domingo, 6 de septiembre de 2020

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


CERRAR  CICLOS
Me siento frente al monitor.  Tengo tres horas para terminar la colaboración semanal y estoy en blanco.  Pocas veces me sucede, pero –a diferencia de las anteriores—la condición actual se debe a un sentir personal, un apabullamiento que no me permite acabar de procesar lo que llega a través de mis sentidos.  En poco más de una semana han partido tres médicos y una enfermera a quienes conocí muy bien; todos ellos a causa de COVID-19 por razón de su trabajo.  Encuentro hasta absurdo que la vida cobre tan caro el cumplimiento del deber, el apego a la profesión, la consecución de los sueños propios.   Han fallecido otros médicos en distintas localidades; igual lo han hecho  familiares  de algunos amigos, ajenos a la medicina.  Todo esto sucede a unos pasos de la llegada del otoño.  Esto último me da de donde tomarme para no caer abatida por la desazón.  Al mismo tiempo que lo anterior una colega pediatra, colaboradora de mi blog desde hace varios años, anuncia su retiro de la vida profesional.  Lo hace en plenitud de facultades, como una decisión personal; satisfecha de haber cumplido con sus pacientes y dispuesta a plantearse nuevos desafíos.  Ya con esto último acabé de sentir que entendía una gran verdad que a ratos olvidamos: Todo en esta vida tiene una razón de ser; tiene un tiempo, tanto de inicio como de terminación.  A nosotros –humanos--  toca avanzar al ritmo que la naturaleza marca, aprovechar el tiempo que se nos presta, y convertir en algo útil y trascendente ese pedazo de vida que el cielo nos ha concesionado.

Desde que comenzó la contingencia  he tenido oportunidad de profundizar en temas  de creación literaria. Con relación a la novela he aprendido que, para favorecer el desarrollo de ésta, de entrada debo plantearme un final.  No importa si conforme avanza  la obra cambia el rumbo de la historia y el final es distinto al que me  había planteado.  Para emprender el viaje de la escritura, tenemos que saber hacia donde vamos, de otra forma no avanzaremos.  Hoy quiero aplicar tan sabia idea para el asunto de vivir la vida: cuando nacemos nadie puede conocer si viviremos más allá de unas horas, unos días o muchos decenios.  En un principio no está en nosotros plantearnos un final para la historia de nuestra vida.  Ello depende de nuestros padres, de la voluntad que pongan en orientar nuestra pequeña nave en algún sentido particular. A través del conocimiento, la formación en valores y el desarrollo de la autoestima, nuestros mayores comienzan a escribir esa historia que, después de algunos años, tocará a cada uno de nosotros seguir escribiendo.  El tiempo corre y no para; no sabemos cuánto más continuará  para cada uno de nosotros. Mantengamos en mente escribir la vida, no dejar de hacerlo, siempre revisando nuestro compás de navegación, para conocer la ruta que llevamos.

A todos los que hasta hoy estamos con vida, nos toca presenciar una situación compleja, misma que nos desnuda de manera abrupta, y  evidencia nuestra vulnerabilidad frente al mundo.   A ratos  caemos en el pasmo, otras veces nos invade la ansiedad o el desánimo.  Es entonces cuando nos corresponde hacer un alto, respirar hondo, mirar al cielo, sacar nuestra brújula y verificar la ruta.  

No hay manera de bajarnos de un  tren  cuando se halla en movimiento. Hemos de aprender entonces, la mansedumbre de la naturaleza; entender el compás con el que avanza cada uno de sus elementos, digamos, las estaciones del año:  Mi favorita es el otoño: el calor mengua, el paisaje se pinta de distintos tonos de ocre, los árboles pierden su follaje… Lo que nunca dejará de asombrarme es la caída de las hojas.  Cada  una  de ellas acoge lo que le toca hacer, lo acepta, se desprende y cae girando. Se despide dando pequeñas vueltas, en una danza que rinde tributo a su origen desde la belleza de su final, antes de llegar al suelo y confundirse con el resto de las hojas, en una alfombra ligera y crujiente sobre la que nuestros pasos, al igual que ellas, están invitados a  hacer divertidos giros que nos alegren.

Cerrar ciclos: Terminar la tarea que nos corresponde cumplir.  No sabemos en qué momento vayamos a tocar puerto.  Como quien escribe una novela, desde el inicio nos planteamos un posible final hacia el cual orientamos nuestra ruta.  Vendrán tormentas que podrán desviar la nave, o tal vez hallemos corrientes marinas sobre las cuales la navegación sea más fluida.  Tal vez dejemos las previsiones iniciales y lleguemos antes a puerto, como lo han hecho los caídos en esta pandemia.  Hoy podemos descubrir que sólo atienden el compás que la vida marca.  Porque así estaba señalado desde un principio por una fuerza superior a la humana. Parten como hojas de otoño. Me anima asumirlo así.  

