DERROTEROS DE LA IMAGINACIÓN
Una de las grandes facultades que distinguen a la especie
humana es la imaginación. A través de
ella podemos soñar, crear conceptos y formular pensamientos que más delante habrán
de cristalizar. Como todo, la
imaginación tiene su lado oscuro, que no pocas veces condiciona grandes
problemas.
Todos los seres humanos experimentamos a lo largo de nuestra
existencia momentos grandiosos, son los “Kairós” de los que ya hemos hablado,
vivencias casi mágicas que se despegan del tiempo cronometrado para
trascender. En gran medida dichas experiencias
tienen que ver con la imaginación; aquello que concebimos en nuestra mente y
ahora se vuelve realidad tangible. De
igual manera habrán de presentarse momentos desagradables, que no empatan con
lo que habíamos imaginado, lo que provoca profunda desazón. Cuando eso sucede hay quienes se quedan
anclados al momento desgraciado, ponen en pausa su vida y no parecen dispuestos
a salir del hoyo. Visto desde la
imaginación es un darle vueltas a lo que es contraponiéndolo frente a lo que
esperábamos que fuera, o lo que debió haber sido, o lo que sentimos merecer y
no nos está concediendo la vida… Plantamos nuestra dolorosa realidad frente al
escenario que nos sugiere la imaginación y nos frustramos.
Malaurie es una chica fantástica que conocí en el
verano. Lo que más admiro de ella es su
capacidad para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Lo hace con singular pasión, sacando el
máximo provecho de cada experiencia.
Encaja perfectamente en esa sentencia que reza: “Si la vida te da
limones, haz limonada”. Es un alma vieja. Pese a su juventud posee la sabiduría
de apreciar a profundidad el momento presente e imaginar qué puede hacer para
disfrutarlo al máximo, con toda la creatividad puesta en la tarea. Podría
decirse que valora lo que hay en este momento, sin detenerse a pensar en lo que
no hay, o lo que hubo, o lo que podría haber habido.
La imaginación llega a ser nuestra plataforma de despegue de
donde parten las mejores concepciones rumbo a hacerse realidad. Casi en paralelo, puede convertirse en un
pozo sin fondo donde va a dar nuestra vida cuando no ponemos la voluntad al
frente de nuestro proyecto de vida.
Situaciones complicadas tenemos todos; sería imposible colocarlas en una
balanza para saber quién tiene más que quién, pero finalmente lo fundamental no
es ponernos a medir los males, sino ejercitar la disposición para superar –una
a una—las dificultades del camino.
Un cuento maravilloso de Marguerite Yourcenar habla de un
anciano pintor oriental Wang Fo, y de su ayudante el joven Ling, a quienes el
Emperador “Amo Celeste” mandó aprehender.
Conforme los soldados lo llevaban casi en rastras hacia el palacio
imperial, Wang Fo no dejaba de admirar el paisaje, los bordados en las mangas
de sus captores y las figuras caprichosas que se formaban en los charcos que
cruzaban por el camino. Para ese entonces el viejo sabio y su ayudante Ling habían
ido vendiendo todo lo que poseían para subsistir y para seguir adquiriendo
materiales como pinceles y polvos para pintar, de modo que el anciano siguiera
haciendo arte. Incluso el joven Ling llegó a robar comida para su amo, de
manera que pensó que aquella detención tenía que ver con el delito
cometido. Ya frente al emperador, y a
pregunta del viejo, quedó expuesta la razón: El mandatario había crecido entre
los lienzos de Wang Fo, en un enclaustramiento que lo mantenía aislado del
mundo exterior. Cuando finalmente tuvo
la edad para salir a conocer lo que había más allá de palacio, su decepción fue
singular. Nada era tan hermoso como Wang
Fo lo había plasmado en sus lienzos. De
esta manera el emperador decidió aprehenderlo, dejarlo ciego y amputar sus
manos, a manera de venganza por la decepción sufrida.
Como última tarea antes de ser sacrificado, el mandatario
ordenó al viejo pintor terminar una obra que, según él, había quedado
inacabada. El anciano se puso a pintar
un mar de jade azul y una barca, tan reales, que terminaron por convertirse en
medio y en vehículo mediante los cuales Wang Fo y su discípulo Ling lograron
escapar de la maldad del emperador. Todo
el relato sirve para describir la forma como el viejo siempre halló el modo de
disfrutar de lo más pequeño y ser creativo, con toda la pasión, para hacer de
su vida algo único.
Frente a historias como la aquí narrada podemos llegar a la
conclusión que el disfrute de la vida es más producto de la voluntad que de las
circunstancias, y que, en incontables ocasiones, dichas circunstancias que de
inicio se antojan insalvables, pueden ser modificadas. Y si no modificadas, sí vividas para
construir con ese material llamado “realidad” algo único que favorezca
disfrutar –con lo que hay-- el regalo de la vida.