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domingo, 5 de octubre de 2025

2 CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Ocurrió en 2015

Ayer por la noche asistí a una reunión de índole profesional. Llegué sola y me dirigí hacia la mesa donde ya se encontraban algunos conocidos, hombres en su mayoría. Saludé y pregunté si podía ocupar alguno de los lugares que quedaba. Uno de ellos me contestó que estaban ocupados, pero que "jalara otra silla". Yo, que por lo visto he adquirido esta fatal costumbre de imprudentemente decir lo que pienso, contesté al tiempo que me dirigía a jalar una silla -por cierto muy pesada- de la mesa contigua, "gracias por su amabilidad, CABALLERO", con esa entonación acompañada seguramente de un gesto revelador de indignación en mi cara, solícitamente a fuerzas uno de los compañeros se levantó y me acercó la silla.

Hacía unos meses yo me había retirado de un chat donde supuestamente compañeros, hombres y mujeres, tendríamos oportunidad de compartir bromas, anuncios, información valiosa, de todo. Sin embargo poco se fueron haciendo mas comunes las vulgaridades, el uso continuo de albures, pareciendo no haber límites en las expresiones y comentarios.

Un buen día y a sabiendas de que sonaría cursi, hice un comentario al respecto, pero caí en cuenta que la única incómoda era yo y decidí salirme. Yo no soy miembro de la liga de la moral, no ignoro ni me declaro ajena a utilizar malas palabras o reír de chistes de doble sentido, los entiendo, no me asusto, pero creo que sigue siendo necesario establecer límites en nuestras relaciones con el sexo opuesto. En dónde, cuándo, cómo y con quién, nos permitimos y permitimos se nos hable de tal o cual cosa.

No se trata de una doble moral, ni de ir en contra la equidad de género, es mantener algo que para mí es invaluable, el respeto y que no se puede ir diluyendo y convirtiéndonos en otros machos que hablamos sin tapujos sobre todo y de todo, que nos llevamos a dimes y diretes altisonantes y hacemos alarde de ellos como si eso fuera haber alcanzado la igualdad con el hombre.

Yo no quiero ser igual a un hombre, yo quiero ser mujer y seguir siendo valorada como tal, digna de que se me tengan atenciones como brindarme un asiento y no decirme "jala otra silla". Soy profesionista y en ese campo me he desenvuelto, he logrado que no se me subestime por ser mujer, pero me niego a no recibir un trato "a la antigüita" donde se nos trate con caballerosidad y con respeto. Esto por supuesto no solo se solicita, se exige y no necesariamente como lo hice yo ayer, tan directamente, sino con nuestra actitud hacia nuestros queridos compañeros del sexo masculino.