domingo, 22 de julio de 2018

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

HUMANOS EN UN MUNDO DE REDES
Comienzo con una confesión: No soy fan de AMLO ni  voté por él.  Como su elección es  resultado de un proceso  democrático me alineo y le otorgo el beneficio de la duda.  La figura de su esposa Beatriz Gutiérrez me agrada, mujer preparada, nada acartonada, que viene a romper con el paradigma de “primera dama”.   En redes sociales ella expresó  su entusiasmo por la conmemoración del natalicio de Nelson Mandela.  Humana que es, confundió natalicio con aniversario luctuoso, y de ahí comenzó un alud incontenible de críticas y descalificaciones.
     La apropiación de la Internet ha condicionado una serie de fenómenos psicosociales, que dentro de 100 años aparecerán como un capítulo más en la historia de la humanidad.   Frente a su equipo electrónico  el individuo adopta una conducta muy distinta a la que tiene en la vida real.  Como Dr. Jekyll y Mr. Hyde, se transforma en algo que lejos de la pantalla no es.  Ahora nos cuesta entenderlo; seguramente dentro de una centuria figurará en los tratados de  historia.
     Comencé a leer un libro de filosofía muy interesante, “Elogio de la duda”, de  la española Victoria Camps. Inicia con un fragmento que me cayó de perlas para esta colaboración: “…las redes sociales brindan la ocasión de apretar el gatillo contra cualquiera cuyo comportamiento o mera presencia incomoda…” Su obra habla sobre la duda como una conducta recomendable dentro de la sociedad, un modo de razonar las cosas antes de precipitarse a juzgar  y atacar.
     Al inicio de este milenio los seres humanos compartimos una condición común,  nos sentimos aislados en un mundo donde prevalece la tecnología.  Caemos en la orfandad digital de la que habla Armando Novoa, especialista en seguridad en redes.  Esa sensación de abandono es en buena medida,  producto del aislamiento físico respecto a otros seres humanos, cada uno metido en su pantalla.  Hemos olvidado los elementales principios de la comunicación cara a cara, y como toda habilidad que no se practica, se va perdiendo. Intentar comunicarnos de manera presencial cuesta trabajo, y para los nativos digitales dicha dificultad es aún más acentuada.  Ellos nacieron con el gadget en la mano.
     La comunicación cara a cara no se  da tan fácilmente  como   la digital, pero aun así hay situaciones en las que hemos de interactuar  con otros seres humanos.  Dos casos obligados son la familia y la escuela.  En ambos  es de rigor hacerlo,  aun así nos cuesta trabajo convivir, aceptarnos unos a otros, ser asertivos, esto es, manifestar nuestra postura con firmeza, sin violentarnos. Nuestra falta de práctica en el arte de compartir nos lleva con frecuencia a ser imprudentes e irascibles.   En cambio frente a nuestro equipo nos movemos como peces en el agua.
     Frágiles, vulnerables, así nos sentimos entre el grupo humano que a ratos parece asfixiarnos.  Ello explica por qué nos tornamos violentos en la convivencia, “de mecha corta”, como dice la expresión popular.  La función que cumplía la palomilla para el adolescente de antaño, la abastecen hoy en día las redes sociales.  Se vuelven  la cancha en donde practicar el deporte de hacer trizas al otro. Lo que alguien expresa en redes tiene de inmediato simpatizantes y detractores, si se trata de una figura pública, la polarización es mayor. Las críticas a favor o en contra de una  postura, pronto escalan de manera ociosa a descalificar a la persona, o sea  que se convierten en expresiones violentas y nada más. Volviendo a lo expresado por Victoria Camps: Están apretando el gatillo contra un comportamiento o una presencia que incomoda, y surge entonces la pregunta: ¿Por qué nos incomoda?        
     La frustración genera violencia. Habrá que ver entonces por qué nos sentimos frustrados, a tal grado incómodos, que actuamos ejerciendo la violencia en redes. Atacamos desde el cómodo anonimato, y  si no hay motivo para agredir, buscamos generarlo.  El foro se convierte en esa pandilla de niños maldosos que atacan sin venir al caso, por el simple gusto perverso de hacerlo.
     Beatriz Gutiérrez se equivocó, es humana, igual que todos nosotros que también nos equivocamos.    Entonces: ¿Por qué esa carga de violencia verbal contra ella? No sé si somos tan intolerantes por tratarse de una figura pública, o movidos por el hartazgo ciudadano que  traemos dentro.  O sea  la expresión de una conducta paranoica  de nuestra parte.
     El  mundo vive una crisis de valores en todos los ámbitos. Darnos cuenta de ello nos obliga a actuar para resolverla. Nos hace falta ser  más humanos en redes sociales, más sabios, sin   precipitarnos en nuestros juicios.  No sea que los hijos de nuestros nietos, cuando  lean en 100 años sobre nosotros, lo hagan  en los tratados de psiquiatría.  

