VIENTOS Y LA
“DEEPFAKE”
La tecnología nos
lleva un pie por delante. Sus avances llaman
a cuestionar distintos panoramas. En
particular me preocupa mucho lo que pueda suceder en nuestro amado México, cada
vez más polarizado, de cara a las elecciones.
Vimos, días atrás, la publicación en redes sociales de una imagen que
sugería acallar a la Ministra Norma Lucía Piña, presidenta de la SCJN, mediante un disparo de arma de fuego. Algo
que, en estricto sentido, es una amenaza a su integridad personal, y debe
constituir motivo de reflexión para
todos los mexicanos, no únicamente para la policía cibernética que, confiamos,
esté cumpliendo con su papel de rastrear e identificar al autor de dicha publicación. Probablemente detrás de la misma haya un adolescente impulsivo, o un fiel
seguidor convencido del discurso de odio de las mañaneras, que a la menor
insinuación del presidente sugiere emprender acciones drásticas, en ese mismo
tenor. No acostumbro ver dichas
conferencias; he visto fragmentos de la misma y noto un patrón repetitivo:
Según sea el caso, se desacreditan problemas mayores o se exageran minucias,
conforme al sentir personal del ejecutivo.
Recuerdo ahora cuando le solicitaron su postura respecto a los
expulsados de Nicaragua y optó por manifestar que luego lo revisaban, porque ya
hacía hambre y había que ir a almorzar. De igual manera ha restado importancia a los
graves plagios de Yasmín Esquivel, o ha desestimado la gravedad de la amenaza
de muerte contra la ministra Norma
Piña. En esos fragmentos que he captado
me viene a la mente el sabio refrán popular que dice: “Siembra vientos y
cosecharás tempestades”.
En fechas recientes Guillermo Hernández, informático de
profesión y compañero de labores en un medio para el cual colaboro, hablaba
sobre la nueva aplicación denominada “deepfake”, derivada de algoritmos de la
RGA (Red Generativa Antagónica).
Mediante su uso puede editarse el
video de una figura pública para luego cambiar el audio original por uno falso,
de modo que parezca que el personaje en cuestión está diciendo algo que nunca
dijo, sino que es resultado de una
edición. Llega a ser tan fino el trabajo, que empata los movimientos de los
labios del personaje con el discurso falso que se inserta. Lo más grave de todo ello es que dicha
aplicación puede descargarse en línea de manera gratuita. No quiero imaginar la de ediciones que pronto
andarán circulando, en ese incansable ejercicio de polarización que, desde
Palacio Nacional se lleva a cabo a diario, y que, indiscutiblemente, habrá de
acentuarse conforme se aproximen los tiempos electorales.
Es notable el bajo nivel educativo de nuestra población. El
INEGI señala en su última encuesta intercensal del 2020, que uno de cada dos
mexicanos cuenta solamente con educación básica, y uno de cada cuatro, alcanzó
la educación media (secundaria). El
mismo INEGI 2020 señala que cada mexicano lee un promedio de 3.4 libros por
año, para mi gusto inverosímil, pero así lo marcan, y generalmente son
ediciones de entretenimiento. En este
contexto cultural resulta difícil analizar a fondo los contenidos que ofrecen
los medios de difusión, más aún en redes sociales, como para no reaccionar de
inmediato, de manera poco racional, ante una publicación, así sea esta falsa. Habrá quienes, obedeciendo a distintos
intereses, con un sistema digital en la mano y acceso libre a la “deepfake”, comiencen
a generar publicaciones que van a llevar a un mayor grado de polarización y
violencia a todo México. Por desgracia para
grandes sectores de población la palabra de ciertas figuras públicas es
la ley; no tienen la malicia de cuestionar, documentarse y confrontar la
información; tamizarla y así distinguir entre realidad y ficción.
Un sistema asistencialista hace daño, reduce aspiraciones. Grandes segmentos de la población perciben
como “dádivas” los apoyos del ejecutivo, al cual sienten deber lealtad ciega.
No hay espacio para mayores cuestionamientos. El ejercicio de la
democracia, esto es, la contraposición de posturas distintas queda cancelado, y
quienes opinen diferente con respecto a la voz oficialista de cada mañana, son
traidores, corruptos y mentirosos, que buscan dañar al país.
Las instituciones existen para mantener un orden en la
aplicación y vigilancia de la ley. Confío en que los recursos de la policía
cibernética hagan todo lo necesario para prevenir lo que podría resultar en una
catástrofe, si no se controla debidamente el uso de la “deepfake”. Entretanto me sumo a todas las voces de
respaldo a la Ministra Piña: Que ella pueda seguir desempeñando su cargo como
hasta ahora, con apego a la Constitución, de manera firme y honesta, con la suficiente paz mental para
cumplir a cabalidad, por el bien de México.