domingo, 20 de enero de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

                CONGRUENCIA
Alfonso Cuarón menciona que su cinta “Roma” fue en buena parte inspirada por su nana Libo.
Ello me llevó a evocar a la mía -- Mila--, personaje que ha aparecido en varios de mis textos.
Salvo escasos ex-abruptos, fue una mujer muy feliz que a su vez me enseñó a serlo. De ella
aprendí a hallar la vida divertida, digna de una sonora carcajada. Entre cantos y risas la mujer en
sus cincuentas fue muchas veces la cómplice de mis travesuras de niña, De sus labios aprendí
canciones de época que a la fecha --a 25 años de su muerte-- las escucho y me traen de
inmediato su rostro moreno con una gran sonrisa, bajo la corona de rizos negros de “la
permanente”, como ella llamaba al tratamiento para enchinarse el cabello.
     En la casa paterna no estaba prohibido entrar al cuarto de Mila, pero tampoco era aplaudido
por mis padres. De alguna manera --sin embargo-- me daba mis mañas, como hija única que fui
por 10 años, para colarme en su habitación que tenía un catre metálico, un pequeño peinador con
espejo, adornado con las infaltables fotografías de Pedro Infante y de Jorge Negrete; una silla, y
sobre un improvisado taburete un montón de historietas --prohibidas en ese entonces para mí--,
entre las que tengo muy presente “Lágrimas y risas”. Con la mente regreso a aquel espacio que
olía a jabón Tepeyac color rosa y a cigarros Faros. Una mezcla poco ortodoxa para recordar un
ser querido, pero que para mí significa una parte entrañable de mi infancia. “Lágrimas y risas”
hablaba de aquellos amores imposibles, vedados, que solo la magia de Yolanda Vargas Dulché
cristalizaba.
     Viene lo anterior para hablar del sustrato emocional que hay detrás de actitudes que
consideramos tan comunes, que hasta pasan desapercibidas. Llegamos a una oficina pública o a
un comercio y anticipamos que seremos atendidos con cajas destempladas, de manera que el día
que sucede lo contrario y nos reciben de manera amable y atenta, hasta nos sorprendemos.
Habría que preguntarnos por qué o con quién está enojada aquella persona que nos atiende de
malos modos, y por qué actúa como si se dignara hacernos un favor personal. ¿Es contra
nosotros en particular ese disgusto? ¿O son personas enojadas con la vida, contra todos, y
finalmente hacia ellas mismas?...
     Ahora que se proponen modificaciones a la educación, algún experto mencionó la materia de
“Inteligencia Emocional”, propuesta que en lo personal aplaudo. Hay que sentar bases
emocionales que le permitan al ser humano convertirse en campo fértil para acoger, ver florecer
y hacer fructificar aquellos conocimientos que se le impartan. Ahora bien, la Inteligencia
Emocional no es una materia que venga escrita en un libro y que con seguir la guía de estudio
logre cumplirse. Se requiere de personas con formación personal en lo que corresponde al área
afectiva, capaces de desarrollar unas adecuadas actitudes para percibir, asimilar y poner a
trabajar aquello que finalmente habrá de transmitirse a los alumnos.
     Vino a mi mente ese título de la revista “Lágrimas y risas” por lo siguiente: Finalmente, todo
aquello que manifestamos en nuestras relaciones interpersonales, viene de nuestra forma de
percibir al mundo. No podemos desconectar el área cognoscitiva del área afectiva. Por más que
en ocasiones queramos hacerle “al valiente” y pretendamos mostrar al mundo una faceta
endurecida de nosotros mismos, que nada tuviera que ver con la forma como en realidad nos
sentimos, y nuestras expectativas personales frente a otros, esto es, como esperamos ser tratados
por los demás.
     Esa delincuencia que se ha venido dando a tantos niveles, desde el raterillo de barrio hasta los
grandes magnates de cuello blanco en paraísos fiscales, tienden a compartir una característica en
común: Todos ellos van tras lo material buscando con ello sentirse satisfechos dentro de su
propia piel. Y aquello se convierte en un círculo vicioso, puesto que lo material no es el
satisfactor que podrá lograrlo. Y así continúan, o escalan, o se especializan, siempre con la vista
puesta en el dinero, y nuestro país --de esta forma-- se ha venido sumiendo más y más en la
corrupción y la violación de los derechos humanos. Es tal su avidez, que encuentran justificado
cualquier medio.
     Para conseguir el cambio que México requiere no basta con instruir al intelecto mediante
conocimientos. Habrá que comenzar a cambiar actitudes, expectativas, modos de interacción. Y
para hacerlo viene entonces lo más difícil de la fórmula, se requiere hacerlo con el ejemplo. No
solo el maestro en el aula o el político en su templete, sino todos los ciudadanos. Y para
enumerarlos debo de empezar por mi propia persona.
     Congruencia es el nombre del cambio. ¿Comenzamos...? 

