domingo, 25 de junio de 2017

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


INTEGRIDAD Y VALORES
Yo soy un ciudadano, no de Atenas o de Grecia, sino del mundo. Sócrates

Ha ocupado titulares periodísticos, espacios digitales y redes sociales. No fue cualquier pleito de vecinos sino el enfrentamiento violento entre jóvenes relacionados con dos colegios particulares de renombre en la ciudad de México. Lo que inicialmente apuntaba hacia la presentación de denuncias formales ha quedado en un acuerdo de reparación de daños, y así pasará a la historia.
     Llama la atención lo ocurrido. Chicos de bachillerato o de los primeros semestres de licenciatura que se encuentran festejando una graduación, y de buenas a primeras son agredidos por un grupo que entra al recinto a atacar, mientras que sus guardaespaldas se encargan de bloquear las puertas de salida del salón. Un par de jóvenes sale muy lesionado en tanto el resto se recupera de lesiones que no ponen en riesgo la vida, y a una semana de los hechos, mediante los abogados de las respectivas familias se alcanza un acuerdo, y aquí no ha pasado nada…
     Fue un plan tribal de ataque, una venganza por parte de los agresores, fue desquitar el enojo generado por un video que los lesionaba. Un gesto de provocación, una solidaridad grupal, un importante nivel de alcoholización y luego el enfrentamiento, si pudiéramos preguntarles, con seguridad unos y otros hallarían justificada su conducta. Los valores que les inculcaron desde pequeños quedaron fuera de escena, y brotó la sangre.
     Tradicionalmente se considera que la educación en planteles particulares es superior a la que se proporciona en los públicos. No necesariamente ocurre así, pero sí hay que decir que en los particulares se enfatiza más el fomento de valores, sobre todo en aquellos sistemas educativos de filiación religiosa, como es el caso de los dos colegios involucrados en este pleito campal, fundados por los legionarios de Cristo. Los pedagogos se cansan de repetir que los valores se adquieren en casa, pero la verdad es que esto no ocurre en la medida que debiera, de manera que tener una escuela que los incluye en sus programas de enseñanza, en teoría genera alumnos más conscientes que los provenientes de planteles que no los enfatizan. Valores que buscan formar ciudadanos orientados hacia el bienestar colectivo mediante el ejercicio de la bondad y la empatía, la generosidad y la prudencia, la voluntad y el autodominio.
     ¿Qué falló entonces?... ¿O acaso los valores son de uso discrecional?...
     La diferencia entre Moral y Ética –ya lo hemos comentado en otro momento—recae en el motivo para actuar bien. En el caso de la Moral procuro actuar bien movido por elementos externos que me indican que si no lo hago, recibiré un castigo divino. Para la Ética actuar correctamente es el resultado de una convicción íntima y personal, no negociable.
     Cuando somos jóvenes, el sentido de pertenencia es una necesidad urgente de satisfacer a cualquier precio. El aislamiento amenaza de muchos modos, de manera que pertenecer a un clan y ser leal a este queda por encima de cualquier otra cosa. Por ello se actúa como la tribu marca, hay que mantenerse dentro de ella para satisfacer el sentido de pertenencia. En este caso particular un elemento que hizo lo suyo para agravar el problema fue el alcohol, en estado etílico el lóbulo frontal deja de cumplir su función de inhibición social, y la persona actúa de un modo que no haría sin estar intoxicado. Los ánimos se exaltan, la percepción se distorsiona y los apasionamientos se disparan, de modo que acudir en apoyo del amigo peleador es obligado. Además, hay que decirlo, nuestros jóvenes “millennials” han crecido en un sistema que no fomenta el autocontrol, están acostumbrados a que las cosas sucedan de forma inmediata, y de no ocurrir así sobrevienen frustración y enojo. Todo ello conformó el caldo de cultivo en el cual se cocinó la contienda.
     Los padres y las autoridades escolares han decidido imponer una sanción interna, al margen de la autoridad formal. Por el propio bien de estos jóvenes esperemos que lo ocurrido sea el punto de quiebre para un acercamiento y una revisión, tanto por parte de los padres, como de las autoridades escolares. Valorar si están siendo congruentes en sus exigencias hacia los jóvenes, en un mundo infectado de actos de doble moral. Nuestro mundo necesita seres humanos íntegros, empáticos con las necesidades de todos, capaces de generar proyectos incluyentes nacidos de una visión global. No funcionan las actitudes mezquinas de quienes a toda costa buscan poder y posición para provecho propio. Necesitamos ciudadanos que actúen desde sus más elevados ideales y no desde sus miedos. Ciudadanos generosos y empáticos por el interés superior de la humanidad, no nada más para beneficio propio o de su clan.

