
Maquinadora y demente
Antes de colgar sus patas
Reflexione inteligente
Que sí a toda nuestra patria
La tienen como indigente
El infierno que es más pobre
Se les quedará en un diente

Por eso señora muerte
Mejor no se los empaque
Y en lugar de esos dementes
Le voy a rogar que saque
Lo que nos mata inclemente

La inercia se va primero
Y lo gandalla después
"Vale madres" va tercero
Y el cuarto muy malo es
Pues respeto no tenemos,
Jamás como debe ser,
Que mexicanos nacemos

Llévese nuestra flojera
La pusilanimidad
No la deje continuar
Profundizando la huella
Que un día nos rematará

La falta de madurez 
Y también el malinchismo,
Sólo deje al patriotismo 
Impregnar este jaez
Y llévese al pesimismo

Y si sorprende a un traidor 
No se lo quiera llevar
Mejor llévelo a pasear
Por la patria tricolor
Porque sí muerto no está
Se rebosará de amor

Señora muerte que tiene
Todo un día de mi país 
Reconozca que en un tris
Nos quitaría de las sienes
Esta corona tan ruin 

Señora muerte le entrego
Este día mi petición 
Que no por ser en canción 
Deja de ser un gran ruego
Mate a nuestra maldición
Que nos consume en el fuego

1 de noviembre del 2013
*Joaquín Cadena Bustamante: Médico pediatra, integrante del grupo Ciberpeds

VIDEO: Irina Akimova, malabarista con aros.

Gracias, Arcelia, por compartir.

Decálogo del DALAI LAMA


1- Dejemos ir a personas que sólo llegan para compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo y juicio de los demás. Si alguien busca un cubo para echar su basura, procura que no sea en tu mente.

2- Paguemos las cuentas a tiempo. Al mismo tiempo cobra a quién te debe o elige dejarlo ir, si ya es imposible cobrarle.

3- Cumplamos las promesas. Si no has cumplido, pregúntate por qué tienes resistencia. Siempre tienes derecho a cambiar de opinión, a disculparte, a compensar, a renegociar y a ofrecer otra alternativa hacia una promesa no cumplida; aunque no como costumbre. La forma más fácil de evitar el no cumplir con algo que no quieres hacer, es decir NO desde el principio.

4- Eliminemos en lo posible y deleguemos aquellas tareas que no prefieres hacer y dedica tu tiempo a hacer las que sí disfrutas.

5- Démonos permiso para descansar si estás en un momento que lo necesitas y date permiso para actuar si estás en un momento de oportunidad.

6- Tira, recoge y organiza, nada te toma más energía que un espacio desordenado y lleno de cosas del pasado que ya no necesitas.

7- Da prioridad a tu salud, sin la maquinaria de tu cuerpo trabajando al máximo, no puedes hacer mucho. Tómate algunos descansos.

8- Enfrenta las situaciones tóxicas que estás tolerando, desde rescatar a un amigo o a un familiar, hasta tolerar acciones negativas de una pareja o un grupo; toma la acción necesaria.

9- Acepta. No es resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puedes cambiar.

10-Perdona, deja ir una situación que te esté causando dolor, siempre puedes elegir dejar el dolor del recuerdo.

Gracias, Elsa Angélica, por compartir.