domingo, 6 de octubre de 2024

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 INTELIGENCIA vs: INTELIGENCIA

Una colega me relató la experiencia que acababa de tener: Se juntó un grupo de médicos a discutir varios puntos. Al final le pidieron a la IA (Inteligencia Artificial) una minuta de la reunión, y el sistema elaboró una exposición perfecta de los puntos tratados y las conclusiones de dicha reunión, ahorrándoles el trabajo de elaborarla ellos. En lo personal, como melómana que soy, me impresiona la extensión de Google para identificar, a partir de unos cuantos acordes musicales, de qué obra se trata, su autor y qué orquesta la interpreta, además de facilitar el correspondiente video de YouTube, por si queremos acceder a él.

Los anteriores y tantos otros son avances de la tecnología digital que, aunque los estemos conociendo de primera mano, no alcanzamos a abarcar. A ratos atemoriza el hecho de desenvolvernos en un entorno así de tecnificado, que potencialmente nos puede exponer de formas que no quisiéramos ni imaginar.

Un efecto colateral de la tecnología digital, al cual me quiero enfocar en esta columna, es el relativo al trabajo mental que ahora, con una facilitación tan avanzada, dejamos de hacer. Los esfuerzos que antes emprendíamos en la búsqueda de una información comenzaban con ejercicio físico para desplazarnos de nuestro asiento, ya fuera a la biblioteca familiar, a la pública o la escolar, en busca del material que nos podría resolver nuestra duda. Ya frente a los estantes teníamos que saber cómo consultar, lo que implicaba un ejercicio mental nada despreciable. Y una vez que teníamos en las manos el libro adecuado, comenzaba el proceso de recolección de datos que más delante pasábamos de puño y letra a nuestros cuadernos. Todo ese proceso activo nos permitía adquirir conocimientos firmes sobre las materias consultadas. La información se paladeaba y se fijaba de una mejor manera.

Hoy en día es un simple clic en la pantalla del dispositivo móvil que nos va llevando de uno a otro sitio hasta dar con el conocimiento que necesitamos. Tenemos al alcance de nuestros dedos todo un universo cognitivo en el cual podemos navegar por horas. Sin embargo, contrarios a los aprendizajes activos de antes, los digitales actuales suelen ser efímeros. Buscamos algo, lo encontramos, nos informamos, y luego de un corto período de tiempo esos conocimientos habrán huido de nuestra conciencia para siempre. A menos que sepamos reforzarlos mediante técnicas de retención específicas.

Podríamos decir que hoy en día se enfrentan la inteligencia artificial y la humana. La primera es el culmen de toda una secuencia muy compleja de procesos informáticos que han alcanzado este nivel. La segunda es la que, por falta de activación, corre el riesgo de irse perdiendo en sentido proporcionalmente inverso a la ganancia de información digital.

Como sucede con cualquier destreza aprendida, de manera ideal el niño debe primero entrenarse a la antigua, elaborando procesos mentales propios, antes de exponerlo a la tecnología de la información y comunicación. Es un poco lo que hacemos con el jovencito que va a aprender a manejar: si queremos que maneje estándar y automático, hemos de enseñarlo en vehículo estándar. En sentido contrario no funciona.

Siempre he imaginado cuál sería la reacción de un individuo de principios del siglo veinte que llegara al futuro –nuestro tiempo—y viera el modo como la mayoría de la gente mantiene fija la mirada en una pantalla que cabe en la palma de su mano, o tal vez con la cual habla. Ahora me imagino, frente a los avances tecnológicos, qué hubiera pensado Alejandro Magno si viajara a nuestros tiempos y encontrara no una, sino mil bibliotecas al alcance de cualquiera de nosotros, frente a las cuales la gran Biblioteca de Alejandría palidecería.

Resulta, entonces, una paradoja tener tal cantidad de información a nuestro alcance, sin aprovechar ese maravilloso recurso por el que hombres y mujeres de tantas épocas anteriores a la nuestra hubieran enloquecido de felicidad. O, lo que es peor aún, desaprovechar por completo esos recursos para fines de aprendizaje, limitándonos a pasar las horas frente a contenidos anodinos, como si careciéramos de metas superiores por desarrollar.

Diversos escritores futuristas predijeron hace 100 años grandes cambios para nuestros tiempos. Muchos de tales cambios vienen cumpliéndose a la fecha. Ahora estamos a tiempo de evitar que las creaciones robóticas avancen hasta el punto de dominar a la raza humana. Ya vemos cómo la IA comienza a generar desplazamientos laborales, inicialmente de trabajadores manuales, ahora ejecutivos. Estemos prevenidos frente a la posibilidad de que la inteligencia artificial logre imponerse sobre la humana. De seguir aletargados en nuestra molicie, me temo que para allá vamos.

CARTÓN de LUY

 




Natalia Lafourcade - De todas las flores (Video Lyric)

REFLEXIÓN PARA EL DIARIO VIVIR

 


Tomado del muro de Personas Vitaminas.

Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Charla con Marian Rojas Estapé

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


El presente es un tiempo efímero que apenas logramos percibir cuando ya ha pasado. Mantener la mente en el presente es quizás el ejercicio mental que más dificultad tiene, por lo menos para mi.

Me acecha el futuro, en forma constante, casi siempre con temores de lo que podrá suceder, de lo que sé está por suceder, apareciendo en mi mente escenarios por demás preocupantes, que me causan una angustia inútil, porque sé que sufrir por adelantado no abona y porque quizá ni siquiera esos eventos llegue a presentarse. En otros momentos, regreso al pasado, quizá mi retorno a esos tiempos tiene la ventaja de que en la mayoría de los casos es por nostalgia, y la nostalgia siempre va acompañada de tener en la memoria buenos tiempos, por extrañar lugares, personas, sucesos que han tenido un significado valioso, que han dejado huella, que vale la pena conservar. En otras, las menos y a veces sin que me lo proponga, me asaltan recuerdos tristes, o que hubiera querido olvidar, pero que son parte de mi existir y que tuvieron que ocurrir por motivos que luego fui descubriendo y otros que permanecerán ocultos sin que logre saber el porqué, pero así se hace la historia de una vida, con claroscuros, con amargo y dulce, con risas y lágrimas, para darnos la oportunidad de reconocer lo afortunados que somos cuando en nuestro inventario emocional la lista de emociones, como la gratitud, la alegría, la esperanza, la fe y sobre todo el amor ocupan el mayor porcentaje.

Vivo con los tiempos entrelazados, sin aislar el presente, no lo evado, lo disfruto, lo afronto, pero finalmente a esta altura de mi vida, lo que más tengo es pasado, y el futuro siempre incierto lo creo, lo imagino, lo deseo, lo temo, pero definitivamente no pensar en él y vivir tan solo el presente, no me es posible.

Agradecida por lo vivido, por lo que vivo, aceptando vivir lo que la vida y Dios me deparen, manteniendo en mi corazón lo que hasta ahora me ha permitido sentir que mi vida ha sido plena, afortunada he sido en cada lugar a donde la vida me ha llevado, la sensación maravillosa de saberme amada y dar amor.

MILAGRO DE AMOR por la Compañía Aseguradora de Jim Henson

 
No hay subtítulos disponibles, pero en realidad no los necesita.