CUADROS URBANOS por María del Carmen Maqueo Garza

EL VIEJO DE LAS FRITURAS
Debajo de aquel desgastado sombrero, único resguardo en el calcinador mediodía, se halla un viejo de piel requemada.  Con mirarlo puedo adivinar que ha caminado a lo largo de toda su vida, ahora con esos zapatos de color indefinido que parecieran haber aprendido a no dejar caer todo el peso en sus suelas, y así evitar el contacto con el asfalto que hace funciones de comal.
     Su carrito blanco transporta en el interior una hielera de paredes de aluminio  con paletas heladas.  Las compra en “La Siberia” por $150 pesos a granel para ir revendiendo a cuentagotas, cuando los rigores del verano obligan a niños y mayores a buscar con qué hidratarse. Sobre la superficie del cubo ha acomodado en varias hileras un sinfín de bolsas de frituras anaranjadas que se bambolean con cada rodada del armatoste.
     Lo paran en una esquina, son dos hombres mayores –como él—que seguramente quieren distraer el hambre de media mañana.  El viejo de las frituras echa mano de su trapito para limpiarse las manos antes de desenganchar las bolsas para los clientes. En el momento cuando las entrega a uno y otro comprador, observo cómo a sus rostros curtidos por la edad asoma ese niño que sabe emocionarse con las cosas simples.  Piden la botella de chile –de lenguas infernales—que agitan una y otra vez sobre  aquellas frituras de harina infladas al contacto con el aceite hirviendo. Luego buscan una sombra para comenzar a saborearlas, ríen con desenfado como niños pequeños mientras sus labios y sus dedos comienzan a pintarse de un anaranjado intenso que les habrá de durar toda la mañana.

     La vida en su faceta más sencilla, entrañable y hermosa.

Los Cuentos de Cri Cri

Técnicamente tiene algunas fallas, pero posee un valor histórico increíble; tengan paciencia y no se arrepentirán.  Vean por favor quiénes son los actores de esta pequeña pieza sobre Cri Cri.  Una bella muestra de cómo para  los niños de entonces el recurso más importante y mágico era la propia imaginación.

Fragmento de Mario Benedetti



De eso se trata, de coincidir con gente que te haga ver cosas que tú no ves, que te enseñe a mirar con otros ojos.

Entonces, encontramos a alguien con quien desprendemos, con quien soltamos, con quien nos hacemos pedazos y eso nos asusta.

Y encontramos a alguien a quien queremos de mil maneras y aprendemos de sus heridas, y acariciamos su pasado como si fuese nuestro. Al fin, nos perdemos en unas manos, y los pies no se cansan de echar raíces. Y cantamos sin parar la misma canción, y vivimos el hoy, sin miedo al mañana. Y sabemos que vendrán tormentas, y sabemos que nos visitará la incertidumbre, pero aprendemos a que el amor es así, como la vida misma; con altos y bajos, para que no se nos olvide de donde venimos y hacia donde vamos.

Entonces, te das cuenta de que de eso se trata el amor, de lecciones, de libertad, de aprender y enseñar. De eso se trata, de coincidir con gente que te haga ver cosas que tú no ves, que te enseñe a mirar con otros ojos.

La Tregua: Mario Benedetti

Educación con valores por Carlos Kasuga

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Si de verdad el hombre anhelara la paz, creo que no sería tan difícil encontrarla. Pero ¿cómo hallar la paz en el mundo, sin iniciar con la búsqueda de nuestra paz interior? No es concebible algo así. Tal parece que nos hemos acostumbrado a violentarnos y a exigir con violencia la justicia, la misma paz.

No tenemos forma de reclamar nuestros derechos, si no es a base de insultos, de actos vandálicos incluso. Dentro de los propios hogares, en las familias, los métodos pacíficos para encontrar la armonía no son tan cotidianos como debieran. La difusión de series violentas, de juegos "infantiles" donde se mata y resulta divertido hacerlo, contribuyen en la percepción distorsionada de lo que son las relaciones humanas, nos hace parecer apetecible la agresión. Doloroso resulta ver que matar es divertido o convertir en héroes y famosos a narcotraficantes, en hacer fortunas con historias que ya de por sí vivimos y nos cuestan tantas muertes y tanta descomposición social.

Hay mucha más gente lucrando con la guerra, que dedicada a buscar cómo lograr la paz. Convivimos con esta ola de violencia, le hemos abierto las puertas de par en par, la hacemos tan cotidiana que ya poco nos asombra.
¿Será que los valores trastocados son ya un trastorno adquirido por generaciones que ahora los llevamos en los genes y los heredamos a las nuevas generaciones? ¿Será, que como en muchos otros aspectos, nos hemos convertido en imitadores de patrones de conducta irreflexivos que repetimos como autómatas, sin mayor análisis, y nos dejamos llevar por la corriente sin ver que nos está aventando a una isla de desolación y de autodestrucción? ¿Será que hablar de paz, de espiritualidad, de fe, ha pasado de moda? ¿O será que con la paz no es posible lucrar?
El ejemplo arrastra, seamos ejemplares dignos de imitar


Serenata de Schubert imágenes naturaleza