ENSEÑAR LA VIDA
Tengo la sensación de que, a últimas fechas, se ha desatado
una mayor violencia en todas sus modalidades y en distintos escenarios, desde
el seno del hogar hasta las relaciones internacionales. En estas semanas destacan el conflicto
israelí-palestino; la crisis en Colombia, y el artero asesinato de un candidato
a alcalde en Cajeme, Sonora, por citar algunos.
Todo ello en un caldo de cultivo de polarización y rispideces, en
período preelectoral en nuestro país. Lo platico con mi terapeuta, ella me
sugiere que así ha sido siempre, pero no nos percatábamos debido a que la comunicación
era lenta. No sé si en el fondo lo hace
como medida terapéutica para calmar mi neurosis, o parte de sus amplios
conocimientos en la materia, puesto que proviene de familia de
historiadores. Le otorgo el beneficio de
la duda, pero decido exorcizar mis demonios semanales escribiendo, una medida
que suele poner las cosas más en orden dentro de mi cabeza.
Las casualidades no existen. Acaba de celebrarse el Día del
Maestro, esa figura que en todos nosotros ha dejado honda huella. De la primaria yo recuerdo con gran cariño a
Hortensia, mi maestra de quinto año. Primero
de mis papás y luego de ella, nació mi amor por la palabra escrita, el que se
ha mantenido vigente, activo y creciente con el tiempo.
En la actualidad, la educación en nuestro país atraviesa por
un momento singular: Pareciera que se busca echar por tierra la institución
educativa para dar entrada a la improvisación y al sesgo ideológico. Se lanzó una convocatoria para ilustrar las portadas
de los libros de texto gratuitos, misma que llamaba a comprometerse a llevar a
cabo el trabajo sin cobrar, en un plazo no mayor de quince días. Surgió el disgusto de los ilustradores
profesionales, lo que dio pie a mucha improvisación. Ahora bien, en sus contenidos se incluye una
clara ideología de género y un llamado a la experimentación erótica temprana,
que en lo particular me inquieta. Considero
que estos últimos son asuntos de formación familiar, en los que el estado no
tiene por qué intervenir.
En estos tiempos la sexualidad se maneja con mucha libertad
en canciones, series y películas, y contenidos en la red. Es de esperarse que el niño tenga preguntas, que
corresponde a sus padres resolver. Ergo:
hay que capacitar a los padres, que estén preparados para responder. Conforme el niño pregunte, los padres irán
resolviendo sus dudas.
Vuelvo a mi planteamiento inicial: ¿Vivimos más violencia
hoy en día, o es la comunicación instantánea de hechos violentos lo que da una
perspectiva distinta a lo que siempre ha
habido? Algo que podríamos demostrar sin dificultad, es que sí se observa una
relajación en la estructura de valores que tenemos como sociedad. Desde los hechos de página roja hasta los
cotidianos que se dan en la fila del súper o en los cruceros viales: Se aprecia
con cuánta facilidad se violan los
derechos de otros, digamos el respeto a la luz roja del semáforo. Pasarse el
alto siempre me ha parecido un ejemplo de lo más ilustrador; da cuenta del
estado de dos esferas humanas: En lo
social refleja una mentalidad en la que prevalece el interés individual muy al
margen del bienestar colectivo. En lo
emocional expresa un antivalor: “mi inteligencia me permite no acatar la
norma, mientras que esos tontos no saben cómo hacerlo”. Por cierto, hay un extraordinario video en
YouTube, del motivador Yokoi Kenji, hijo
de japoneses nacido en Perú, que habla justo de la disciplina vial. Relata una anécdota personal: trotaba por la
ciudad en la noche; llegó a un crucero que le marcaba alto. Vio a ambos lados, no venían vehículos, y decidió
atravesarse. Había un hombre que sí
esperaba su turno para cruzar. Se frenó
en seco cuando se percató de que ese hombre era su propio padre. Tras animarlo a que se cruzara puesto que no
venían carros, el padre señaló que, si la luz está en rojo, hay que esperar,
por disciplina.
Un grave problema de nuestro país es la impunidad. A ratos pareciera que la inocencia o culpabilidad
se determinan conforme a factores ajenos a la aplicación puntual de la justicia,
como lo que es: un derecho humano igual para todos.