domingo, 17 de octubre de 2021

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

RECORDANDO A LUCY

Tengo una sensación muy personal que quiero suponer resulta bastante generalizada. Conforme aumenta la edad nos percatamos de mejor manera del valor del tiempo. Hace días, en el afán de ordenar carpetas de archivos en la nube, me topé con dos simpáticas fotografías de mi fiesta de cumpleaños número 8: En la primera aparezco con mi mamá y en la segunda con el grupo de niñas invitadas. Aburrida de traer fleco, esa misma mañana tomé las tijeras del costurero materno y me lo corté. Quedó aquello, como los carrizos en la ribera del Bravo, los restos de fleco de distintos tamaños, alborotados viendo al cielo. La segunda fotografía, de la que quiero hablar, retrató a las primas y amigas que me acompañaron aquella tarde de sábado. De entre ellas destaca muy en particular Lucy Gómez que, desde que puedo recordarla, siempre fue una niña con una actitud muy positiva, y así aparece en la fotografía. Descendiente de inmigrantes españoles, nacida en el seno de una familia muy amplia y trabajadora, que demostraba su amor a la tierra adoptiva sin olvidar nunca sus orígenes. Cada año acompañaba a Lucy, sus hermanos y su mamá Delia a las celebraciones de la Covadonga, donde aprendí de qué es capaz un corazón dividido por un océano, amando por igual ambas identidades. Por cierto, su familia fundó la primera “Soriana”, tienda comercial de venta de telas, en pleno centro de Torreón. Ya más delante la marca se diversificó y se extendió a lo que hoy conocemos como un emporio industrial y comercial.

En mi adolescencia, por boca de mi mamá me enteré de que Lucy tenía leucemia. Yo cursaba el primer año de medicina, así que poco sabía de variedades del padecimiento, pero sí me pareció que, de entrada, el asunto era grave. Después de las primeras valoraciones médicas, Lucy comenzó a recibir tratamientos, en esos tiempos casi experimentales, con plasmaféresis en la ciudad de Houston. A las pocas semanas un grupo de la facultad hicimos un viaje a dicha ciudad texana para un congreso de patología, más como paseo que otra cosa. Junto con una querida amiga de aula nos escapamos a la zona de hospitales, y en menos que canta un gallo, ya estábamos en la habitación de Lucy. Su sorpresa al mirarnos no fue menor. En seguida me preguntó: Sí sabes qué tengo, ¿verdad? Por falso pudor, o prudencia o por no echar de cabeza a mi mamá, respondí que no. Entonces me habló de su diagnóstico y de la función de la máquina en su organismo. Ella estudiaba enfermería y estaba familiarizada con términos y procedimientos. Me relató su padecimiento con tal serenidad, como si estuviera platicando de un paseo por la alameda.

Supe de Lucy en forma intermitente: Revisiones exhaustivas, ciclos de quimioterapia; alguna recurrencia. Advertencia de no embarazarse hasta 5 años después del alta definitiva. Casi lo cumplió: Se casó y pronto estuvo embarazada del primero de sus dos hijos. Continuó sus valoraciones periódicas y durante una de ellas, debido a una anemia severa tuvo que transfundirse; por una complicación del procedimiento ella falleció. Partió del plano físico, dejando un enorme legado de amor por la vida.

Esta vez, cuando miraba la foto, resaltaban sus cabellos cortos y rizados debajo del gorrito de fiesta, y la mirada divertida en esos grandes ojos cafés. Pude recordar muchos momentos que pasé con ella, Loli su hermana, sus papás, la tía Aracely y el resto de su familia. Constaté, una vez más, cómo hay seres humanos que pasan por la vida durante un corto tiempo, cual estrellas fugaces, pero dejan un rastro que jamás se borra. Este período de encierro que nos está tocando vivir, ha sido un espacio para la reflexión, para detenernos un momento a analizar qué estamos dejando a nuestro paso y cómo podrán recordarnos cuando nos hayamos ido. Qué actitud corresponde asumir hacia los demás, frente a los eventos que nos toca vivir, y con nosotros mismos. Cómo nos podemos enfundar esa actitud positiva de Lucy, evitar centrarnos en lo malo que nos sucede y entenderlo como parte de un universo que nos conforma, una parte más con la que hay que vivir, colocando siempre por encima nuestra mejor actitud.

Después del libro “La alegría de vivir” del holandés Phil Bosmans, han salido al menos dos homónimos, el de Yongey Mingyur Rinpoché, conocido como el hombre más feliz del mundo, y en fechas recientes el del empresario Barry Shore, quien da testimonio de su proceso de recuperación a lo largo de 20 años, después de que, de la noche a la mañana, quedara cuadripléjico por un Síndrome de Guillain Barré.

Leer estos libros es una manera de conectarnos con la invitación a vivir al máximo. Leernos en el espejo cada mañana, es un modo contundente de asumir que en nosotros está lo que vamos a dejar a nuestro paso.

