domingo, 17 de abril de 2011

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza. Abril 17, 2011


DESDE MI VENTANA
La vida es una continua enseñanza.  No todas las lecciones son fáciles.
   Habrá algunas que vamos aprendiendo sobre la marcha, con los sentidos abiertos a capturar aquello que se nos ofrece para conocer, para admirar, para amar.
   Del mismo modo vienen tiempos de mayores enseñanzas, aquéllas que se adquieren en medio de aguas turbulentas, pero que una vez  superadas nos permiten inaugurar un nuevo modo de ver las cosas.
   Cada uno de nosotros tiene la percepción de un ser superior, de una fuerza rectora que mantiene un orden de cosas, y que a la vez representa nuestro asidero en los momentos difíciles.   Podemos representarlo de una manera personalísima, pero es en esencia esa figura que nos mantiene los pies sobre la tierra y el corazón en alto.  Difícil resulta andar el camino sintiéndose el resultado de una mera casualidad de la materia, sin un origen y un fin más allá de este plano terrenal, pero sobre todo sin un principio al cual apelar en los momentos de dificultad.
   En lo personal creo en el Dios que me inculcaron mis padres desde pequeña; ha sido una presencia viva y constante que me acompaña, aún en aquellos ratos cuando mi soberbia o mi descuido me hacen ignorarlo.   Él siempre ha estado allí, no precisamente para darme lo que yo quiero, sino para enseñarme a acoger sus designios con mansedumbre.
   Las  crisis son, sin lugar a dudas, momentos cruciales en nuestra existencia.  Llegan cuando menos las esperamos, o vienen a coronar un proceso que se venía dando de una manera poco perceptible, hasta que aquellas condiciones se manifiestan en toda su expresión.  En tales momentos hay crisis de la persona, de la familia, y en fin, de todo el entorno.  Fácilmente nos gana la angustia; la elaboración de un proceso de duelo inicia la mayoría de las veces de manera dramática, con un: “¿Por qué a mí?”, y muchas de las veces se queda atorado en ese punto para mayor desgaste emocional de los involucrados.
   Para muchos cristianos estos momentos de dificultad son “una prueba” que Dios manda; en lo personal los encuentro más como un proceso de crecimiento interior que nos da la oportunidad de descubrir nuevas cosas, de encontrar mayores motivos para seguir adelante con alegría y entusiasmo.
   En tiempos como los que nos está tocando vivir, no es infrecuente escuchar reclamos en el sentido de que cómo es posible que Dios permita que suceda todo lo que está sucediendo.  Y aquí habría que razonar si en realidad este caos que hoy sufrimos es una imposición del cielo, o más bien  resultado de nuestros pequeños descuidos, de nuestras omisiones cotidianas, de aquellos “no pasa nada”, que ahora, convertidos en un alud, amenazan con asfixiarnos.   Por otra parte, para los cristianos, Dios extiende su promesa de vida eterna, pero nunca nos dijo que la vida eterna estuviera en este mundo.
   Un momento de crisis es algo así como la parte más poderosa de una pieza musical; el momento cuando los instrumentos se expresan con fuerza, decididos a hacerse escuchar por el resto de la orquesta.  En el caso de una sinfonía, lo que el primer movimiento presenta como tema musical, y el segundo susurra para mostrarnos su esencia última, el tercer movimiento brioso toma, eleva, engrandece, lleva al culmen y nos prepara para el cuarto  y último, donde finalmente el tema  de un principio ha madurado y puede presentarse ahora de una manera consolidada y por demás bella, hasta su final.
   Algo así son los momentos de dificultad en nuestra vida: Oportunidades para revisar  el rumbo, para desechar todo aquello que entorpece la marcha; para replantearnos la ruta, y una vez superado el escollo, reemprender la marcha con renovada energía.   Todo ello se facilita en gran medida cuando avanzamos bajo la sombra protectora de ese principio rector que da un sentido último a cada uno de nuestros esfuerzos, a nuestros propósitos de superar las dificultades,  permitiendo que las pequeñas heridas  sobre la piel  pierdan importancia frente a la enseñanza final.
   En medio de la crisis, cuando un trago de agua llega a ser tan significativo, aprendemos cuán necesario es cuidarla, evitar que se nos acabe.  Cuando una caricia nos hace sacar toda la fuerza de nuestro ser, aprendemos la importancia de prodigar esas mismas caricias a nuestros seres queridos.  Cuando hay  personas  alrededor nuestro, que ponen todo su ser por ayudarnos a salir adelante, entendemos que no todo está perdido sobre la Tierra.  Cuando percibimos el dolor de los nuestros, entendemos cuánto nos aman y nos esforzamos a partir de entonces por ser mejores.
   Las crisis nos facilitan nuevas ventanas para mirar al mundo,  cuando las acogemos desde el corazón, como nuevas oportunidades  de enseñanza.

COSAS NUESTRAS de Jorge Villegas

Capital
¿Quién dice que no existe la pena de muerte en México?
Pregunten al Ejército y al crimen organizado, que todos los días la aplican.
Los militares con la fuerza del Derecho; los criminales con el derecho de la fuerza.
Pero todos los días matan a una docena de sicarios, de militares y civiles.
Por los buenos y por los malos, ya hay luto en 40 mil hogares.
Ya hasta perdimos la capacidad de asombro ante el torrente de sangre.
Y dice el Presidente que no hay otra estrategia que la del exterminio.
Quizá sería mejor reinstalar la pena capital en las leyes, en lugar de en la calle.
jvillega@rocketmail.com

LOVEFIELD: Historias modernas de Matthieu Ratthe

Lo que inicia como una historia de terror en medio de la nada, con el graznido de un cuervo como todo fondo acústico, termina de un modo insospechado, llevándonos en el interín del terror a la emoción desbordante. ¡Síganlo hasta el final!

SONETO A JESÚS SACRIFICADO

No hay un consenso con relación a la autoría de este fragmento literario de la Semana Mayor; la belleza del texto es incuestionable:
No me mueve mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tu me mueves, Señor, muéveme al verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera…
Tomado del Blog Semina Verbi, Abril 11, 2011

IMAGINANTES con José Gordon: GABRIEL FIGUEROA, el dueño de la luz

EL NIÑO FIDENCIO: Interesante ensayo antropológico

Del Dr. Leopoldo Castro y del Ing. Raúl Cadena (2006) un ensayo antropológico muy completo que habla de la vida del Niño Fidencio, e intenta desentrañar los porqués de la permanencia hasta nuestros días del Fenómeno Fidencista.  Favor de arrastrar a su buscador la siguiente liga:
http://rcadena.com/ensayos/Fidencio.htm

WE ARE ALL ONE SUPPORT ORG: Video concientizador

¿Qué estamos haciendo con nuestra casa, nuestra única casa?...