domingo, 13 de enero de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

SERES DE LUZ
Días atrás platicaba con una colega  que ha dedicado  su vida profesional a la Educación Médica.  Fue una charla sabrosa  en la que pasamos de un tema a otro, y de repente ella me preguntó quién había sido  mi principal inspiración para estudiar Medicina.  Estuvimos mencionando algunos personajes que fueron determinantes en nuestras respectivas vocaciones.  La conversación remató con un término suyo que hoy parafraseo;  llamó a esos maravillosos personajes que pasan por nuestra vida dejando un gran impacto en la propia “seres de luz”.
     Todos nosotros podemos enlistar  aquellas figuras cuya presencia tuvo un gran impacto en nuestra formación. Quizá alguna vez hemos tenido oportunidad de hacérselo saber de manera directa,  habrá sido una mínima forma de agradecerles lo que hicieron por nosotros.  Pero, ¿por qué no  hacerlo nuevamente hoy?  Invertir un poco de  tiempo y  atención en hacerlo precisamente hoy, constituirá un hermoso regalo de año nuevo para ellos.  Llamarlos, visitarlos, hacernos presentes de alguna manera.
     “Aislamiento”, uno de las realidades de la época actual.  Por razón  de muy diversos factores   hemos generado una brecha entre nuestra persona y los demás, de modo tal que las vidas ajenas no alcanzan a tocarnos.  Tan simple como esto, no entra en nuestro radio de percepción  el individuo que tengo frente a mí, o a un lado, de manera que no me entero de que pueda tener tantas necesidades como las mías propias.   Al no quedar en mi campo de percepción tampoco entra en mi esfera de conexión.  Y es así como vamos por la vida girando, cada uno sobre su propio eje, pero en un estado de profunda  soledad.
     La gratitud constituye un par de anteojos que nos hace ver la vida de mejor manera.  Reconocer a aquellos que han dado algo de ellos  mismos para que nosotros podamos  desarrollar hoy un aspecto de la propia vida.  Difícilmente nos detenemos a hacerlo, ya porque no nos percatamos, ya porque --soberbios-- nos sentimos merecedores de eso y más, y  restamos cualquier mérito a quienes nos han apoyado, como si fuera  su obligación hacerlo.
     Las grandes cosas son el resultado de la suma de infinidad de pequeñas piezas que, al conjuntarse, integran un todo.  Así como sucede en un rompecabezas sucede en la vida social, la mejor pieza que aporta cada uno de nosotros redunda en un  conjunto más bello y armónico.   Si muestro un gesto amable hacia la persona que me atiende o con la que me cruzo en el camino.  Si hoy cedo el paso a un conductor, como ayer alguien lo hizo conmigo.  Si soy amable con aquella persona cuyo rictus indica que está pasando dificultades.   Si  regalo una palabra amable al más sencillo, sin esperar hacerlo solamente con quien --torpemente-- suponemos que  la merece.  Si decido volverme más cordial con los demás por mi propia salud mental… Si entre todos comenzamos a pulir nuestras piezas personales de ese gran rompecabezas, el resultado  será en el mismo tenor.  El ambiente en el que nos desenvolvemos día con día,  habrá mejorado para todos.
     En lo personal hallo muy útil imaginarme como  un árbol dentro del tupido bosque llamado “humanidad”,  cuyos límites no se alcanzan a ver.  La forma como yo actúe va a repercutir en forma directa en el resto  de árboles.  Simple lógica matemática.
     Volviendo a aquellos seres de luz cuyo paso por nuestras vidas representó algo tan positivo, podemos estar seguros de que ellos jamás actuaron como lo hicieron pensando en ser recompensados.  Están muy por encima de nosotros --simples mortales-- y seguirán haciendo aquello mismo por la grandeza de su espíritu, al margen de cualquier reconocimiento.   Aun así, ¿por qué no sorprenderlos hoy con un gesto que  les haga saber la forma como impactaron nuestra existencia?  Hacerlo hoy, cuando estamos en condiciones de llevarlo a cabo. Hoy,  cuando ese personaje y nosotros respiramos un mismo aire.  La vida es impredecible, nadie puede asegurarnos que mañana sigamos todos aquí, vivos y conscientes, unos para dar agradecimiento, otros para recibirlo.  
     No demos las cosas por hecho.  Arranquemos de nuestra piel esa pereza que nos lleva a decir “mañana lo hago”.  En ocasiones la vida nos juega bromas crueles, y sería lamentable quedarnos con ese  agradecimiento en la punta de la lengua, y  su beneficio  potencial  tirado a la basura.
     ¡Maravillosas redes sociales! A ratos un espejo, otros más una plataforma de despegue, siempre un puerto del que llegan y parten pensamientos y emociones.   Un canal más para agradecer a nuestros seres de luz haber iluminado el camino para nosotros.
     Sea este día ocasión de ejercer la gratitud. De hacer un  doble regalo, para nosotros mismos y para quien recibe el agradecimiento. ¿Cómo ven?  ¿Hacemos la prueba?

