domingo, 7 de mayo de 2017

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

DE CARA AL SOL

Los edificios abandonados me provocan tristeza, y más todavía cuando ocurre que los conocí durante su vida activa, lo que marca un terrible contraste con la soledad que ahora los habita. Resulta similar a la muerte humana, frente a un cuerpo sin vida, por más que lo embellezcan, ya no está ese soplo divino que hasta poco tiempo antes le confirió la esencia con la cual conocí y habré de recordar al espíritu que lo habitó. 

En esta frontera coahuilense durante décadas existió una frutería llamada “El Nacimiento”, negocio familiar en el que tres generaciones se encargaron de abastecer a colonias del centro de la ciudad productos de primera necesidad. Su forma de manejarla fue tan acertada, que se convirtió en un referente a ambos lados de la frontera, y muchos adultos de la actualidad la conocieron por primera vez siendo niños de brazos. Recuerdo cómo mi hijo, ahora de 26 años, de pequeñito me pedía ser él quien se bajara a la frutería para saludar a Quica, hija de los fundadores y entusiasta amiga de grandes y chicos.

“El Nacimiento” se integró al imaginario local como lo han hecho en su momento panaderías, escuelas o templos, que llegan a ser algo que suponemos que ahí va a estar siempre. Días atrás quise llegar por un aguacate, y cuál sería mi sorpresa que la frutería estaba cerrada, y 24 horas después aquel espacio había desaparecido por completo. En una mañana desmontaron sus paredes de madera y lo único que quedó fue el piso de cemento y encima de él una multitud de memorias las cuales seguirán ocupando ese espacio, que si bien ya no existe en el plano físico, en nuestra mente siempre estará presente.

Me resisto a dejar ir así nada más aquello que fue parte de mi vida, como es el caso de la frutería. Yo sé que mi duelo es mayor de lo que sería en otras circunstancias, porque lo elaboro bajo el cariz de la muerte de mi mejor amigo quien partió hace pocas semanas, por lo que todas las pérdidas que se presentan ahora van impregnadas por mi gran pérdida personal. Yo sé que la vida sigue y que no podemos detener su marcha, y más porque sabemos que ese ser amado que cambió de dimensión lo que menos hubiera querido es que nos quedáramos anclados a nuestro dolor, así que hay que seguir adelante.

Cuando caminamos de cara al sol, nuestra sombra queda detrás y nos sigue. Si pretendemos caminar en sentido contrario --de espaldas al sol--, observaremos que nuestra propia sombra nos precede, de modo que nuestra marcha se adentra en ella a cada paso. Esto es, independientemente del tamaño de nuestro dolor, necesitamos caminar de frente al sol, rumbo a la fuente de luz y de energía, y no en sentido opuesto. Nuestro pasado clama por atención, pero las cosas no funcionarán si permitimos que nos atrape; cada ser vivo tiene su tiempo, y ese tiempo es perfecto, de modo que el ser que muere parte atendiendo a su propio reloj vital, porque era su hora, por más que quienes nos quedamos acá no logremos alcanzar a entenderlo.

De frente al sol, poniendo todo el entusiasmo en la marcha, convencidos de que los lentes que cada cual elige para ver la vida son los que finalmente determinan de qué color la registramos. Tenemos desde el tono de continua desgracia de aquellos para quienes absolutamente todo es negativo, hasta el extremo opuesto, seres humanos que viven en condiciones de extrema carencia, pero hallan siempre el modo de sentirse felices con lo que la existencia les presenta.

De cara al sol, dispuestos al cambio, entendiendo que el pasado no nos pertenece, y que no podemos invertir en él los recursos del presente. 

De frente a la luz, para permitir que esta inunde y transparente todas nuestras acciones. Quien obra bien y no tiene nada que ocultar, avanza con presteza.

Quiero guardar en mi corazón esos recuerdos hermosos del pasado, y entender que mi vida ha sido privilegiada al haberlos vivido. Doy gracias al cielo por concederme la oportunidad de hallar personas maravillosas en el camino, y refrendo mi compromiso de seguir el ejemplo que me han ido dejando.