POESÍA para no morir por María del Carmen Maqueo Garza


Tlalhuelilpan
Como un montón de chiquillos alegres, se les mira correr hacia la fuente generosa.
Hombres, mujeres y niños vestidos de colores, brincan como chapulines. Por  momentos se pierden entre el verdor de las parcelas  recién brotadas.
Cada uno lleva en el fondo de su bote o de  su tina su propio espejismo.  Parecen convencidos de  que así ganarán dinero.
          Maldita  pobreza.
Los profesionales ya han llenado unos grandes  bidones cúbicos. Pronto se retiran en sus vehículos motorizados.
Quienes llegan  a pie  se acercan a la fuente, ríen, se empujan uno a otro.  Como niños escolares en recreo.
Comparten  por celular la buena nueva a familiares y  a vecinos.
          Maldita ignorancia.
La ilusión del mexicano, del soñador al que cantaba  Chava Flores, hoy  tiene rostro y voz.  Mora en el pecho de cada  campesino, que celebra  su  San Juan en enero.
Grandes y chicos disfrutan gozosos de la travesura.
El grupo provee cohesión  a cada uno de sus integrantes.  Disipa la zozobra, diluye cualquier asomo de remordimiento.
          Maldita imprudencia.

El dios Huachicol es poderoso. Con su  cohorte de  demonios que cobran la factura.  La cobran solamente a los más desposeídos.
Una chispa.  
          Nace el infierno. 
                    La fiesta ha terminado para siempre.

Parodia del Lago de los Cisnes

Grupo inglés "Funny Girls" en una gala real en Londres En el 0;46 inicia la danza. Lo anterior es la introducción al grupo y a la obra.

Cuento de León Tolstoi

EL PODER DE LA INFANCIA
–¡Que lo maten! ¡Que lo fusilen! ¡Que fusilen inmediatamente a ese canalla…! ¡Que lo maten! ¡Que corten el cuello a ese criminal! ¡Que lo maten, que lo maten…! –gritaba una multitud de hombres y mujeres, que conducía, maniatado, a un hombre alto y erguido. Éste avanzaba con paso firme y con la cabeza alta. Su hermoso rostro viril expresaba desprecio e ira hacia la gente que lo rodeaba.

Era uno de los que, durante la guerra civil, luchaban del lado de las autoridades. Acababan de prenderlo y lo iban a ejecutar.

“¡Qué le hemos de hacer! El poder no ha de estar siempre en nuestras manos. Ahora lo tienen ellos. Si ha llegado la hora de morir, moriremos. Por lo visto, tiene que ser así”, pensaba el hombre; y, encogiéndose de hombros, sonreía, fríamente, en respuesta a los gritos de la multitud.

–Es un guardia. Esta misma mañana ha tirado contra nosotros –exclamó alguien.

Pero la muchedumbre no se detenía. Al llegar a una calle en que estaban aún los cadáveres de los que el ejército había matado la víspera, la gente fue invadida por una furia salvaje.

–¿Qué esperamos? Hay que matar a ese infame aquí mismo. ¿Para qué llevarlo más lejos?

El cautivo se limitó a fruncir el ceño y a levantar aún más la cabeza. Parecía odiar a la muchedumbre más de lo que ésta lo odiaba a él.

–¡Hay que matarlos a todos! ¡A los espías, a los reyes, a los sacerdotes y a esos canallas! Hay que acabar con ellos, en seguida, en seguida… –gritaban las mujeres.

Pero los cabecillas decidieron llevar al reo a la plaza.

Ya estaban cerca, cuando de pronto, en un momento de calma, se oyó una vocecita infantil, entre las últimas filas de la multitud.

–¡Papá! ¡Papá! –gritaba un chiquillo de seis años, llorando a lágrima viva, mientras se abría paso, para llegar hasta el cautivo–. Papá ¿qué te hacen? ¡Espera, espera! Llévame contigo, llévame…

Los clamores de la multitud se apaciguaron por el lado en que venía el chiquillo. Todos se apartaron de él, como ante una fuerza, dejándolo acercarse a su padre.

–¡Qué simpático es! –comentó una mujer.

–¿A quién buscas? –preguntó otra, inclinándose hacia el chiquillo.

–¡Papá! ¡Déjenme que vaya con papá! –lloriqueó el pequeño.

–¿Cuántos años tienes, niño?

–¿Qué van a hacer con papá?

