domingo, 19 de noviembre de 2017

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

ANTES DE IZAR LOS IDEALES
Hoy  he venido recordando a Don José Muñoz Cota, orador, escritor y diplomático chihuahuense, con quien tuve la fortuna de coincidir en el medio periodístico lagunero allá por 1975, cuando yo escribía mis primeras colaboraciones  y él ya era toda una institución.  Recuerdo uno de sus libros del cual generosamente me  obsequió una copia autografiada: “El hombre es su palabra”.
     Cada quien ve el mundo desde aquello que le apasiona.  En mi caso es desde  la palabra a la cual hallo atributos extraordinarios.  A ratos me parece una palanca capaz de mover al mundo, tal y como Arquímedes lo asentara hace más de dos mil años.   Mucho de lo que hoy ocurre hace suponer que es precisamente por causa de la palabra, o para ser específicos, a falta de la palabra, y ahí les va:
     Una necesidad fundamental del ser humano es la de expresarse frente a los demás.  Es algo que ocurre desde principios de la historia, lo bueno o lo malo busca ser expresado de muy distintas maneras, ya sea para participar una alegría o para desahogar una contrariedad.   Desde las pinturas rupestres europeas, hasta los GIFS y los emojis actuales, el ser humano busca expresar aquello que piensa o que siente.  Sin embargo la cosa no es tan sencilla como supondríamos, y esa falta de expresión de lo propio bien puede ser el germen de interacciones sociales poco afortunadas.
     De niños aprendimos a hablar, el lenguaje se  va ajustando progresivamente a reglas y convenciones sociales, esto es, puedo decir algo “siempre y cuando…”, o “en la medida que…”,  expresarlo frente a determinadas personas, y no hacerlo frente a otras.  Desde ese momento lo que llevamos dentro va quedando determinado por elementos externos, y entendemos que así debe de ser, para una sana convivencia.  Los soliloquios propios del niño pequeño van quedando atrás, al grado de que el escolar halla indeseable o aburrido estar solo, no sabe disfrutar estar consigo mismo, con lo cual se pierde de mucho en la vida. Su autoestima se queda muy corta, y necesita de los demás para sentirse bien.   Entra al sistema educativo escolarizado y aprende muchas cosas, pero no se le educa para desarrollar su inteligencia emocional.  Como por intuición va practicando expresar lo que piensa y lo que siente, y así continúa hasta la edad adulta.
     Unos años después estamos frente a un individuo que no habla consigo mismo, y menos sabe decir a otros  lo que siente, tiene pobre autoestima, y por ende no es asertivo, además de que no posee mucho autocontrol.  En estas condiciones va del extremo de guardarse todo, al extremo de explotar por cualquier contrariedad.  La maravillosa utilidad que la palabra podría aportar para él se queda flotando en el limbo, en un mundo en el que nos guardamos de expresar lo que sentimos por miedo a ser malinterpretados, y reservamos las palabras amables, y volcamos las de odio cuando ya estamos como olla de vapor, con las emociones a punto de explotar.
     Y esta misma falta de palabras que no se dicen se vuelve responsable de úlceras duodenales  infartos del miocardio, adicciones y demás.  Aquello que debiera decirse y no se dice, ha de hallar una vía de escape, cualquiera.  Más delante vienen los hechos terribles, los que provoca nuestra ira largamente reprimida cuando sale a chorro y arremete contra lo que esté más próximo, la pareja, el hijo, el jefe o el conductor de enfrente.  Nos volvemos violentos, o más bien explosivos, sin que –visto desde fuera-- parezca existir una causa que pueda explicarlo.
     Uno de los apelativos que tenía Don José Muñoz Cota era el de “relámpago”. Al menos así lo llamó Federico Corral Vallejo, uno de sus biógrafos.  Él fue un relámpago para vivir su vida que fue interesante y variada, pero fundamentalmente un relámpago con el uso de la palabra, habiendo sido el primer campeón nacional de Oratoria, en el concurso convocado por el periódico El Universal en el año 1927, cuando José contaba con 20 años de edad.  Lo contrasto con los relámpagos destructivos hoy en día, que produce la no-utilización de la palabra para expresar nuestros estados internos, que resulta en latigazos de violencia de género, familiar y social.
     Ahora que las autoridades de la SEP se enfocan en la reforma educativa, todos los ciudadanos somos responsables de vigilar que  tenga como objetivo la formación de ciudadanos sanos y libres.  Las competencias de un programa académico no se alcanzan sin una base de sustentación emocional  firme. Uno de los requisitos para lograr este sano equilibrio de las sociedades que viven en paz,  es el desarrollo de la inteligencia emocional, aprender a comunicarnos unos con otros, expresar pensamientos, deseos y emociones, para alcanzar una sana armonía. Como diría Muñoz Cota “hacerlo antes de izar los ideales”.