De cara al sol, poniendo la mayor voluntad en acrecentar el entusiasmo, apostando todo a creer que cada quien decide qué tan feliz quiere ser y cuánto trabaja por lograrlo… 

Y así de esta manera, cumplido el tiempo, morir en paz una tarde cualquiera, partir en silencio, de puntillas, como mi mejor amigo, como la frutería, dejando detrás una estela de recuerdos inspiradores para quienes siguen con vida. Un testimonio que invite a creer que cada quien tiene la capacidad de pintar su propio escenario, escribir su historia personal y alimentar su íntima esperanza, de modo de vivir una vida buena que finalmente conduzca al anhelado reencuentro, ese reencuentro feliz que no habrá de caducar con el tiempo.

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza

Sesión deltaller con Rebecca Bowman, FILA17.

CAMBIO DE PIEL
Tallerear, partir de una verdad:
En su origen los textos son imperfectos,
Para pulirse han de pasar
por el tamiz de otros lectores,
exponerse desnudos
a los cuatro vientos, a la lluvia,
al golpe del rayo,
convencidos --sus autores--
de la razón última
para hacer algo así
a los hijos de sus entrañas.
No es un acto de humildad,
más bien de entendimiento.
Lejos de encerrarse el autor
con sus palabras
sellando los oídos a la crítica,
es tener el tino
de lanzarlas  a la tierra
deseoso de verlas germinar.
Es cambiarles
la quebradiza piel opaca
por una nueva y brillante,
indumentaria
con la que puedan salir al mundo
para ser entendidas.

Mi agradecimiento a Rebecca Bowman por la maravillosa oportunidad de tomar taller con ella. Gracias a Gerardo Segura por su permanente labor de encauzamiento.

Luthiers: Lección de Dicción

Poesía de Rebeca Bowann

these women behind me
these blessed wombs
this age old thread
of sacrifice and childbearing
of a moon long dimmed
rattle inside my head, their wooden
figures knock together
the incessant clatter of the past

estas mujeres detrás de mí
estos vientres benditos
este hilo milenario
de sacrificio y maternidad
de una luna atenuada desde hace mucho tiempo
repiquetean en mi cuerpo
sus figuras rígidas
se golpean entre sí
el estrépito incesante del pasado.

De su libro bilingüe: "Ink Reactions". Imagen tomada de Internet

Cuentos en náhuatl: Cuando muere la lengua


CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Una y mil veces nos dicen y nos repetimos a nosotros mismos que la vida es corta, que hay que disfrutarla. El mismo número de veces hacemos lo contrario. Ya hicimos de lamentarnos, un deporte favorito.

Todo está mal, el mundo está en crisis, la corrupción, la violencia, la descomposición social, las drogas, la impunidad ¡este mundo es un caos!

Y si nos hubiera tocado vivir en otras épocas, ¿cual les gustaría?, ¿encontrarían alguna donde el mundo hubiera sido tan solo paz, en el que todos fueran felices, ese en el que de verdad todos fuéramos hermanos, en el que privara el respeto, la solidaridad y nadie luchara por el poder, ni explotara al prójimo para enriquecerse?


Ese mundo, en el que la humanidad aprende a convivir pacíficamente y compartir. ¿En que época les gustaría vivir? No hay una sola, en donde las diferencias sociales, religiosas, raciales, no hayan sido causantes del dolor de una gran parte de los habitantes de este mundo que quedó a merced de unos cuantos cuya ambición de poder y de riqueza ha ido minando su grandeza.

Los seres humanos poco hemos cambiado en esencia y no hay más que echar una mirada al pasado, para ver que los males modernos son los mismos, a pesar del avance científico, y tecnológico, poco hemos logrado en el terreno espiritual.

Nos quejamos, alardeamos con mensajes de inconformidad que finalmente no logran más que hacer patente el descontento, pero no cambian nada.

Nuestra estéril lucha es tan solo de palabra, de crítica a veces grotesca que solo traduce nuestra impotencia, pero poco hacemos por una transformación real.

Quien es buen juez por su casa empieza, y criticar al prójimo sin corregirnos primero a nosotros mismos, no ha funcionado, ni funcionará nunca.

Cansada de ver ideales que mueren en cuanto el poder se apodera de la mente y alma de quien los defendía.

Congruencia, coherencia, autenticidad en el pensar, el decir y el actuar, líderes con valores, de ellos necesitamos decenas, para poder combatir desde dentro del alma al ser humano. Este mal viene en nuestras raíces, cambiarlo necesita un contagio masivo de humanismo.

"O sole mio" con Amira Wilighagen y Patrizio Buanne