–Vuelve a tu casa, niño, vuelve con tu madre –dijo un hombre.

El reo oía ya la voz del niño, así como las respuestas de la gente. Su cara se tornó aún más taciturna.

–¡No tiene madre! –exclamó, al oír las palabras del hombre.

El niño se fue abriendo paso hasta que logró llegar junto a su padre; y se abrazó a él.

La gente seguía gritando lo mismo que antes: “¡Que lo maten! ¡Que lo ahorquen! ¡Que fusilen a ese canalla!”

–¿Por qué has salido de casa? –preguntó el padre.

–¿Dónde te llevan?

–¿Sabes lo que vas a hacer?

–¿Qué?

–¿Sabes quién es Catalina?

–¿La vecina? ¡Claro!

–Bueno, pues…, ve a su casa y quédate ahí… hasta que yo… hasta que yo vuelva.

–¡No; no iré sin ti! –exclamó el niño, echándose a llorar.

–¿Por qué?

–Te van a matar.

–No. ¡Nada de eso! No me van a hacer nada malo.

Despidiéndose del niño, el reo se acercó al hombre que dirigía a la multitud.

–Escuche; máteme como quiera y donde le plazca; pero no lo haga delante de él –exclamó, indicando al niño–. Desáteme por un momento y cójame del brazo para que pueda decirle que estamos paseando, que es usted mi amigo. Así se marchará. Después…, después podrá matarme como se le antoje.

El cabecilla accedió. Entonces, el reo cogió al niño en brazos y le dijo:

–Sé bueno y ve a casa de Catalina.

–¿Y qué vas a hacer tú?

–Ya ves, estoy paseando con este amigo; vamos a dar una vuelta; luego iré a casa. Anda, vete, sé bueno.

El chiquillo se quedó mirando fijamente a su padre, inclinó la cabeza a un lado, luego al otro, y reflexionó.

–Vete; ahora mismo iré yo también.

–¿De veras?

El pequeño obedeció. Una mujer lo sacó fuera de la multitud.

–Ahora estoy dispuesto; puede matarme –exclamó el reo, en cuanto el niño hubo desaparecido.

Pero, en aquel momento, sucedió algo incomprensible e inesperado. Un mismo sentimiento invadió a todos los que momentos antes se mostraron crueles, despiadados y llenos de odio.

–¿Saben lo que les digo? Deberían soltarlo –propuso una mujer.

–Es verdad. Es verdad –asintió alguien.

–¡Suéltenlo! ¡Suéltenlo! –rugió la multitud.

Entonces, el hombre orgulloso y despiadado que aborreciera a la muchedumbre hacía un instante, se echó a llorar; y, cubriéndose el rostro con las manos, pasó entre la gente, sin que nadie lo detuviera.

Tomado del blog https://narrativabreve.com/corrector-de-estilo

Somos polvo de estrellas por Carl Sagan

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Cuando uno ha recibido amor siempre, se vuelve sensible a él, lo reconoce, lo percibe fácilmente sin que sea necesario que  se le exprese verbalmente. Hay una quimiotaxis que nos lleva a él. Se convierte en una necesidad de sentirlo, de expresarlo, de compartirlo; es fuerza que impulsa a vivir, que nos da la mejor perspectiva de este mundo. 
      Pareciera imposible que alguien no reconociera las bondades del amor, pero hay personas que no han sido tan afortunadas, que han sufrido la indiferencia, el rechazo. Tal vez han sido maltratadas, mantenido relaciones tóxicas que les han transformado en gente insegura, que no cree en que se les pueda amar sinceramente.  Personas que han perdido la confianza en los demás y en si mismos, y cuando se les presenta la oportunidad de tener un amor verdadero, no son capaces de reconocerlo, ni mantenerlo. Al corresponderlo lo hacen a medias, si lo hacen. El miedo a ser defraudados les impide mantener una relación satisfactoria en cualquier ámbito.
     Ni siquiera logran identificar que el mal radica en ellos, haciendo a los demás responsables de su incapacidad de amar.
     Incomprendidos, o a veces comprendidos pero no tolerados, estos individuos requieren de personas que los amen intensamente, tolerantes, comprensivas, dispuestas a incidir en un corazón, como la gota de agua que horada la roca, hasta lograr entrar en ella. 
     En esta vida, hay gente de una y otra naturaleza, lo mejor de todo es que un día se encuentren, y que el amor sea bálsamo que cura, balsa segura que impida naufragios, oasis en un desierto emocional. 
     Reconocer el amor, vivir en el amor, es dejarse guiar por el más humano de los sentimientos y encontrar en esta vida la esencia que nutre el alma, que enaltece el espíritu.

Banda femenina Hillel de Samaria