domingo, 7 de mayo de 2017

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Una y mil veces nos dicen y nos repetimos a nosotros mismos que la vida es corta, que hay que disfrutarla. El mismo número de veces hacemos lo contrario. Ya hicimos de lamentarnos, un deporte favorito.

Todo está mal, el mundo está en crisis, la corrupción, la violencia, la descomposición social, las drogas, la impunidad ¡este mundo es un caos!

Y si nos hubiera tocado vivir en otras épocas, ¿cual les gustaría?, ¿encontrarían alguna donde el mundo hubiera sido tan solo paz, en el que todos fueran felices, ese en el que de verdad todos fuéramos hermanos, en el que privara el respeto, la solidaridad y nadie luchara por el poder, ni explotara al prójimo para enriquecerse?


Ese mundo, en el que la humanidad aprende a convivir pacíficamente y compartir. ¿En que época les gustaría vivir? No hay una sola, en donde las diferencias sociales, religiosas, raciales, no hayan sido causantes del dolor de una gran parte de los habitantes de este mundo que quedó a merced de unos cuantos cuya ambición de poder y de riqueza ha ido minando su grandeza.

Los seres humanos poco hemos cambiado en esencia y no hay más que echar una mirada al pasado, para ver que los males modernos son los mismos, a pesar del avance científico, y tecnológico, poco hemos logrado en el terreno espiritual.

Nos quejamos, alardeamos con mensajes de inconformidad que finalmente no logran más que hacer patente el descontento, pero no cambian nada.

Nuestra estéril lucha es tan solo de palabra, de crítica a veces grotesca que solo traduce nuestra impotencia, pero poco hacemos por una transformación real.

Quien es buen juez por su casa empieza, y criticar al prójimo sin corregirnos primero a nosotros mismos, no ha funcionado, ni funcionará nunca.

Cansada de ver ideales que mueren en cuanto el poder se apodera de la mente y alma de quien los defendía.

Congruencia, coherencia, autenticidad en el pensar, el decir y el actuar, líderes con valores, de ellos necesitamos decenas, para poder combatir desde dentro del alma al ser humano. Este mal viene en nuestras raíces, cambiarlo necesita un contagio masivo de humanismo.

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