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza


Desde hoy, antes de partir
te me vas  transformando en memorias.
Tu figura, como el agua
avanza impetuosa,  inventa caminos.
Si  la quiero atrapar, una y otra vez
se escurre entre  mis manos
traviesa y juguetona, como siempre ha sido.
          Con la libertad de un ave de altos vuelos
te miro planear, dar giros en el aire, 
al compás  del viento seductor
que te invita a bailar.

Desde hoy, aun antes de que inicies
tu viaje, te aviso que te extraño.
A partir de ahora, desde
mi silencio poblado de memorias.
De hoy y para siempre, desde
mis palabras cargadas de silencio. 

"El pez y yo" Cortometraje de Babak Babibifar


Agradezco a mi querida Georgy tan valioso aporte

Poesía de Alfonso Reyes


EL SOL DE MONTERREY

No cabe duda: de niño,
a mí me seguía el sol.

Andaba detrás de mí
como perrito faldero;
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

Saltaba de patio en patio,
se revolcaba en mi alcoba.
Aun creo que algunas veces
lo espantaban con la escoba.
Y a la mañana siguiente,
ya estaba otra vez conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

(El fuego de mayo
me armó caballero:
yo era el niño andante,
y el sol, mi escudero.)

Todo el cielo era de añil;
Toda la casa, de oro.
¡Cuánto sol se me metía
por los ojos!
Mar adentro de la frente,
a donde quiera que voy,
aunque haya nubes cerradas,
¡oh cuánto me pesa el sol!
¡Oh cuánto me duele, adentro,
esa cisterna de sol
que viaja conmigo!

Yo no conocí en mi infancia
sombra, sino resolana.-
Cada ventana era sol,
cada cuarto era ventanas.

Los corredores tendían
arcos de luz por la casa.
En los árboles ardían
las ascuas de las naranjas,
y la huerta en lumbre viva
se doraba.
Los pavos reales eran
parientes del sol. La garza
empezaba a llamear
a cada paso que daba.

Y a mí el sol me desvestía,
para pegarse conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

Cuando salí de mi casa
con mi bastón y mi hato,
le dije a mi corazón:
-¡Ya llevas sol para rato!-
Es tesoro – y no se acaba:
no se acaba – y lo gasto.
Traigo tanto sol adentro
Que ya tanto sol me cansa.-
Yo no conocí en mi infancia
Sombra, sino resolana.

La paradoja educativa: TED Talks

Shefali Tsabary, psicóloga y motivadora de la India, habla sobre la educación.

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Agradezco a Elsa su excelente sugerencia

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Todo ser humano posee una esencia, ese distintivo que lo hace distinguirse. Cualidades y defectos, características que forman nuestra personalidad. Conformada por aquello que la genética determinó, modificada por las condiciones del ambiente donde nos hallamos criado. 

A través de nuestra existencia, las vivencias van moldeando muchas conductas, en cada uno de nosotros incidirán de distintas maneras. Habrá quien resulte afectado negativamente por la adversidad, otros tendrán la capacidad de sublimarla y rescatarse a si mismo, logrando incluso sobrepasar las capacidades de quienes han sido más afortunados.

Existen seres nobles cuya esencia va quedando encriptada, encapsulada, como un mecanismo de defensa ante la agresión, o lo que consideran lo sea. Han sufrido rechazo, menosprecio, a pesar de dar lo mejor de si mismos, desilusionados y maltrechos, con una concepción ya distinta de lo que tenían entendido como bondad, deciden cambiar el rumbo y vivir para sí mismos, sintiendo que solo así habrán de librarse del dolor que les ha causado el sentirse defraudados.

Pero la esencia noble, ahí está, recubierta quizá bajo un falso manto de resentimiento que refleja hostilidad, y grita, con ahogada voz que se le rescate, una y otra vez, pero el orgullo sofoca su queja. Ni se es feliz, ni a su alrededor puede alguien serlo, y a pesar de que se advierte esa esencia, es sabido que el auto-rescate es la única forma de recuperarla. A veces será necesario tocar fondo para darse cuenta de que se ha perdido tanto o más de lo que se consideraba preservar.

Siempre vale la pena arriesgarse a dar, a amar. a confiar, a tener fe, que resguardar los sentimientos y presentarse ante los demás con frialdad, con egoísmo; eso --tarde que temprano-- cobrará una factura mucho mayor. El alma y la conciencia reconocen la bondad, y en ésta encuentran el mejor elixir de vida plena. Nunca la maldad, por asequible que sea, logrará dar la felicidad que la nobleza y el amor nos ofrecen, dándonos la sensación de libertad del alma, sin las cadenas que nos atan al rencor, al resentimiento, sino con alas que nos permiten volar, sin despegar los pies del suelo.

Aria No. 2 de J.S.Bach con David Garrett