NIÑO AZUL
Azul eres, del color
del cielo,
desde tu pequeña gran cuenca
de la vida. Te arrulla
el suave golpeteo
de caudalosos ríos púrpura
que fluyen mansamente
del corazón materno.
Arropado en su ilusión de madre,
te vuelves cada día
más el proyecto que de ti ha soñado
ella, la mujer origen.
Algo se ha roto.
Ahora luchas, mi niño
como gran guerrero.
Me conturba mirarte
cada vez que tu barca
cruza el Aqueronte
de los juicios médicos,
bajo la intensa luz blanca
de Terapia Intensiva.
Nada te abate, llevas
tatuada
en tu ser
la corona triunfal que se reserva
para los vencedores.
Mi niño azul,
desde tu frágil pequeñez
te observo
prendido a la esperanza,
tu fe puesta --con
total mansedumbre—
en la Ciencia y el sagrado
ministerio de sus sacerdotes.
Tus grandes sueños
se despliegan
vastos uno a uno. Te descubro
desde el borde de la incubadora
--tu pequeño espacio--
la pasión empeñada en convertirte
un día
en el más venturoso
ciudadano del mundo.
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