FRAGMENTO DE NARRATIVA de María del Carmen Maqueo Garza

 


DUELO POR LA MUERTE DE UN GATO

Lo venía echando de menos desde días atrás. A pesar de que no era de mis simpatías, se convirtió en un elemento infaltable en el patio. Cada vez que yo abría la puerta aparecía, intentaba enrollárseme en las piernas mientras caminaba de entrada o de salida. Alguna vez estuvo a punto de hacerme caer con sus afectación meliflua. Supongo que su intención gatuna era que lo adoptara. Después de un par de dolorosas experiencias con un conejo y un perro, yo estaba decidida a no admitir en mi vida ninguna otra mascota. Maullaba en mi puerta o en el alféizar de la ventana junto a mi oficina, y lo más que lograba era que le colocara un recipiente con agua fresca. Mi vecina sí comenzó a alimentarlo, quizá hasta le haya puesto nombre. Se notaba que, al paso de las semanas, él se fue sintiendo a sus anchas junto a las macetas, en el descanso de la escalera. Con el tiempo terminó aprendiendo que conmigo “no” era eso, la absoluta negativa a sus intentos de conquista. Lo entendió tan bien, que ya nunca volvió a intentar meterse en casa. Marcaba su territorio y no pocas veces orinó mi tapete de bienvenida, supongo que más que por instinto animal, lo hacía por venganza.

Hace unos días escuché un maullido distinto al que emitía por hambre. No le concedí importancia. Hoy me entero que desde ese día enfermó, lo llevaron al veterinario y terminaron por dormirlo. Así de mal lo encontraron mi vecina y su familia. Ya debe de estar libre disfrutando en el cielo felino.

Hoy estoy aquí para reconocer que en vida suya, siempre fui indiferente a su presencia. Hoy que ha muerto, siento pena por él. Tanto que he decidido escribirle unas líneas para que sepa que su paso por esta vida no fue en vano. Que ya lo estamos extrañando. Aun así, dudo honestamente que si la historia volviera a repetirse desde el principio, yo tomaría una postura diferente.

E.Morricone, "El oboe de Gabriel" --- Solista: Nicolò Pellegrino (10 años)

PROSA POÉTICA de Juan Antonio Villarreal Ríos



Mi madre escribía sus secretos en taquigrafía y las hormigas se rascaban la cabeza sin saber qué comentar a la hora del desayuno, mi madre resolvía crucigramas y cantaba puntualmente las mañanitas en todas las fechas marcadas en el almanaque, mi madre se colocaba sobre el pecho prendedores de colores que le alegraban los días para sonreír en todos los puntos cardinales, mi madre sabía de memoria todos los poemas que hay que saber para transitar la vida y llegar en paz al último de los días. Mi madre está en mis uñas y en mis orejas, en la punta de mi nariz y en mis mejillas, y en todas mis heridas y en todas y todas mis repetidas faltas de ortografía .

Nuestro  querido actor, escritor  y amigo, Juan Antonio, con su mamá Estelita, durante la presentación de un monólogo, la noche previa a su fallecimiento. Fotografía obsequiada por Juan Antonio.

Mensaje de un empresario a los jóvenes - Mauricio Fernández Garza

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Los escenarios pueden ser distintos, todo a nuestro alrededor puede haber cambiado, la gente, las calles, nuestro espacio vital ser otro, pero afortunadamente la vida nos sigue sonriendo, nos sigue mostrando un sol que ilumina y da calor. Se dejó atrás un hogar, donde se forjó la vida de toda una familia, un legado fraterno de tantos y tantos afectos que nos cobijaron, una vida profesional tan rica en experiencias, llevada con tanta pasión y entrega en la que siempre hubo reciprocidad y más que eso, se recibió más de lo que pudo darse.

Ahora es otro el entorno y no es provisional, ya no hay regreso, la nostalgia es rutina, el agradecimiento eterno a todo lo que la vida pasada nos dejó. No hay tristeza, no hay añoranza de repetir lo vivido, solo nostalgia, lo que es sinónimo de haber tenido en ese pasado una vida plena, digna de ser recordada y llevada por siempre en el corazón.

Vienen otras experiencias, se retoman caminos andados que a través del tiempo han sido modificados, se retoman afectos, esos no los ha menguado ni el tiempo, ni la distancia. la vida continúa con rutinas distintas vamos siguiendo otros caminos, sin que cambie la esencia de nuestro existir, impregnando cada momento de agradecimiento por tener la capacidad de adaptarnos, de extrañar al mismo tiempo que asimilar y valorar el reencuentro con aquello que fue nuestra tierra natal, nuestro principio de vida y que ahora decidimos fuera el final, si es que el destino no nos cambia la intención.

Regresar, retornar, recordar, extrañar, sentir nostalgia, reencontrar, combinar recuerdos con vivencias nuevas, conocer, reaprender, innovar, fusionar vida añeja con sensaciones nuevas, sentirse extraña en la propia tierra, y fluir en ella hasta volver a sentirla propia.

Decidir ser lo que quiero ser, no solo lo que he sido, florecer en el otoño con otros colores y aromas, que sigan siendo dignas de alegrar y aromatizar la vida de los que compartan conmigo esta nueva aventura, mi esencia prevalece, mi deseo de amar también, sigo avanzando, sigo bailando al ritmo que me marque la vida, porque mi espíritu me dará alas para volar cuando mis pies se nieguen a caminar, (parafraseando a Frida Kahlo).

Entretejer pasado con presente, seguir bordando vivencias que maticen mi existencia. Agradecer con toda el alma cada amanecer, y que haya siempre en mis noches la misma luna que me ha acompañado en toda fase, con la promesa cumplida siempre de darme una luna llena.

VIDEO ANIMADO: El pan - por GULU