GREY: LA SOMBRA DEL ÉXITO
Los mexicanos vamos de
asombro en asombro, de manera que la noticia de hoy desplaza nuestra atención respecto
a la noticia de ayer, que así pierde su lugar preponderante en los titulares
del día. La captura de Servando Gómez “La Tuta”, y la renuncia de Murillo Karam
a la PGR, van dejando fuera de la mirilla novedades con mayor antigüedad.
Las 50 sombras de Grey: Sin lugar a duda un exitazo de
taquilla. No conozco los indicadores oficiales, pero baste ver las salas de
cine hasta el tope en la segunda o tercera semana de proyección del filme, para
asegurar que ha sido un éxito comercial.
Claro, una cosa es lo que genere en términos monetarios, y otra muy distinta lo
que la obra escrita o fílmica pueda aportar en cuanto a calidad.
Lo que sí habrá que reconocer como un gran logro es el
aparato mercantil que viene moviendo esta película entre el público, algo que
implica una gran inteligencia para ganchar clientes potenciales. Es una cinta con contenidos sexuales; visto
está que el sexo vende, y más cuando viene a satisfacer pulsiones ocultas del
ser humano, como es el voyeurismo. Esto
es, en lugar de exponerse alguien a ser
descubierto espiando a otros en la intimidad, paga su boleto en taquilla, se
compra sus palomitas, ¡y a darse gusto!
En estos tiempos en los que campea la violencia, consumir
productos que tengan alto contenido de violencia en la cama también venden muy
bien. El espectador asiste en primera
fila a presenciar comportamientos sexuales bizarros y a jugar al psiquiatra,
tratando de hacer un diagnóstico a los personajes en cuestión. Claro, además se dispara el mismo mecanismo
que se activa cuando ocurre un
accidente; corremos a hacer corrillo alrededor de los heridos, movidos por aquello
de “mira-qu-ebien-estoy-yo,-no-como-ellos” aunque no tengamos el más mínimo
conocimiento de primeros auxilios. Frente a Grey nos sentimos la
personificación del tratado de Kama Sutra.
Otra arista más de ese gancho poderoso que actúa como anzuelo
para atrapar clientes: Con relación a los adolescentes transmite todo un código
de adultez que los lleva como moscas a la miel.
Algo así como “porque tú ya eres grande y conoces, te voy a permitir participar
como observador en este ritual”. ¿Qué
gancho más poderoso podría atraer a los jovencitos cargados de hormonas, que se
quieren comer el mundo de un solo mordisco?
Hay muchos otros argumentos satélite, como decir que es una
película para personas “de amplio criterio”.
Y que el protagonista no estaba tan mal, pues en los siguientes libros
de la trilogía se enmienda, ya que se casa y tiene hijos…Algo que el
conocimiento de la psiqué humana nos indica que es totalmente ajeno a la
realidad, y para quienes nos gusta la palabra escrita, sentimos que mete ruido en la trama, pues no corresponde al
patrón de comportamiento esperado para los personajes.
Ya se han descrito en estas cuantas semanas algunos casos de
jóvenes que han querido llevar a la vida real lo aprendido con las “50 sombras”,
algo que no es de extrañar, pues esa sensación de vacío que sufrimos en el
mundo real nos lleva a querer llenarlo con “realidad virtual”, y si una
película nos “autoriza” a emprender determinada
conducta, nos sentimos respaldados para hacerlo.
Recuerdo el escándalo en torno al beso en la boca que le
plantó Madona a Britney Spears. Sin lugar a dudas una imagen que dio la
vuelta al mundo varias veces. Aquello
fue en el 2003, y yo pregunto, a doce
años de distancia, ¿acaso nos resulta escandaloso hoy ver en la televisión besos
entre personas del mismo sexo? Les puedo asegurar que hasta la mitad de tales escenas
pasan desapercibidas; un ejemplo más de cómo los medios generan fenómenos de
tolerancia en los espectadores.
Entonces, no nos extrañe que los chavos quieran sentirse Christian en su
trato con las compañeras sexuales.
Algo más: Hay quien considera, ingenuo, que esta novela de James E.L. James publicada
en el 2011 es la primera novela erótica de la historia. Francisco Delicado en 1528 publicó su obra
“La lozana andaluza”, una novela erótica que sirvió de inspiración a Cervantes
para dar forma a la gran Dulcinea del Toboso.
O tenemos a Jing Ping Mei a principios del siglo diecisiete con su obra “El erudito de las
carcajadas”… Sin mencionar novelas como “Los infortunios de la virtud” del
marqués de Sade a principios del siglo diecinueve, o “El Amante de Lady
Chatterley” de D.H. Lawrence a inicios del veinte, entre otras muchas.
Alguien me puede criticar por hablar de la película sin
haberla visto a lo que yo replicaría, para conocer algo, baste con abrevar de fuentes acreditadas. Además no estoy dispuesta a regalar mis cien pesos a los productores de la cinta. ¡En
absoluto!