CUADROS URBANOS por María del Carmen Maqueo Garza

En un escalón --cualquier escalón de acceso a algún comercio  que a esta hora aún  no abre-- se halla el hombre.  Es joven, aún así en su figura se condensa el México iluso de muchas épocas, formado por hombres y mujeres  que han soñado con cristalizar un  proyecto de vida  allende la frontera.
     Su indumentaria es gris, o tal vez así me parece.  Bajo la  cachucha están contenidos aquellos sueños  que todos tenemos derecho a albergar, amén de la condición social de cada uno. Sueños que llegan a alcanzar tal intensidad  que  no se borran ni con la muerte.  Sueños que se heredan como parte del legado familiar, de generación en generación.
     No alcanzo a ver sus ojos,  en este momento él  tiene la mirada baja, puesta en ese plato que sostiene entre las manos, mientras conserva  ambos  codos apoyados sobre los muslos. A pesar de no existir conexión directa de su  alma con la mía,   su sola expresión lo dice todo, mientras   devora  con fruición algunos tacos.  En cada bocado parece estar comiéndose al mundo, con un hambre vieja   de justicia.
     La actitud de un ser humano mientras come, sobre todo si  lo hace en soledad, transporta  mi fantasía a los primeros meses de existencia de cualquier ser vivo, cuando  succionar la leche es lo que le permite sobrevivir, estableciendo de este modo su conexión con el cosmos.  
     ¿Cuántos hombres grises, cargados de sueños bajo la cachucha  de viajero, se hallarán esta misma mañana haciendo una pausa en ese vital cruce de caminos? ¿Cuántos finalmente  lograrán cristalizar dicho anhelo, que a ratos sabe  a río y otros más a triunfo;  que puede   calar como el   desprecio, y  que tantas veces lleva  impregnado un  olor a muerte… ¿Cuántos podrán conseguirlo al final del día...?

Les Luthiers y Tricicle: Concierto de 3 segundos

Poema en prosa de César Vallejo

--No vive ya nadie en la casa --me dices--; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.
   Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado. Las casas nuevas están más muertas que las viejas, porque sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. De aquí esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba. Solo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera está de pie, mientras que la segunda está tendida.
   Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa en tren o en avión o a caballo; a pie o arrastrándose. Lo que continúa en la casa es el órgano, el agente en gerundio y en circulo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crímenes. Lo que continúa en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que continua en la casa, es el sujeto del acto.

Entrevista con Arnoldo Kraus, el cáncer y la muerte

Este video se publica con la gentil autorización  del Dr. Arnoldo Kraus

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


A diario recibimos frases que pretenden ser inspiradoras. A veces las reenviamos sin detenernos mucho a encontrarles sentido, solo porque nos suenan bien. Una que llamó mi atención hoy decía: "la clave de la felicidad es no esperar nada de nadie".

Definitivamente me pareció absurdo que en eso cifrara la felicidad de nadie. ¿Sería tan fácil ser feliz? ¿cómo interpretar esta frase tan vacía, tan carente de sensibilidad?

Un mundo feliz, con gente que definitivamente tendría que vivir en un aislamiento emocional, para que no le afectase el no recibir nada de nadie. De acuerdo estoy en que la acción de dar debe ser mucho más satisfactoria que recibir, pero no concibo a un ser humano que viva diciéndose, menos sintiéndose feliz si no ha sido digno de algo recibir.

La esperanza guarda precisamente en su significado el esperar algo, si no fuera porque mantenemos viva la posibilidad de que se nos ame, de que se nos brinde amistad, de una reciprocidad en los afectos, y ser felices cuando la vida nos complace con dádivas que a través de nuestra existencia vamos obteniendo de las personas con las que coincidimos en nuestro trayecto.
Hacer de esta renuncia a esperar algo de alguien --sobre todo de alguien que nos importa, a quien queremos, y que tiene significado especial en nuestras vidas-- la clave de la felicidad, es totalmente absurdo. La felicidad, depende de nuestra actitud ante los hechos, y es más en ello que está a mi criterio, si es que es una sola, la clave de la felicidad, no en convertirme en un ente refractario a la maravilla de ser destinatario del más pequeño detalle que me sea otorgado.
Yo toda mi vida he esperado, quizá he aprendido lo que puedo esperar de cada quien, la gente aún me sorprende en sus respuestas, a veces gratamente otras por el contrario, pero en este "toma y daca" que es parte esencial de la convivencia humana, tengo la fortuna de decir que mi mayor felicidad la debo a todo aquello que la gente me ha dado,muchas veces sin siquiera merecerlo.

La cabeza en alto: Video animado