¡Feliz nuevo viaje, amigos!

POESÍA desde el encierro por María del Carmen Maqueo Garza

Camino, mas no avanzo.  El tiempo se desborda lentamente
desde un caudal de caminos truncos,
Proyectos de vida cercenados.
Barre un viento letal los sueños de los jóvenes.
Van quedando sobre el polvo carcazas
     de destinos
como toda  huella. La noche se puebla de espectros.
Cada vez hay más por el camino
Son espectros amables que sonríen a su paso.  Les conocemos.
Hablamos con ellos hace una o dos semanas
     Y ahora ya no están.
La vida es una purga amarga
que  expulsa vigorosa los demonios del ego.
     Libera el alma
Inyecta un sueño cargado de esperanza.
Hoy mora en mi pecho un ansia prisionera.
Revolotea en su encierro, al fin ave herida,
lo hace una y otra vez, así termine con las alas destrozadas.

Emite un canto de dolor constante,
para anunciar que no está muerta
     todavía.


Proyecto musical con ballenas

Testimonio de Andrés Tadeo Garza Tijerina (1962-2020)

Profundo mensaje que escribe un padre para sus hijas, desde la cama de Terapia Intensiva, poco antes de fallecer por COVID-19.  
Cuando lo compartió Martha Elena, hermana del autor, le hice saber que me impactó la generosidad de Andrés. 
Al momento cuando  nos abate la enfermedad, y más si es grave, solemos concentrarnos en la propia persona, como parte del instinto de supervivencia. Él, por el contrario,  se arranca ese humano dolor para pensar en su familia, para obsequiarles generoso, estas recomendaciones antes de partir. DEP



Un abrazo y todo mi agradecimiento a su familia, por permitirme compartir tan valioso testimonio.

Charla de Mario Alonso Puig acerca de la conectividad

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Hoy es un día significativo en mi vida, un parteaguas en mi historia. En estos meses de confinamiento, por razones involuntarias me retiré de mi actividad profesional. La pandemia vino a adelantar una decisión que tendría que tomar tarde o temprano.
Hoy les informo con nostalgia, sin dolor, que me retiro de mi vida profesional. Ser pediatra para mi ha sido después de mi familia, lo que más he amado, y lo he profesado con amor, con pasión, con compromiso, con una entrega que nunca significó sacrificio, porque me daba más a mi que todo esfuerzo que yo haya podido poner en ella.
Hoy dejo mi consultorio, pero solo materialmente, porque sé que me acompañarán por siempre todas las vivencias que ahí y en los hospitales he vivido. Las risas, los llantos, las travesuras de mis niños, las canciones con que a veces se deleitaban y otras se enfadaban y me hacían callar. La confianza que depositaban en mí ellos y sus padres, sus caras de desconsuelo ante le hijo enfermo, y la maravillosa sensación de poderlas transformar a través del conocimiento médico y a veces tan solo con unas palabras de aliento y la siembra de una esperanza.
Aciertos y desaciertos ha habido, pero siempre puesto el corazón en hacer lo mejor, con ética, con amor, con delimitación de mis capacidades y la búsqueda del auxilio del experto colega que nunca me faltó.
Hoy se cierra para mi un ciclo de vida profesional, y me retiro más con agradecimiento y satisfacción, que con tristeza, que si bien no niego, no ensombrece la gran dicha que me causa el haber dedicado gran parte de mi vida a ser pediatra.
Gracias a toda la gente que alguna vez pasó por mi consultorio, a mis niños, muchos de ellos ahora adultos, a los que vi llegar a este mundo y tuve la dicha de ser la primera mujer que los tuvo en sus brazos. No hay palabras para describir todo lo que he recibido en Obregón de su gente, no hay un gracias que abarque todo lo que llevo en mi alma y en mis recuerdos.
Siempre renegué por mi nombre, era largo y complicado, Dra Eréndira Guadalupe Ramírez López, pero aquí me encantó terminar siendo "La Ere", hasta mis irreverentes pacientitos me llamaban así, me encantaba oír que dijeran, "llévame con la Ere".
Dejo mi consultorio, me llevo un cofre maravillosos de joyas sentimentales, que me acompañarán hasta donde la vida y la memoria me lo permitan.
LOS QUIERO MUCHO.
" LA ERE"

Hauser y Lana Trotovsek interpretan Passacaglia