domingo, 20 de enero de 2019

POESÍA para no morir por María del Carmen Maqueo Garza


Tlalhuelilpan
Como un montón de chiquillos alegres, se les mira correr hacia la fuente generosa.
Hombres, mujeres y niños vestidos de colores, brincan como chapulines. Por  momentos se pierden entre el verdor de las parcelas  recién brotadas.
Cada uno lleva en el fondo de su bote o de  su tina su propio espejismo.  Parecen convencidos de  que así ganarán dinero.
          Maldita  pobreza.
Los profesionales ya han llenado unos grandes  bidones cúbicos. Pronto se retiran en sus vehículos motorizados.
Quienes llegan  a pie  se acercan a la fuente, ríen, se empujan uno a otro.  Como niños escolares en recreo.
Comparten  por celular la buena nueva a familiares y  a vecinos.
          Maldita ignorancia.
La ilusión del mexicano, del soñador al que cantaba  Chava Flores, hoy  tiene rostro y voz.  Mora en el pecho de cada  campesino, que celebra  su  San Juan en enero.
Grandes y chicos disfrutan gozosos de la travesura.
El grupo provee cohesión  a cada uno de sus integrantes.  Disipa la zozobra, diluye cualquier asomo de remordimiento.
          Maldita imprudencia.

El dios Huachicol es poderoso. Con su  cohorte de  demonios que cobran la factura.  La cobran solamente a los más desposeídos.
Una chispa.  
          Nace el infierno. 
                    La fiesta ha terminado para siempre.

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