Poesía por María del Carmen Maqueo Garza

Con motivo de la celebración del Día Mundial del Prematuro, escribí esta poesía como una forma de reconocimiento a su incansable labor  para dos grandes médicos neonatólogos, amigos queridos: Guillermo Gutiérrez Calleros y Moisés Quiles Corona.


NIÑO AZUL
Azul eres,  del color del cielo,
desde tu pequeña gran cuenca
de la vida.  Te arrulla
el suave golpeteo
de caudalosos ríos púrpura
que fluyen mansamente
del corazón materno.
Arropado en su ilusión de madre,
te vuelves cada día
más el proyecto que de ti  ha soñado
ella, la mujer origen.

Algo se ha roto.

Ahora luchas,   mi niño 
como   gran guerrero.
Me conturba  mirarte
cada vez que tu barca
cruza el Aqueronte
de los juicios médicos,
bajo la intensa luz blanca
de Terapia Intensiva.
Nada te abate,  llevas tatuada
en  tu ser
la corona triunfal que se reserva
para los vencedores.

Mi niño azul,
desde tu frágil pequeñez
te observo
prendido a la esperanza,
tu  fe puesta --con total mansedumbre—
en la Ciencia y el sagrado
ministerio de sus sacerdotes.
Tus grandes sueños
se despliegan 
vastos uno a uno. Te descubro
desde el borde de la incubadora
--tu pequeño espacio--
la pasión empeñada en convertirte
un día
en el más venturoso
ciudadano del mundo.

Poesía de Neruda en voz de Feneté

CENTENARIO DE INDIRA GANDHI

Hoy se cumple el  centenario del natalicio de Indira Gandhi, quien fuera Primera Ministra de la India.  De ella rescato esta reflexión así de profunda como vigente:


"Paz no es solo la ausencia de discordia y de violencia.
Paz significa armonía y un clima de comprensión y tolerancia. 
Las condiciones necesarias para que reine un clima así son la libertad y la justicia, tanto social como económica, y la madurez necesaria para evitar el odio y el temor. 
Naturalmente, los gobiernos desempeñan un papel importante para moldear la opinión pública, pero igual responsabilidad tienen los pueblos mismos, lo que ellos sientan y hagan. 
El pensamiento justo y la acción correcta por parte del pueblo no pueden dejar de incidir sobre el gobierno."

Amigos en la nieve

CONFETI DE LETRAS


Nunca será demasiado poco lo que nos quede para construir un hoy.

Todo por servir se acaba, reza el refrán, pero mientras por eso se acabe bien habrá valido la pena, si lo usamos de la mejor manera. Con el material que se nos ponga a la disposición, mucho, poco, de mayor o menor calidad, siempre con la mejor actitud, siempre pensando en optimizar los recursos.

Reciclar, maravillosa oportunidad de darle uso a aquello que habíamos dejado empolvarse, pero que puede convertirse en herramienta de suma utilidad, con tan solo un poco de voluntad.

En las peores catástrofes es quizá, cuando conservar la vida hace reconocer el valor de ésta, así se haya perdido todo, aquel que tenga un alma fortalecida por la fe, alimentada por el amor, podrá ser capaz de recuperarse a si mismo y de proyectar su energía incluso más allá de si mismo, convertirse en inspiración para aquellos que se desmoronan ante el más mínimo embate de la vida.

Siempre hay de que y de quien valernos para poder salir del más profundo abismo, a veces ese algo, ese alguien lo encontramos en nosotros mismos. En nuestro esfuerzo en nuestro deseo de reconstruirnos, en abastecer nuestro almacén emocional quebrantado, nutrimento espiritual que nos permite volver a sentir, a alcanzar la plenitud, que nos acerca a la orilla de tierra firme y más allá de eso, nos invita a ser generosos y compartirlo, deleitarnos así con el exquisito sabor del agradecimiento a esta vida, al amor, a esta oportunidad de regresar a nosotros mismos aún extraviados en el peor de los laberintos del sufrimiento.

Tamboristas de la Marina de Japón