domingo, 5 de octubre de 2025

7 CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 REFLEXIÓN CAMINERA

Estoy viviendo una etapa muy singular de mi existencia, forjada por el paso del tiempo y el hecho de seguir aquí, con vida y una salud tal, que me permite cumplir sin dificultad mis propósitos cada día.

Volteo hacia atrás y descubro que han sido muchos los compañeros de camino que han partido. Unos por razón de su edad, otros por enfermedades o accidentes lamentables. Ya no están a mi lado como antes, pero conservo de ellos la esencia, esa que permanece aun cuando alguien no está presente.

Miro a los lados y alcanzo a observar cómo, a estas alturas del partido, todos somos compañeros de viaje con un equipaje similar. Venimos cargando conflictos no resueltos, achaques del cuerpo y quimeras del alma que a ratos amenazan con entorpecer la marcha. Es entonces cuando entiendo que la mejor manera de seguir adelante es hacerlo abrazados unos a otros, hasta construir una fortaleza común, aprendiendo juntos a enfrentar nuestras limitaciones con un poco de sentido de humor y algo más.

Hoy entiendo que lamentar los tiempos que no supe aprovechar no lleva a nada. Decido entonces capitalizar el presente para hacer de este un tiempo único que me rinda dividendos de aprendizaje y dicha.

Nadie nos dijo que la vida fuera solamente miel sobre hojuelas. Aun así, con sus altas y sus bajas, es una oportunidad que se nos da para probarnos de qué estamos hechos. Probarlo, no frente a otros ni por hacer historia. Frente a nosotros mismos nada más.

¡Tenemos tantos maestros por el mundo! Ese niño pequeño cuya risa nos invita a creer que la vida no tiene por qué ser tan seria. Nos enseña el arte de vivir, haciendo de las cosas más sencillas una fiesta para el espíritu. Creando música a partir del viento, de una caída de agua o el trino de las aves.

Hoy, cuando llevo andado más de medio camino, pido al cielo que me enseñe cada día a ser más simple, contenta, alegre y compartida, como son los niños pequeños antes de aprender lecciones que más delante los limitan.

Deseo desarrollar más y más mi capacidad de asombro frente a los portentosos milagros de la vida, aprender cómo mirarla, de forma que todo se convierta en motivo de gozo, y mi día a día se llene de sorpresas.

Que consiga disfrutar a fondo lo que llevo en mi lonchera de viaje, sin distraerme tratando de averiguar qué hay en las de mis compañeros de camino. A cada cual le ha sido dado el alimento que mejor lo nutre y satisface, solo que a veces tardamos media vida en entenderlo.

Que viva yo el gozo de alegrarme con lo que tengo, de modo de sacar el máximo partido de cada cosa y ser tan feliz como nunca podría haber sido. Pues el par de anteojos que elegimos ponernos define el color del panorama.

Quiero decirle a la vida gracias, gracias por las cimas que me han permitido apreciar valles, lagos y exuberantes bosques. Pero también gracias, muchas gracias por las hondonadas y los pantanos. En cruzarlos y salir de ellos he aprendido a conocerme, a medir lo que tengo para salir adelante y a disfrutar el gozo de lograrlo.

He tenido justo lo necesario para andar mi propio camino, nada me ha faltado. Sí, es verdad, mucho he desaprovechado; en ello he aprendido lecciones muy redituables, que han dejado en mí valiosas enseñanzas. Nada ha sido injusto, puesto que cada hecho y toda situación fueron grandes experiencias para el espíritu.

Vida: Gracias por lo que soy, por lo que he aprendido, por lo que aspiro aún a lograr. Ese propósito me pone en pie cada mañana con todo el entusiasmo, para seguir adelante por este día. Y así mañana y pasado mañana, mientras corra la sangre por mis venas.

Gracias por regalarme la palabra escrita con la que aspiro a tocar la vida del desesperanzado, del que no halla una razón suficiente como para saltar de la cama cuando comienza el día. Esta herramienta maravillosa que me permite crear lazos y puentes, para acrecentar la cadena de locos que animamos al mundo a bregar en contra de la tristeza y del sentido común.

Sé que estoy donde debía de estar en este momento. Doy gracias a la vida por ello y me propongo no defraudarla, ni de pensamiento ni de palabra ni de obra. Con cada amanecer que despliega sus tonos de luz en las fauces de la noche, hasta anularla, y nos lleva a creer. Con cada ocaso que invita a la serena contemplación de Dios en toda su grandeza. Con ese plenilunio otoñal que nos deja sin aliento. Con cada latido del corazón, redoble de tambor con el que la vida invita a marchar, siempre a marchar.

Gracias por permitirme entender el mundo desde el silencio interior. A comprender que soy muy afortunada por el aquí y el ahora que me construye cada día. Y por la paz que acompaña mi oración en los momentos cuando cierro los ojos con plena confianza y digo “va”.


6 CARTÓN de LUY

 


5 Marcha triunfal de la Ópera Aída de G. Verdi

 
ACTO II: Radamés regresa glorioso de la guerra contra Etiopía. Aída, quien lo ama, entra en conflicto. Entre los prisioneros se halla su padre.

4: CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

Solo conmigo

Cuando la gente nos mira, ve la versión de nosotros que aprendió a comportarse: la que sonríe aunque tenga ganas de gritar, la que asiente mientras por dentro hierve, la que se acomoda al molde social como un zapato demasiado apretado.

Pero cuando la puerta se cierra y se apagan las voces de afuera, aparece el verdadero yo. El incómodo. El que no se maquilla ni se justifica. El que se atreve a ser brutalmente honesto.

A solas uno descubre que no siempre es el héroe de su propia historia: a veces es cobarde, a veces es cruel, a veces carga culpas tan viejas que ya ni recuerda su origen. Y ese yo incómodo se asoma frente al espejo con una mirada que duele, porque no tiene testigos a quienes engañar.


Es ahí donde nacen los pensamientos que jamás se dirían en voz alta, los deseos prohibidos, las pequeñas miserias que se esconden bajo la alfombra cuando hay visitas.


El verdadero yo no es el perfil de redes sociales, ni el personaje de oficina, ni el vecino cordial que saluda en la mañana. Ese es el yo público, el actor entrenado.


El verdadero yo aparece cuando nadie nos ve, y suele ser más frágil de lo que presumimos, más oscuro de lo que admitiríamos, más contradictorio de lo que toleraríamos en otro.


Y sin embargo —y aquí está la trampa— ese yo secreto también es el más real. El que se permite llorar como un niño, el que se ríe de lo absurdo, el que se sienta a negociar con sus fantasmas y a veces hasta les sirve café.


Ahí, en esa intimidad brutal, es donde uno descubre de qué está hecho en realidad.


Tal vez por eso huimos tanto de la soledad: porque no tememos al silencio, sino a la voz que emerge dentro de él. Esa que nos desnuda y nos recuerda que nadie nos conoce del todo… ni siquiera nosotros mismos.


Porque al final, cuando estoy solo conmigo, no hay nadie a quien mentirle… y ese es el infierno más honesto de todos...

3 Amor propio frente al mundo: Mario Alonso Puig

2 CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Ocurrió en 2015

Ayer por la noche asistí a una reunión de índole profesional. Llegué sola y me dirigí hacia la mesa donde ya se encontraban algunos conocidos, hombres en su mayoría. Saludé y pregunté si podía ocupar alguno de los lugares que quedaba. Uno de ellos me contestó que estaban ocupados, pero que "jalara otra silla". Yo, que por lo visto he adquirido esta fatal costumbre de imprudentemente decir lo que pienso, contesté al tiempo que me dirigía a jalar una silla -por cierto muy pesada- de la mesa contigua, "gracias por su amabilidad, CABALLERO", con esa entonación acompañada seguramente de un gesto revelador de indignación en mi cara, solícitamente a fuerzas uno de los compañeros se levantó y me acercó la silla.

Hacía unos meses yo me había retirado de un chat donde supuestamente compañeros, hombres y mujeres, tendríamos oportunidad de compartir bromas, anuncios, información valiosa, de todo. Sin embargo poco se fueron haciendo mas comunes las vulgaridades, el uso continuo de albures, pareciendo no haber límites en las expresiones y comentarios.

Un buen día y a sabiendas de que sonaría cursi, hice un comentario al respecto, pero caí en cuenta que la única incómoda era yo y decidí salirme. Yo no soy miembro de la liga de la moral, no ignoro ni me declaro ajena a utilizar malas palabras o reír de chistes de doble sentido, los entiendo, no me asusto, pero creo que sigue siendo necesario establecer límites en nuestras relaciones con el sexo opuesto. En dónde, cuándo, cómo y con quién, nos permitimos y permitimos se nos hable de tal o cual cosa.

No se trata de una doble moral, ni de ir en contra la equidad de género, es mantener algo que para mí es invaluable, el respeto y que no se puede ir diluyendo y convirtiéndonos en otros machos que hablamos sin tapujos sobre todo y de todo, que nos llevamos a dimes y diretes altisonantes y hacemos alarde de ellos como si eso fuera haber alcanzado la igualdad con el hombre.

Yo no quiero ser igual a un hombre, yo quiero ser mujer y seguir siendo valorada como tal, digna de que se me tengan atenciones como brindarme un asiento y no decirme "jala otra silla". Soy profesionista y en ese campo me he desenvuelto, he logrado que no se me subestime por ser mujer, pero me niego a no recibir un trato "a la antigüita" donde se nos trate con caballerosidad y con respeto. Esto por supuesto no solo se solicita, se exige y no necesariamente como lo hice yo ayer, tan directamente, sino con nuestra actitud hacia nuestros queridos compañeros del sexo masculino.

1 Pavorreales danzantes: Grupo de danza de China